La última vez que había estado tan emocionada y ansiosa había sido antes de viajar a Disney a los ocho años. Y hoy volvía a sentir todo eso de nuevo.
Obviamente me parecía extraño. ¿Cómo podía dejarme salir? Estaría rodeada de personas...personas que serían de gran ayuda para volver a casa. Aunque, pensándolo bien, mi escape no sería más que un motivo para que me aniquilaran.
Era estúpido querer huir de algo que dominaba el mundo entero.
Y tal vez Justin sabía eso. Sabía que yo planearía un escape y estaba buscando el momento exacto para atraparme haciéndolo...tal y como había sucedido en el supermercado.
Estaba segura de que jamás se había imaginado lo lista que era.
Bajé las escaleras con prisa al mismo tiempo intentaba recomponerme. Al llegar a la cocina, comencé a cortar verduras con mis pensamientos a tope. Y tal vez por eso me gané un pequeño corte en el dedo anular.
Dejé el cuchillo sobre la encima y apreté mi dedo como primer instinto. Demonios. Me dirigí hasta el fregadero y mojé la herida, cerrando los ojos. Siempre me había caracterizado por ser una exagerada, pero no podía evitarlo. Y este momento no sería la excepción.
Luego de aquel "accidente", envolví mi dedo en una servilleta de papel e intenté seguir con la cena para Justin y Ryan. Mi mente estaba procesando muy lentamente que tenía la obligación de cocinar y limpiar para dos secuestradores, y que probablemente no volvería a ver a mis padres.
Pero, aun así, estaba tan relajada que me sorprendía no haberlos matado a ambos.
Al tener lista la cena, dejé todo sobre la mesa ratona del living y decidí ir a la cama. No quería cruzarme con Justin, sólo recibiría indicaciones sobre qué hacer cuando saliéramos de la mansión.
Y ahora que lo repetía, sonaba demasiado raro. ¿Él realmente quería salir con su secuestrada? Porque yo era sólo eso, una víctima más. Y no necesitaba que nadie me lo dijera, ya lo sabía. Sabía que estaba cometiendo un error al besarlo, al sentir todo lo que sentía cuando estaba cerca de él. Pero es que no podía dejar de pensar que yo estaba aquí por otra cosa...esto no se trataba de dinero.
¿Y si había aceptado la negociación con aquellos hombres? ¿Y si todo eso de la salida era una trampa? ¿Y si mi vida corría más riesgo del que me imaginaba?
Me quité las botas y el sweater y me adentré a la cama. El frío me invadió de pies a cabeza, así que lo único que atiné a hacer fue a acurrucarme como un bebé.
Mi cabeza estaba hecha un caos ahora que sabía que estaba sintiendo algo más que sólo temor por Justin. Algo que me causaba mucho más que miedo...miedo a enamorarme. A caer en sus redes como lo hacían prácticamente todas las mujeres. Sabía que era peligroso y por eso me negaba tanto a todo.
Pero el peligro me llamaba y no tenía las fuerzas para luchar contra ello. "Estocolmo" sería mi nombre a partir de ahora.
Sus ojos eran hipnotizantes, y con el simple hecho de mirarme profundamente me dejaba perpleja. Una parte de mí no quería aceptar que quien me tenía cautiva y tan lejos de mi familia era un ser hermoso. Esta no era la Kelsey que, creía, conocía.
Relamí mis labios al recordar su tacto en mi piel. Quemaba. Quemaba como el infierno, pero me gustaba tanto que quería sentirlo un poco más. Eran sentimientos que nadie podría controlar si estuviera en mi lugar por al menos diez minutos. Sus labios en mi cuello...su increíble capacidad para encenderme...
Oí unos pasos extendiéndose por el pasillo y cerré los ojos sin tiempo de cubrir mi cuerpo con las sábanas. Podía sentir la fuerte luz iluminando mi rostro y, aun sabiendo de quién se trataba, no quería abrir los ojos ni por un segundo.
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