Su víctima»Jb. |Finalizada.

Capítulo 27. "Laberinto"

Me gustaba observarla cuando estaba ocupada o concentrada en sus tareas. No era difícil saber que sentía miedo por mí y por Ryan, y hasta quizás por todos los demás. Pero de eso se trataba, ¿Cierto? De hacerla temernos para que no huyera.

Si bien me había demostrado que no era capaz de huir bajo ninguna circunstancia, aún no podía manejarme sin tener la mirada sobre ella. Cualquiera que estuviera en mi lugar me entendería.

Divisé a Ryan a mi lado, más no dijo nada. Sus ojos también se clavaron en Kelsey, quien continuaba limpiando los ventanales con cautela. Apreté los labios al ver a mi socio más cercano tan cautivado por la víctima. A estas alturas no podía dejar pasar nada por alto.

—¿Qué tal te fue en el club? —Rompí el silencio, sacándolo de su burbuja.

—No estuvo mal, pero podría haber sido mejor. —Respondió, tomando una lata de cerveza entre sus manos.

—Creí que no volverías hasta la noche. —Carcajeé levemente.

Ryan alzó los hombros. —A veces los planes no salen como uno quiere, amigo.

Comenzó a subir las escaleras no sin antes lanzarme una mirada que no pude comprender. Me alejé de la barra de tragos, sobre la cual había estado apoyado durante varios minutos, y me dispuse a caminar hacia Kelsey.

La oí tarareando una canción y aguanté soltar una risa. Esta chica me sorprendía a cada minuto, incluso estando lo más relajada posible. Y cuando quise acercarme aún más, oí el llamado de Ryan desde el segundo piso. Viré los ojos y caminé hacia él.

—Cuéntamelo todo. —Dijo apenas entré a su habitación. Alcé una ceja.

—¿De qué hablas?

—Hablé con tu padre y dijo que tienes algo para decirme. —Profundizó, apagando la televisión.

Me senté sobre la silla giratoria. —No hay tanto que decir, sólo que quieren a Kelsey.

—Eso ya lo sé, necesito números...—Exclamó luego de virar los ojos.

—Cincuenta.

—¿Mil? —Preguntó, negué con la cabeza. —Joder... ¿Millones? ¿Cincuenta millones por ella?

—No es tanta ganancia, Ryan. Pagarían más si fuese virgen, y ambos sabemos que no lo es. —Expliqué, observando su expresión confusa.

—Yo no lo sé. —Alzó sus manos en señal de inocencia. —Pero puedo averiguarlo...

—No —Lo interrumpí. —Sigue investigando cómo va su familia. Se me hace muy raro que no tengamos noticias de Beckman y su mujer hace más de una semana.

—A propósito de eso...—Alargó, tomando la laptop entre sus manos. —Angelina salió del hospital antes de ayer, parece ser que Beckman ha estado ocupado en ella estos días.

—¿Y cuándo demonios tenías pensado decírmelo?

—Se me olvidó con esto del negocio y el alcohol, ya sabes...

Me encaminé hasta la puerta. —¿Qué hay de la prensa?

—Nada por ahora, sólo llevan la cuenta de los días de desaparición de Kelsey. Hasta ahora seguimos igual.

Salí de la habitación segundos después y me encontré con un par de ojos verdes repletos de lágrimas. Se abrazaba a sí misma como si estuviera rodeada de lobos feroces, como si así estuviera a salvo. Bajé la mirada al no saber qué decir.

—¿M-mi madre estuvo en el hospital? —Preguntó bajito, casi al borde de un susurro.

Solté un suspiro leve y la tomé del antebrazo, bajando las escaleras a continuación. Podía sentir su piel fría debajo de mi mano. Al llegar a la planta baja, tomé una de mis chaquetas y ella se la colocó.

—No debes...

—¡Sé que no debo escuchar tras la puerta sus estúpidas conversaciones! —Exclamó en el instante que salimos hacia el patio trasero. —¡Estoy harta de estar encerrada en este maldito laberinto! ¡Quiero ver a mi madre!

La tomé de los hombros y la sacudí con fuerza. —Cálmate, joder.

Kelsey me miró atónita y yo deshice mi agarre, sacando un cigarrillo de mi pantalón. Lo encendí con prisa e inhalé, intentando no cometer ninguna locura después de su ataque de ira.

—Por favor...por favor dime que está bien...—Balbuceó seguido de un sollozo.

Posó sus manos en mis hombros con suavidad y clavó sus ojos en los míos.

—No lo sé...no puedo decirte algo que no sé. No sólo tú estás aquí encerrada.

Se alejó unos centímetros. —Pero a diferencia de mí, tú tienes tu libertad.

—No estoy comparando, Beckman. El hecho de que grites como una loca no hará que te dejemos salir. —Le di otra calada al cigarrillo y noté que ella no dejaba de mirarme.

—¿Nunca ibas a decírmelo, cierto? —Volvió a murmurar.

—No quería que sufrieras aún más. —Respondí. —¿Fumas?

Ella bajó la mirada y sobó sus brazos.

—Nunca lo he hecho.

Apreté los labios y le tendí el cigarrillo, el cual tomó dudosa. Entreabrió su boca e inhaló de éste, tosiendo a continuación.

—Tienes que hacerlo despacio. —Dije. —Inhalas, esperas y sueltas.

Ella siguió mis indicaciones y luego me devolvió el cigarrillo.

—Genial, ahora le diré adiós al primer lugar en las competencias. —Dijo, y no pude contener mi risa.

—No es el fin del mundo, ¿Sabes? —Ella volvió a mirarme.

—Lo es para mí.

Relamí mis labios al notar la lluvia cayendo sobre el asfalto. Observé el perfil de Kelsey y nuevamente quise sonreír. Era como si no quisiera estar en otro lugar más que ese.

Ella era extraña, casi igual a mí. Tenía algo que hacía que quisiera observarla todo el tiempo, incluso estaba haciendo que dudara sobre un negocio que cualquier mafioso aceptaría sin tantas vueltas. Era diferente a como la había imaginado y tal vez por eso necesitaba tenerla junto a mí.

—¿Recuerdas la mujer que estaba en la cena la otra noche? —Pregunté.

—¿Cuál de todas ellas?

—Sólo eran tres...

—Sí, pero no sé a cuál te refieres exactamente. —Me miró sin ninguna expresión. —¿A la más simpática, a la que salió con Ryan o a la que durmió contigo?

Aquello último había sido lo más inesperado de mi vida, pero comprendía su confusión. Ninguna se resistía a mí.

—A la que salió con Ryan. —Sentencié.

—¿Qué ocurre con ella?

Ésta vez fui yo quien dirigió la mirada hacia el extenso patio.

—Ella te dijo algo al oído y noté por tu cara que no fue nada bueno. —Expliqué. —¿Qué fue exactamente?

Kelsey hizo una mueca hacia la nada y volvió a quitarme el cigarrillo, el cual estaba casi en su punto final.

—Me dijo que me parecía a la secuestrada...a Kelsey Beckman. 

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Rom.