Podía sentir sus manos recorriendo mi cuerpo con total suavidad.
La extensa cama blanca en la que estábamos era alumbrada sólo por la luz de la luna. Millones de preguntas me recorrían la mente, tanto así que deseaba tener un control remoto y apagar mis pensamientos de una vez.
El momento había llegado y sabía que me arrepentiría una y mil veces luego. Sabía que todo aquel amor con el que me trataba acabaría siendo sólo una mentira. Pero no podía luchar más contra mí misma...ya era demasiado tarde para pensar en ello.
Justin atrapó mis labios al mismo tiempo que desabrochaba su camisa; pude notar que tenía algunos moretones en su brazo derecho, los cuales se alejaron de mi vista cuando él me volvió a besar. Me sostuvo de la cintura para hacerme quedar sobre su cuerpo y así poder quitar aquel vestido roto que estaba obligada a llevar.
Tragué en seco al recordar aquello.
Estaba intrigada porque sabía que estaba ocultándome la decisión que tomaría sobre mi futuro. Leah me lo había dicho; querían venderme como un objeto. Querían deshacerse de mí como si fuera un trapo viejo y usado. Y lo peor de todo era que no volvería a ver a mi familia.
Podía olvidarme de ellos para siempre; continuar con una vida de pesadilla, rodeada de personas extrañas que sólo buscarían hacerme sufrir. No me perdonaría jamás estar aquí "disfrutando" cuando mi familia estaba haciendo hasta lo imposible por regresarme a casa.
Cerré los ojos al sentir sus besos en mi cuello, y entonces decidí parar. Era arriesgado, inútil y, sobre todo, confuso. Justin me miró extrañado y quiso atrapar mis labios nuevamente, pero sólo consiguió alejarme más aún.
Apoyé mi espalda en el respaldo de la cama y él se sentó en el borde, despeinando su cabello con frustración. Y aquello me parecía tan injusto de su parte.
Oí un ruido delante de mí y levanté la mirada casi de inmediato. El uniformado que nos había servido la cena hacía unas horas estaba parado justo frente a nosotros, y en su mano sostenía un teléfono.
—Siento la interrupción, señor Bieber. —Dijo con la voz temblorosa. —Su socio está al teléfono, dice que es urgente.
—Jodida mierda. —Susurró Justin y se levantó con rudeza, haciéndome temblar a mí y al pobre empleado.
Tomó el móvil entre sus manos, alejándose rápidamente. El tipo me observó de reojo y agaché la mirada otra vez, queriendo que dejara de juzgarme con sus ojos. Se suponía que la única que podía juzgarme era yo...y mierda, lo hacía todo el maldito tiempo.
Aclaró su garganta y pude sentir como si una luz alumbrara aquella oscuridad en mi mente; Justin estaba a escasos metros de nosotros, pero lo suficientemente lejos como para no oírme. Y si me movía, tampoco notaría nada...y si pedía ayuda, no escucharía.
Revisé por la pequeña ventanilla que Justin continuara hablando por teléfono, y entonces dejé el miedo de lado. Me paré, sintiendo que la tensión crecía en el ambiente y queriendo salir de allí lo más rápido como fuera posible.
— ¿P-puedes ayudarme?—Murmuré, captando la atención del empleado.
—Tengo órdenes estrictas de no entablar conversación con usted. —Dijo firme y miró hacia otro lado, haciéndome apretar los labios.
—Tienes que ayudarme...por favor—Insistí, terminando de colocarme el vestido nuevamente. —Soy Kelsey Beckman...
—Me meterá en problemas. —Respondió de la misma manera que antes, observando de reojo a Justin. —Sé quién es usted y no me interesa.