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Grace VanderWaal - Darkness Keeps Chasing Me

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Sonríe amable, apoya tu mentón en la palma de tu mano y niega con la cabeza de vez en cuando, si haces eso, no sabrá que no tienes idea de lo que está hablando

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Sonríe amable, apoya tu mentón en la palma de tu mano y niega con la cabeza de vez en cuando, si haces eso, no sabrá que no tienes idea de lo que está hablando. Cuando conocí a Darel fue la primera persona que vi como si fuera un ancla, alguien de quien sostenerme para no caer.

Mis padres no tenían mucho de haber muerto, Ali estaba en cuidados intensivos, a su vez tenía que cuidar a Henry y debía de comenzar a planear lo que iba a ser del funeral de mis padres, y él estaba ahí, esos bonitos ojos verdes musgos no me miraron con lástima, no me dijeron que no merecía todo lo que ocurría, él solo me hizo sonreír y me ayudó muchas veces.

Sé que siento agradecimiento, sé que siempre voy a estar en deuda con él, pero mientras más pasa el tiempo, más me doy cuenta que cuando acepté ser su novia no fue por amor, fue por miedo a estar sola. Servicios sociales querían separarme de mis hermanos, y él abuelo tuvo que venir desde Rusia para cuidarnos, debido a que al resto de mi familia no le importó lo que ocurriera con nosotros.

Lo sé, soy una perra que lo usó de algún modo, pero ahora, cuando está avanzando tanto, no quiero romper su corazón, con él todo es estabilidad, es predecible lo que va a suceder, como justo ahora, que tiene esa mirada que dice que me va a preguntar que me parece lo que sea que dijo.

—¿Entonces? ¿Te gusta la idea de abrir otro restaurante? —curiosea e inclina su cuerpo hacia mí.

Le sonrío y asiento, dejando de sostener mi mentón en la palma de mi mano.

—Eso sería genial, pero ¿no crees que deberías esperar un poco? Rolland está teniendo mucho éxito y no quiero que después estas todo estresado y desesperado.

Me sonríe y desliza su mano por encima de la mesa, para después tomar la mía y entrelazar nuestros dedos. Debería de sentir cosquillas, explosiones en mi cuerpo por tu tacto, pero solo siento calidez, lo mismo que siento cuando Lachlan o Sam toman mi mano.

Dios, debo decírselo.

—Estaré bien, cariño. Con una buena distribución de tiempo todo funcionara.

—¿Qué opinan tus padres? —curioseo.

—Están de acuerdo —se encoge de hombros y hace un ademán con la mano para quitarle importancia—. Ellos siempre van a apoyarme en todo.

Lo sé, quiero decir en voz alta, pero muerdo mi lengua para no decirlo. Siempre le han dado todo en bandeja de plata, nunca ha luchado por nada y no ha tenido que perder nada. Solo me limito a escuchar lo que va diciendo sobre el restaurante que desea abrir y asiento de vez en cuando.

¿Has tenido la sensación de tener las palabras a travesadas? Son como un puñado de confesiones atascadas en tu garganta, impidiéndote respirar con calma y queriendo ser escupidas como si fueran vomito. Siempre lo siento, siempre quiero hablar, quiero decirle todo, pedirle disculpas por no amarlo, por haberlo retenido, por haber sido tan egoísta pero no puedo decir nada.

Imparable ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora