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King Princess - 1950

Abro la puerta de mi antigua casa y dejo salir un largo suspiro, la cierro y el sonido de mis pasos subiendo las escaleras son lo único que se escuchan

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Abro la puerta de mi antigua casa y dejo salir un largo suspiro, la cierro y el sonido de mis pasos subiendo las escaleras son lo único que se escuchan. La últimas semanas he hecho lo mismo, venir y buscar en mi habitación, venir y escarbar en mi pasado, venir y buscar una respuesta a mis preguntas y sigo con lo mismo de cada de día, no hallo nada.

Me detengo en la mitad del pasillo, mis ojos van hacia la puerta de la habitación de mis padres, en un parpadeo estoy dentro de ella, en dos parpadeos estoy buscando dentro de las cajas. Hailee y Sam dijeron que mi madre los odiaba, y mi relación con ella en el pasado no era buena y ahora en el presente tampoco lo es.

Me introduzco en el armario y todo está vacío, cuando voy a salirme mis ojos captan algo, frunzo el ceño y camino hasta estar enfrente del closet, me estiro mi mano y mis dedos tocan el material sólido, agarro la caja de madera y la saco de su lugar, está llena polvo y toso cuando le quito el polvo que tiene encima, camino hasta la cama y me dejo caer.

Abro la caja y hay varios papeles, algunos son viejas facturas y algunas fotos familiares, donde una garrapata horrosa sale, esperen, ese soy yo. Me echo a reír al ver al bebé gordito y rojo que esta entre los brazos de mis padres, estoy llorando.

—Era una bola de carne horrible, pero con unos ojos bien hermoso.

Rio entre dientes, me parezco mucho a mis padres, pero los ojos son de mi madre, aunque los de ella no son tan engañosos como lo son los míos. Hay un último papel dentro de la caja, lo saco y desdoblo, pensando que voy a encontrarme con una factura o un papel de negocios, pero es todo lo contrario.

Lo sé, lo siento. Lamento estarme alejando, lamento que mi silencio te esté matando, pero tengo una razón poderosa, algo que tengo que comprobar, necesito pruebas verídicas, necesito tener todo listo para cuando te lo cuente.

Te amo, lo hago demasiado, pero no puedo darme el lujo de decirte algo que va a romperte y no tener pruebas, porque sé que cuando te diga lo que sé, vas a sufrir y no quiero que sufras, no quiero ser el causante de tu dolor. Si pudiera no diría nada, pero mereces saber la verdad, él merece saber la verdad, y sé que no entiendes, no pido que lo hagas, solo te pido que esperes, que me tengas paciencia.

Porque no soy estúpido y siento el dolor en tu voz cada vez que hablamos por teléfono, sé debes de estar sacando ideas erróneas, lo sé y lo lamento demasiado, cariño. No sabes cuánto lamento torturarte de esta manera, pero prometo que pronto diré todo. Lo juro, y estaré ahí cuando el dolor venga, te cuidaré, te sostendré.

No olvides que te amo, no olvides lo que somos.

No importa nada, no importa si nos alejamos o estamos a cientos kilómetros de distancia, nuestros corazones se pertenecen, siempre lo harán.

Somos sempiterno, no lo olvides.

Siempre seremos D&A.

Releo la carta una y otra vez, busco un sobre donde hubiera estado metida pero no encuentro nada más en la caja, ¿por qué ella tenía esta carta? Vuelvo a leerla y mis ojos quedan por unos segundos en sempiterno, sé lo que significa, es algo que durará siempre, que no tendrá final, mis ojos se deslizan por la letra corrida y curveada y es mi letra, la reconozco con facilidad.

Imparable ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora