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Lauv-Breathe

Cierro mis ojos y dejo que el aire revolotee cada hebra de mi cabello, dejo salir un suspiro tembloroso y dejo que el sol de directo con mis ojos

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Cierro mis ojos y dejo que el aire revolotee cada hebra de mi cabello, dejo salir un suspiro tembloroso y dejo que el sol de directo con mis ojos. Mis párpados se entrecierran por los rayos de la gran estrella brillante, son cálidos sin llegar a ser como un gran fuego. Mis dedos están tocando una superficie plana, cuando bajo la mirada veo el césped verde debajo de mis pies, causándome leves cosquillas en las plantas.

Estoy en un bosque, grandes y hermosos pinos me rodean y el sol brilla en el gran firmamento. Escucho el tarareo de una canción que no logro reconocer, es suave, es arte para mis oídos. El vestido blanco que tengo puesto se mece hacia los lados cuando una leve ráfaga de aire agita la tela, un escalofrío recorre mi cuerpo y lo veo.

Alto, con un traje blanco, sus ojos brillan y se ven de una tonalidad azul ante el sol, su cabello castaño tiene varios reflejos dorados por la luz y una enorme sonrisa está en sus labios. Una pequeña sonrisa se desliza por mis labios al verlo venir hacia mí con seguridad, sin miedos.

Cuando su cuerpo está en el mismo espacio que el mío, una corriente eléctrica se desliza por mi cuerpo al verlo. Es guapo, siempre lo ha sido, sus ojos son mis favoritos por el tono tan engañoso que pueden poseer, hace unos segundos los vi de un tono azul, ahora son grises, rio para mis adentros. No importa que color sean, siempre los amaré.

—Llegué tarde —musita en un tono de voz bajo y ronco, erizando los vellos de mis brazos.

—Lo importante es que ahora estás aquí —murmuro y cierro los ojos al sentir su mano acunar mi mejilla derecha para acariciarla con cuidado.

No responde y pronto sus labios están sobre mi coronilla, inspiró con fuerza su aroma, dejo que su calor me envuelva como la manta más cálida que exista. Me siento segura, confiada, estoy a salvo si estoy entre sus brazos.

—No lo estoy —dice con culpa—. Ya no estoy aquí.

Mi ceño se frunce al no lograr entender, mi cuerpo se aleja de el suyo y debo alzar la cabeza para poder mirarlo directo a los ojos, hay dolor en su mirada y culpa, quiero pedirle una explicación, pero esta no llega, debido a que todas mis dudas y todos mis pensamientos son callados cuando sus labios tocan los míos.

Es suave y dulce como la miel, su lengua busca la mía y hace un baile amargo. Se siente como una despedida, una tortura para mi corazón. Sus manos acunan mi rostro y acarician mis mejillas con sus pulgares, hay lágrimas cayendo entre ambos, hay algo rompiéndose en miles de pedazos y no podemos repararlo, no podemos evitarlo.

Jadeo en busca de aire y ambos nos separamos, nuestras frentes están unidas y nuestras respiraciones se mezclan en una sola. Mis manos viajan hacia su rostro y siento su barba rozando contra las palmas de mis manos, acaricio sus mejillas y disfruto su cercanía, grabó este momento en cada parte de mi mente, lo tatuó en mi alma y lo añoro en mi corazón.

Imparable ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora