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Who says - Selena Gomez

―Cuando Dios dijo: Voy a enviar a alguien muy estúpido a la tierra, saliste tu saltando en un pie y gritaste: ¡Yo, yo, yo! Envíame a mí a la tierra, soy el estúpido más grande del universo

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―Cuando Dios dijo: Voy a enviar a alguien muy estúpido a la tierra, saliste tu saltando en un pie y gritaste: ¡Yo, yo, yo! Envíame a mí a la tierra, soy el estúpido más grande del universo.

No me da una mirada muy agradable y hace una mueca cuando se mueve.

―Cualquiera se pudo haber caído ―reprocha como un niño pequeño.

―Es un buen punto ―digo y me acerco para darle la bolsa con hielo para que se la coloque en la cabeza―. Pero hasta Henry hubiera podido subir la escalera sin terminar con el culo en el suelo.

Axellen sonríe de lado y termina haciendo una mueca, toma la bolsa de hielo de mis manos y se la coloca en la cabeza. El abuelo le pidió que se subiera en una escalera y le bajara el balón a Henry, ya que; él, Sam y el mocoso menor estaban jugando fútbol y el balón terminó en el techo.

Y lo hizo, se subió en la escalera de mano, tomó el balón y cuando fue a bajarse no sé qué pasó; pero terminó cayéndose de culo y dándose un buen golpe. Seré honesta, primero me eché a reír junto al abuelo y después sí me acerqué para ver si estaba vivo.

Soy una excelente amiga.

Me siento a su lado en mi cama y me quedo observándolo. Tiene los ojos cerrados y está un poco pálido. Clary y Mayrah fueron las primeras en acercarse a ver si estaba bien, ambas iban llegando con algunas compras para la barbacoa que el abuelo quiere hacer.

Intenta acomodarse y en el lugar y termina haciendo una mueca de dolor y lleva su mano hacia el costado derecho de su cuerpo.

Maldigo entre dientes y me levanto para ir a buscar una pomada al baño, cuando vuelvo está acostado sobre su espalda y tiene los ojos cerrados, mientras que la bolsa de hielo está en su mano y no la tiene en la cabeza.

―Levántate y quítate la camisa.

Sus ojos se abren de golpe y arruga el ceño, una pequeña sonrisa de lado se forma en sus labios y niega con la cabeza sonriendo.

―¿Ya quieres desnudarme, Fierecilla?

Le doy una mala mirada y él solo se echa a reír, se sienta con dificultad en la cama y deja salir un pequeño jadeo. Desde que llegamos de Sídney no ha dejado de hacer bromas con respecto a ello, y hasta el abuelo ya tiene curiosidad sobre lo que pasó.

―Que chistosito ―le sonrío tensa―. Levántate o no haré nada.

Hace un saludo de militar y se levanta, se quita la camisa de botones verde y la deja a un lado. Tres lunares que conozco bien llenan mi campo de visión, están esparcidos sobre su piel como si fueran un rayo, solo tienes que unir los puntos, muchas veces recorrí con mis dedos esos lunares.

Mis ojos bajan por su torso desnudo y trago saliva con fuerza. ¿Cuándo se colocó tan bueno? Cuando adolescente tenía sus músculos por el ejercicio que hacía al jugar baloncesto, pero santa mierda, si antes estaba bueno, ahora está aún más bueno que el pan.

Imparable ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora