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James Arthur - Falling Like The Stars

He sentido miedo la mayor parte de mi vida, he crecido sintiendo que hay un monstruo detrás de la puerta de mi habitación, que cuando la noche caiga algo malo ocurrirá, lo creía y no sabía si había alguna razón o motivo para sentir la desesperació...

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He sentido miedo la mayor parte de mi vida, he crecido sintiendo que hay un monstruo detrás de la puerta de mi habitación, que cuando la noche caiga algo malo ocurrirá, lo creía y no sabía si había alguna razón o motivo para sentir la desesperación en mi pecho, no sabía qué era lo que me hacia llorar sin darme cuenta o qué era lo que me lastimaba tanto el alma.

Ahora lo sé.

He vivido una mentira, cree recuerdos falsos, me aferré a ellos e intenté que nada malo saliera a la luz, porque el dolor que justo ahora estoy sintiendo es demasiado abrumador para mi alma, porque estoy sintiendo que toda mi vida he estado luchando conmigo misma, contra mis propios demonios y ahora todos han salido a la luz.

El hombre enfrente de mi está sonriendo desde que mencioné su nombre, su sonrisa es de alguien orgulloso, como si hubiera logrado algo magnífico y su expresión me causa asco. Me coloco detrás del sofá cuando intenta acercarse a mí, intentando colocar una gran distancia entre los cuerpos. Mi cabeza sigue palpitando con violencia y el dolor en mi pecho se va extendiendo cada vez más, no voy echarme a llorar, no voy a gritar, dejaré de hacerlo.

Debo salir de este lugar, debo huir.

—Has crecido demasiado, Hailee —murmura en un tono de voz ronco que provoca arcadas—. Ya no eres una niña.

No respondo, intenta acercarse y huyo hacia la esquina de la habitación. Sus ojos me observan confundidos y luego se echa a reír.

—Me encantan los juegos, cielo.

—No te acerques, maldito bastardo —logro musitar cuando vuelve a intentar acercarse.

Una de sus cejas se arquea y niega con la cabeza, mientras hace un sonido de desaprobación con la boca. Observo como se acerca al mueble y apoya en este la cadera. Sus robustas manos se cruzan en su pecho y ladea la cabeza hacia un lado. El cabello oscuro y largo se mueve un poco, tiene la barba crecida y algunas arrugas decoran sus ojos cuando sonríe.

Es la misma sonrisa que tenía en su rostro cuando entraba en la casa, es la misma expresión que poseía cuando intentaba tocarme. Ver su mirada, ver como sonríe hace que mi cuerpo se estremezca, que mi pecho arda con más fuerza y mis piernas tiemblen del terror.

Quiero ir a casa, quiero estar con mis hermanos y el abuelo, quiero estar a salvo.

Entierro mis uñas en las palmas de mis manos con fuerza mientras intento controlar los espasmos que sacuden mi cuerpo;: mientras que las lágrimas escapan de mis ojos cuando lo veo acercándose a mí con paso cauteloso. Mis ojos buscan con desesperación una salida que no encuentro, no hay hacia dónde correr, soy una presa fácil.

—¿Sabes que tu piel siempre me ha parecido dulce? —murmura mientras se acerca. Comienzo a caminar pegada a la pared, alejándome—. Siempre tan dulce y tierna.

Imparable ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora