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Billie Eilish - listen before i go

—Porque es un idiota, porque es un idiota y no puedo dejarlo ir —canto en medio de un pequeño susurro

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—Porque es un idiota, porque es un idiota y no puedo dejarlo ir —canto en medio de un pequeño susurro. Dejo salir un largo suspiro y después de darle un largo trago a la botella de licor me dejo caer de espaldas al césped.

Mis ojos arden de tanto llorar y mis párpados se sienten pesados. Relamo mis labios y clavo mis ojos en las estrellas que brillan en el cielo. Imagino el rostro de mis padres, como lo he ido haciendo las últimas noches, no encuentro respuestas en medio del silencio, de la noche. ¿Estoy haciendo mal por no escarbar en el pasado? ¿Estoy haciendo mal por huir? Quizás, pero huir es una opción que me seduce, no quiero enfrentar el pasado. Será doloroso, lo sé.

Mi corazón va a un ritmo normal, mi respiración es calmada y el primer sollozo de muchos que he dejado salir esta noche escapa seguido de varios más. Los latidos de mi corazón aumentan la velocidad y mi respiración se agita, todo cambia en menos de un segundo.

Me hago un ovillo en césped y abrazo contra mi pecho la botella de licor, como si fuera un oso de peluche. No soy estúpida, sé que no voy a poder huir siempre, lo sé, pero justo ahora, no necesito dolor, ya hay demasiado y no sé si soportaré todo. No sé si ellos soportaran todo.

—Solo me fui al baño unos segundos y ya te pareces a Voldemort tirado en el suelo en posición fetal.

Dejo salir una pequeña risa entre dientes y me siento, volteo a verlo y él está sonriendo de lado. Tiene la pijama puesta y sus cabellos están hechos un lío, no saben hacia qué dirección ir. Cuando se sienta a mi lado y pasa su brazo por encima de mis hombros, me acurruco en su costado.

—Tardaste mucho —musito con la voz ronca.

—Mi vejiga tenía demasiado líquido.

Sonrío de lado, alejándome de él y extendiendo la botella en su dirección.

—Llénala de más líquido.

Asiente y toma la botella para darle un largo sorbo y dejar salir un pesado suspiro. Estamos como en los viejos tiempos, sentados en el césped tomando como dos idiotas que tienen el corazón roto y no saben qué hacer para que deje de doler.

—¿Debería llamarla? —inquiere en un susurro.

—¿Quieres hacerlo?

Asiente con la cabeza.

—Quiero hacerlo, pero ¿qué diré?

Resoplo.

—No lo sé. Mayrah es extraña.

—Es una buena chica.

Lo miro directo a los ojos, están rojos y lucen muy claros. Alzo mi mano y le pego en la mejilla, dando dos palmadas y negando con la cabeza.

—Fuiste tú quien pidió tiempo.

—Quizás hice mal.

—Quizás lo hiciste —susurro y le quito la botella de la mano para darle un largo sorbo—. Pero solo hiciste lo que sentías que era necesario.

Imparable ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora