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Lauren Jauregui - Expectations

Todas mis extremidades duelen, es como si un camión hubiera pasado por encima de mí una y otra, y otra vez, mientras que el conductor sonríe y dice que todo está bien

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Todas mis extremidades duelen, es como si un camión hubiera pasado por encima de mí una y otra, y otra vez, mientras que el conductor sonríe y dice que todo está bien. Ahogo un bostezo y muevo mi cabeza hacia los lados, mientras masajeo —o intento masajear—, mi cuello. Dejo salir una larga inspiración y veo el correo delante de mis ojos, releo el asunto y el destinario, para proseguir y darle enviar.

Lo he hecho.

—¿Ya lo enviaste?

Doy un respingón y me coloco erguida, volteo encontrándome con Lachlan. Esta sonriendo divertido y tiene un café en su mano izquierda, del cual bebe con gusto.

—Lo acabo de hacer.

—¿Y no hay algún adelante para tu fan número uno?

Rio entre dientes y niego con la cabeza.

—Sabes la trama de la historia, lo que va a ocurrir y, ¿quieres más?

—Sí, como, por ejemplo —se acerca a mi rostro para susurrar, aunque ya estamos solos en la oficina. Todos se han ido a casa—. ¿Habrá sexo duro y caliente?

Suelto una palabrota en ruso y me echo a reír, niego con la cabeza y siento el calor subiendo hacia mis mejillas. Nunca soy buena hablando de estos temas. Cuando escribí mi primera escena subida de tono, me dio pena mostrársela a mi editora, sentía que era vulgar, pero ella dijo que estaba bien y me dio algunos consejos.

—No habrá nada de eso —digo en un murmuro—. Es una historia juvenil, no necesita nada de eso para estar bien.

Arquea una ceja y sonríe.

—Hasta los jóvenes necesitan divertirse. Como, por ejemplo: El idiota del Darel necesita divertirse o va a terminar asesinando a Deker —dice con dureza y tensando la mandíbula.

—¿Tan mal están las cosas?

Suspira y acaricia su mentón.

—Lo dejaste, linda. Lo mandaste a la mierda y él parece querer mandar a la mierda a todos los demás, no sé cómo es que Deker no lo manda al diablo. Es un buen chef y en cualquier restaurante le darían empleo.

Hago una mueca y cruzo de brazos, echando la cabeza hacia atrás.

—Lamento que lo esté pasando tan mal.

—No te preocupes, hiciste lo que tenías que hacer. ¿Quieres saber un secreto?

—Supongo.

Sonríe y se acerca.

—Ustedes no se miraban bien. Eres una belleza, y él es muy egoísta y amargado la mayor parte del tiempo.

—No lo es.

Sonríe con obviedad, y arquea una ceja.

—Contigo en una persona, pero con los demás es otra. Hay algo que se llama aparentar, linda —se coloca recto y acomoda la correa del bolso que cuelga de su hombro—. En fin, ya no estas con él y luces mejor, hay un brillo distinto en ti. ¿Te llevo a casa?

Imparable ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora