Bobby

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Dean se limpió el sudor con un trapo bastante sucio. De todas formas su cuerpo ya estaba todo cubierto de mugre y grasa. Pero no se daría una ducha hasta no terminar con aquel auto. La tozudez Winchester no era algo menor.

-Puedes tomarte un descanso si lo necesitas.

La voz de Bobby le llegó desde otro auto en reparación, a unos pocos metros de donde se encontraba él. Miró al hombre, y le sonrió con soberbia.

-Soy joven, Bobby. Hasta no terminar con este, no paro.

El adulto solo negó con la cabeza, también sonriendo, y volvió a lo suyo.

Dean amaba el taller mecánico de Bobby. Sam y él prácticamente se habían criado allí, entre chatarra, herramientas y transportes inutilizados. Las escondidas entre los autos eran su juego predilecto, y aunque ahora Dean a veces pensaba en lo peligroso que había sido dejar a dos niños jugando por ahí, siempre se habían cuidado mutuamente. Quizás el perder a su madre de tan pequeños les había enseñado a siempre estar pendiente del otro, desarrollando un vínculo íntimo y fuerte que los hacía sentirse un poco más seguros. Si bien hace años que habían dejado de jugar (o eso simulaban, porque aún se corrían entre ellos escondiéndose detrás de los vehículos rotos), seguían yendo al taller con frecuencia. Bobby era como un tío para ellos, el amigo de su padre que los había cuidado luego del fallecimiento de Mary. Les daba consejos, los regañaba, y les ofrecía otro hogar aparte de su casa. Bobby vivía al lado del taller, así que muchas veces se quedaban a dormir allí directamente. Además Dean había desarrollado una pasión por los autos, así que amaba pasar las tardes libres allí, reparándolos. Era bueno, según Booby, y el hombre no desperdiciaba halagos, así que debía ser cierto. A veces el rubio se ganaba algo de dinero, lo cual nunca venía mal, pero en general se lo dejaba a Bobby, pues tampoco le venía mal a él.

-Hey Bobby-interrumpió el silencio, intentando sonar casual.- ¿Sabes algo de los vecinos nuevos?

-¿Ahora andas de chismosa?-respondió hoscamente a la vez que reía, como solía hacer.

-Solo pensé que como todos vienen aquí te habían comentado algo.-y para disimular, agregó- Sabes que me encantan las historias.

-No está Sammy, ¿eh? Se nota que estás aburrido.

Dean bufó, molesto. Continuó en su tarea, pues no quería ser insistente. Sabía que probablemente Bobby supiese algo: los vecinos del barrio hablaban todo el tiempo, y él, aunque intentase disimularlo, no era la excepción. Sin embargo, no quería mostrarse demasiado interesado por Castiel, aunque por dentro lo carcomían las dudas. Si antes estaba intrigado, luego de lo que le había dicho Bella sentía una necesidad de saciar su curiosidad. Quería entender qué era lo que le había ocurrido a Castiel. Y qué le ocurría ahora: porque era obvio que lo que fuese que tuviese, lo seguía teniendo. Además, recordaba a la perfección el encuentro con él y su madre el otro día, el cual solo lo había dejado con más dudas ante el extraño comportamiento de ambos. Si alguien podía darle al menos una pista, no la desperdiciaría.

-Quizás me dijeron alguna que otra cosa.-habló Bobby, y Dean se dispuso a escuchar atentamente sin detenerse.-Me comentaron que se mudaron aquí por algo del hijo.

Un escalofrío recorrió la espalda de Dean. Si no había más intrigantes en la familia, ese hijo era Castiel. No puedo evitar recordar su conversación con Bella. ¿Qué podía tener un chico de su edad como para que toda su familia tuviese que mudarse a otra ciudad? Nada pequeño, seguro.

-¿Algo del hijo?-repitió, con curiosidad.

-Sí, un muchacho de diecisiete como tú, creo.

-¿Qué le pasó?

-No tengo idea, solo me dijeron que se mudaron por él, algo de empezar de cero.-y con la voz más grave, advirtió- No suena bien, así que te recomiendo que no te acerques.

Ante aquellas palabras, Dean no pudo evitar dejar su tarea. Aún con las herramientas en las manos volteó a ver a Bobby, quien seguía en lo suyo. El rubio esperó a ver si iba a decir algo más, pero no ocurrió. Su corazón se oprimió en su pecho. ¿Por qué parecía que Castiel era una mala persona?

-Recién ha llegado. No puedes ya estar estigmatizándolo.

Su tono debía haber sido mucho más duro de lo que había pensado, porque Bobby se detuvo. Volteó a verlo, y Dean le mantuvo la mirada, incluso alzando un poco el mentón, casi en un desafío. El adulto suspiró con cansancio y volvió a inclinarse sobre su auto.

-Cabeza dura como siempre. Solo te repito lo que me dijeron, ¿no es lo que querías?

-No. Sí. Arrg-exclamó con frustración.-Lo que quiero decir es que no lo conoces.

-No.

-Entonces no puedes saber si es una mala persona o no.

-No, no lo sé.

-¡Pero me adviertes que no me acerque a él!-se exasperó.

Bobby volvió a suspirar, pero se detuvo. Levantó la cabeza y miró fijamente a Dean, cuyos ojos verdes chispeaban. Tenía el ceño fruncido, con evidente molestia.

-¡Bolas! Mira, Dean, lo único que estoy diciendo es que las buenas personas no tienen que empezar de cero. O sí, puedo estar equivocado. Pero es algo para tener en cuenta.-y con fastidio, agregó-Si tanto te interesa, ¿por qué no le preguntas a él directamente?

-Quizás lo haga.-respondió con desafío.

El adulto siguió mirándolo, y entre ambos reinó el silencio por unos momentos. Con una sonrisa resignada, Bobby volvió a su trabajo.

-Ya sé que harás lo quieras. No perderé mi tiempo en discutir con tu cabeza dura.

Dean suspiró, intentando calmarse. Entendía el punto de Bobby, en verdad, se estaba preocupando por él. Y podía entenderlo: vamos, que la idea de un chico de su edad mudándose por algo suyo no auguraba nada bueno. Pero eso no lo detendría.

-Hace un tiempo yo no estaba en un buen momento. Si alguien me hubiese conocido en aquel entonces, quizás también hubiese advertido a otros que no se acercasen a mí. Y estar solo era exactamente lo contrario a lo que necesitaba.-declaró más tranquilamente.

Bobby no se detuvo, pero Dean reconoció el escalofrío que lo recorrió. Claro que el adulto sabía de qué hablaba. Tal vez de esa manera lo entendería.

-Es solo que no me gusta prejuzgar a la gente.-continuó.- Me parece...injusto.

Esta vez, el hombre rió. Dean tenía una expresión contrariada, pues no entendía qué era lo gracioso.

-Suenas igual a tu madre.-respondió al fin Bobby.

El corazón de Dean se calentó un poco ante aquellas palabras. Saber que se parecía un poco a una mujer tan bondadosa como su madre le hacía sentir orgulloso de sí mismo. Y por la sonrisa dulce en la expresión de Bobby, supo que a él también. En silencio, Dean volvió a arreglar el auto que tenía delante. No tocaron más el tema ese día.

Sobran las Palabras [Destiel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora