Helado

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Si ese verano era caluroso, ese día era un infierno. Estaba acostumbrado a las altas temperaturas, pero a veces hasta a él se le hacían insoportables. Pensó, mientras se encontraba en la fila del supermercado esperando su turno para pagar, en su vecino. Recordó aquella vez que ahora se le hacía tan lejana en la cual le había dado el dinero que le faltaba para poder pagar su compra. Se le hizo curioso que en aquel momento aún estaban en su cabeza y su corazón las dudas planteadas por Bobby y Bella acerca de la bondad de Castiel. ¿Cómo alguien en su sano juicio podía pensar siquiera algo parecido de aquel chico de ojos azules? Era obvio que no lo conocían. Con solo estar unos momentos con el cualquiera se percataría de que siempre estaba atento a la otra perdona, a como podía ayudarlo. Aunque era obvio que quien necesitaba ayuda era él. ¿Seguirían circulando esos rumores negativos acerca de su vecino? No dudo en pensar que sí. Su barrio era muy chismoso, y eso nunca acababa bien.

Llegó su turno de pagar. Lo hizo, tomó su bolsa y salió afuera. El aire afluente lo abofeteó cruelmente. Recordó que en primer lugar había pensado en su vecino justamente porque no sabía si estaría tan acostumbrado al calor.

Caminó algunas cuadras, y cuando estaba a unas pocas de su casa reconoció en la figura que caminaba en sentido contrario a Castiel, como si lo hubiese invocado con sus recientes pensamientos. Su vecino sonrió en cuanto lo vio, y Dean sintió que dentro suyo hacia más calor que afuera al ver esa sonrisa solo para él.

-¡Hey, qué casualidad, Cas!-saludó alegremente. Su vecino le correspondió con una ligera inclinación de cabeza.-¿A dónde ibas?

Castiel le señaló la bolsa con cosas del supermercado al rubio.

-Así que también te toca comprar, ¿eh? Debería estar prohibido salir con este calor.

El oji azul lo miró confundido, e inclinó un poco la cabeza hacia el costado, luciendo adorable. Dean tuvo que retener el impulso de abrazarlo que le había nacido ante el gesto, y en su lugar rió.

-¿Por qué me miras así? ¡No he dicho ninguna tontería!

Castiel sonrió ante el sonido de la risa de Dean.

-Nnnoo....caaa...loooorrr

-¿Qué?-y no fue que no entendiese lo que decía, si no que no lo creía.- ¿No tienes calor?

El vecino alzó los hombros, con una simple expresión en el rostro. Dean lo estudió, esperando para saber si era una broma. Sin embargo Castiel, como siempre, permaneció impasible.

-No puedes decirme que no tienes calor.-y se sintió un poco mal por usar el verbo decir cuando claramente su vecino tenía un problema con aquello.- ¿De qué planeta viniste, Cas?

El oji azul siguió mirándolo confundido, pero al fin rió también.

-Amiii....-abrió la boca para hablar.

Solo ese sonido salió. Castiel siguió con la boca abierta, como si fuese a continuar, pero parecía haberse dado cuenta de que aquello no iba a salir bien. Evidentemente frustrado, cerró la boca, sellándola por un rato. Dean lo miró con reproche, pero no quería apartarlo, así que cambió su expresión a un pedido.

-¿Qué?-preguntó el rubio.

Castiel lo miró sin comprender.

-¿Qué ibas a decir, Cas?

Los ojos azules se clavaron en él sin piedad. La mirada era intensa y abrumadora. Dean tragó en seco, y por primera vez desde que conocía a Castiel, tuvo miedo de haberlo herido o enfurecido de verdad, al punto de perder su naciente amistad. Sintió un vacío en el pecho. No quería perder a esa persona tan especial que había llegado as u vida una tarde de verano como cualquier otra. Y menos por una actitud suya malinterpretrada.

Sobran las Palabras [Destiel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora