Cita II

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-¡Aquí estás!-oyeron, dos voces superpuestas, una masculina y una femenina.

Los dos voltearon a la vez, sabiendo que cada uno le hablaba a cada uno de ellos. Dean y Bella se miraron, desconcertados por haber hablado al mismo tiempo. La chica sonrió de manera felina, mientras el rubio suspiró con desgano.

-Veo que sí aprovechaste la información que te di.-comentó con suficiencia.

-Sí, como sé que eres la mayor chismosa del pueblo no dudé de la veracidad.-respondió con burla.

-Podrías agradecerme, ¿sabes? Si no te hubiese dicho nada, te hubieras enterado cuando esto estuviese lleno.-le recriminó.

Dean revoleó los ojos, pero en el fondo sabía que Bella tenía razón. A fin de cuentas, no había tenido ninguna razón para contarle lo del parque, y era cierto que aún la noticia no se había esparcido como para que ni siquiera se pudiese caminar de la cantidad de personas. Tomó aire, tragándose el orgullo.

-Gracias, Bella.-dijo rápidamente.

-Así me gusta.-y su sonrisa se extendió. Luego volteó a ver a la chica.- ¿Dónde estabas, Meg?-pero en aquel momento reparó en quién estaba al lado de su amiga.-Oh, hola Castiel.

El mencionado alzó la mano a modo de saludo. La chica a su lado lo miró, y luego observó a su amiga.

-¿Se conocen?-preguntó con curiosidad.

-Es otra víctima de madres religiosas.-expresó Bella con hastío.

Meg miró a Castiel para confirmarlo. El oji azul suspiró y asintió con la cabeza. Dean no pudo evitar sentirse un poco aislado. Odiaba pensar que la Bella conocía a la madre de Castiel, aún si era por una fachada. Él ya sabía que la mujer no quería verlo ni en figuritas. Tampoco su amigo hablaba mucho sobre ella, lo cual era lógico, no solo porque seguramente se había percatado de lo mal que Dean le caía (a fin de cuentas él mismo le había empezado a pedir que no lo fuera a buscar a su casa), sino también por el asunto de Mary. Pero así Dean apenas tenía oportunidad de conocer a la madre de su vecino, mientras que Bella podía nombrarla con tanta naturalidad.

-Te compadezco.-comentó con cierta burla, aunque era obvio que en el fondo lo decía en serio. Luego sonrió amablemente-¿Viniste solo? Puedes estar con nosotras.

-No, vino conmigo.-aclaró enseguida Dean.

Meg lo miró, y su sonrisa se transformó en una mucho más cruel.

-Oh, veo que te dejan juntarte con el Winchester mayor, así que o tu madre está desinformada, o no es tan estricta como la de Bella.-volvió a mirar a Castiel, con una mirada mucho más coqueta que la que había dedicado al rubio.- O eres un rebelde.-añadió con travesura.

-Y tu una metiche, digna amiga de Bella.-respondió con molestia Dean.

Encima, la maldita de Meg, como siempre, había dado en el clavo con la rebeldía de Cas que tanto le gustaba a Dean, pues no era un rebeldía estúpida o peligrosa, sino mas bien la decisión de confiar en su criterio aún si se escapaba de las normas de su familia. Quizás la madre de Cas no supiese tanto sobre Dean, pero sí sabía lo importante: que había estado en la cárcel. Y, sin embargo, su vecino se seguía juntando con él, incluso a pesar de saber que a su madre no le agradaba. Esa era la rebeldía que admiraba Dean, y que por eso mismo sabía que podía gustarle a otros.

-Bueno, ahora que somos cuatro, podemos subirnos a algún juego.-comentó Bella con una sonrisa que simulaba amabilidad.

-¿Disculpa? No somos cuatro, somos dos y dos.-aclaró con hastío Dean.

Sobran las Palabras [Destiel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora