Galletas

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Cerró la puerta principal con parsimonia. Adentro de la casa el silencio era igual al del auto. Sabía que no se debía a la falta de ruido externo (era un barrio muy tranquilo) ni de música de fondo ni de conversación cotidiana. Era ese silencio que los atrapaba siempre en esa fecha, y parecía imposibilitarlos a hablar y a escuchar. Por un breve instante pasó por su mente la imagen de Castiel, quien parecía tener todo el tiempo complicaciones para comunicarse. Qué horrible debía ser.

-Iré a dormir un rato.-comentó John, luego de quitarse los zapatos y el abrigo.

-Me parece bien. Descansa.-respondió Dean, y le regaló un intento de sonrisa a su padre.

Su padre se acercó a él, y le dio un abrazo, cosa por demás rara en John Winchester. El rubio le correspondió, un poco abrumado. Duró solo unos segundos, luego se separaron.

-Si Sammy justo llama, mándale saludos de mi parte.

-Lo haré.-respondió, sabiendo que su padre sabía cuánto le afectaba no tener a su hermanito con él.

El mayor se retiró a su habitación. Dean lo siguió con la mirada, recordando el abrazo. No podía evitar pensar que su padre había cambiado un poco luego del lío en que se había metido. Lo apenaba, realmente. Le gustaba que John fuese más cariñoso, pero que la razón fuese su propia debilidad lo hacía sentirse débil y fracasado. Rayos, necesitaba a Sammy allí para darle ánimos. Quizás fuese menor que él, mas siempre lo ayudaba. Ojalá él pudiese ayudarlo de la misma forma.

Encendió la televisión y se sentó, aunque en verdad no la miraba. Pero no tenía energías para nada más. Tampoco quería dormir. Su cuarto, a veces, le recordaba irremediablemente a Mary. Y eso dolía demasiado en aquel día. Así que prefería quedarse sentado cómodamente en un sillón, simulando que vivía, en vez de sobrevivir. De pronto sonó el timbre, y, ciertamente lo sobresaltó, ya que su casa se había sumido en un silencio sepulcral. Cuando se calmó, no se levantó. No tenía ganas de hablar ni ver a nadie, así que simplemente no atendería. El timbre volvió a sonar una, dos, tres veces. Por fin decidió abrir, sobretodo porque tenía miedo de que el ruido despertarse a su pobre padre, y era lo que menos quería. Abrió la puerta bruscamente, un poco molesto. ¿No podían dejarlo en paz el día más triste del año?

-¿Qué qui--- -se interrumpió cuando vio que en la puerta había parado un chico con unos ojos demasiado azules para ser de este mundo.- Oh, hola Cas...-saludó sin su habitual energía.

Notó que la postura tan firme de su vecino parecía aflojarse un poco ante aquel saludo tan poco alegre de su parte. No le molestaba: sabía que usualmente tenía una energía positiva casi contagiosa (o al menos eso le decían), así que debía parecerle raro a su recién mudado vecino que "arbitrariamente" pareciera haberla perdido. Castiel no sabía nada de su madre, de su muerte, de su dolor. No lo culpaba, pues no le había contado nada. Sin embargo, no tenía fuerzas suficientes par hacerlo ahora.

-Lo siento, Cas, pero hoy no tengo ganas de...

No llegó a terminar la frase que sintió el dedo de Castiel sobre sus labios, en esa forma de silenciarlo tan propia de él. Su vecino negó con la cabeza mientras sonreía con... ¿comprensión? Como si ya supiese que Dean iba a decir eso. Pero no podía ser, si él no sabía qué día era, ni qué significaba para él. Sorprendido, esperó a ver entonces qué tenía su amigo para decir o, mejor dicho, paar hacer. Castiel, al ver que cooperaba con el silencio, quitó su dedo, y le regaló una dulce sonrisa. Luego, extendió su mano, que sostenía una bolsa.

-¿Para mí?-preguntó para corroborar.

Castiel asintió. Dean tomó la bolsa, sorprendido. Una vez que su mano quedó sin la bolsa, la apoyó en el pecho ajeno, exactamente a la altura del corazón. El rubio sintió que un sentimiento de tibieza lo colmaba a partir de ese contacto tan simple. Castiel retiró su mano, y la apoyó en su propio pecho, en su propio corazón. Y, luego, señaló la bolsa. Por último, señaló su casa. Le regaló una última sonrisa, dulce y condescendiente, se dio media vuelta y comenzó a aminar, alejándose.

Sobran las Palabras [Destiel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora