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[Cap.3]
🍃Los libros son cómo
su portada.


Nueve de la mañana y mi rutina de día sábado comenzaba. Me vestí con ropa deportiva y llené mi botella con agua antes de salir a correr por las calles de Seúl. 

Correr era algo que me gustaba, no solo por los beneficios que le traía a mi físico, mas bien por que solía despejarme de todos mis problemas. Era como la cura momentánea para todo el estrés que tenía. Por otro lado, amaba recorrer la ciudad por la mañana, en donde no había tanto tráfico y una que otra persona mañanera rondaba por los alrededores, pero no habían molestos ruidos de bocinas ni gente gritando desesperada por llegar tarde a su trabajo. Correr era el pequeño escape para una atrofiada vida como la mía. 

— Eh, guapura — dijo alguien llamando mi atención cuando me dirigía a abrir la puerta de mi apartamento.

— ¿Qué haces aquí, Jiwoo? — pregunté con una sonrisa en mi rostro.

— Vine a buscarte — respondió.

— ¿Una fiesta tan temprano? — volví a preguntar un poco confundida y asustada, ya no quería más fiestas.

— No, tonta ¡Hoy te mudarás conmigo!

— ¿Es hoy? — pregunté recordando con pesar, la estúpida apuesta.

— Si, así que comienza a empacar lo necesario para un mes.

(...)

Me sentía extraña, y no por el hecho de dejar mi apartamento (lo cual me traía beneficios económicos al no pasar la renta), ni mucho menos lo era convivir con Jiwoo. Había algo que mantenía mi cabeza intranquila, o mejor dicho, alguien.

— Hoseok, ¿Por qué no nos ayudas aquí en vez de estar vagando por ahí? — preguntó Jiwoo sacando la maleta de su auto. Mi vista se fue de inmediato al susodicho, quién estaba apoyado en una motocicleta mientras observaba lo que hacíamos. Al igual que nosotras, parecía haber llegado recién, puesto que su atuendo no era el típico que llevas cuando estás en casa.

Hoseok quitó su mirada de Jiwoo para fijarse en mí, y sin apartarla se acercó. Mi corazón comenzó a palpitar más rápido de lo usual, y sentí que las piernas me temblaban cuando su mano chocó con la mía.

— Suelta eso, nena — me dijo, haciendo que cayera embobada en sus oscuros ojos — Yo lo llevaré — agregó antes de quitar el bolso de mis manos.

Estaba mal, definitivamente lo estaba. No llevaba más de una semana de conocer a Hoseok y su presencia ya me hacía sentir millones de sensaciones, y si algo sabía, era de que estaba totalmente prohibido para mí.

— ¿Dónde estuviste toda la noche, Hoseok? — preguntó Jiwoo mientras nos dirigíamos a la puerta de su casa.

— Que te importa — respondió éste con una sonrisa en su rostro.

— ¡Por supuesto que me importa! Estoy a cargo mientras nuestros padres no están, así que si algo te ocurre será mi responsabilidad.

— Pero no me pasó nada, así que puedes estar tranquila, hermanita.

— Eres un imbécil — soltó Jiwoo mientras abría la puerta.

— Un imbécil que está muy bueno, eso sí.

— Anda a creerlo.

— ¡Es verdad, Jiwoo! O si no, pregúntale a tu amiga — agregó haciendo un gesto hacia mí. Ambos esperaron a mí respuesta, la cual jamás llegó porque entré en pánico.

Perfectly Imperfect (#1); Jung HoseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora