Diciembre pasó como los demás meses, excepto en navidad.
Amelie les regaló juguetes a sus nietos, que fue a entregárselos personalmente. Mientras que a Carrie, le amanecieron dos muñecas, una con un vestido púrpura y otra con un vestido rojo. Y demasiados dulces.
A mí, me amaneció como regalo más ropa y ¡Un set enorme de maquillaje! Por fin podría maquillarme sin preocuparme por acabar algo, pues había decenas de labiales, delineadores, esmaltes para uñas y sombras para ojos, eso sí, Amelie dijo que no exagerara, pues mi cutis no lo necesitaba aún.
Amelie y yo nos esforzamos en regalarle esa enciclopedia a Chris.
Había llegado el día veinte, pero a dirección de un amigo de Amelie, en donde la tuvo escondida hasta ahora.
Chris no creía lo que tenía enfrente. Eran veinticuatro volúmenes, demasiados gruesos, en especial los últimos. Creí ver lágrimas en sus ojos, y las había, pero recuperó la compostura.
— Gracias... Señora Amelie, usted ha sido lo mejor que nos ha sucedido.
— ¡Quita ese rostro triste, Chris! ¡Pues iremos a una cena elegante de la socialité! Nos reunimos cada veinticinco, exponemos nuestros logros, a pesar de ser viejos. Todos crecimos juntos en la Real Academia de Artes de Carolina del Norte. Un Conservatorio exclusivo a nivel nacional. Me encontraré con mis amigos que fueron cantantes de ópera, o bailarines, Cathy, puedes preguntarles lo que gustes. O mis compañeros de piano. Siempre iba con vergüenza, con temor a que me juzgaran por lo que me hizo mi ex esposo, pero ahora no puedo esperar para ir de nuevo.Debíamos ir lo mayormente elegantes posibles.
Le pedí a Carrie, que se pusiera el vestido que le regaló Amelie. Era de un rosa chillante, como todos los colores que le gustan a Carrie. Parecía una pequeña princesa con su cabello rubio suelto y ondulante.
No fue fácil para mí, pues quería causar buena impresión a las bailarinas o profesoras de baile. Entonces, decidí irme por lo elegante de lo negro.
Me puse un vestido, algo entallado, que llegaba hasta mis pies. El vestido era negro y completamente liso sin estampado o algo infantil. Para quitarle la seriedad, añadí unos pendientes de diamantes -falsos- y varios collares de perlas -también falsas- me recogí el cabello para que lucieran los diamantes en mis orejas. Y me pinté los labios de un rosa pálido.
Chris decidió ponerse un smokin color beige y una corbata azul cielo que combinaba con sus ojos.
— Si me hubieras dicho, Catherine Doll, que utilizarías negro, yo también lo habría hecho para acompañarte.
— No te habría dejado, no vamos a un funeral.
— ¿Por qué me hablas tan amargamente?
— Deja la coquetería, Chris. Se me caería la cara de vergüenza si Amelie se enterara... — hice un gesto para que callara porque escuché un ruido.
— No lo hará — dijo Chris, abrazándome.
— ¡Chris! Me despeinas.
— Nunca te vi tan hermosa, ¡Oh, Cathy! Si tan sólo...
— Ni siquiera termines lo que estás diciendo, por favor, quiero creer que tu inteligencia es suficiente como para darte cuenta de que es estúpido que tú y yo seamos iguales a los nosotros del ático.
— ¿Por qué no lo podemos ser?
— Porque ya no está Cory — respondí entre sollozos.
— Yo también lo extraño — dijo una vocecilla que no era la de Chris o Amelie —. Habría amado a mami Amy.
Carrie comenzó a decirle así a Amelie.
Chris le miraba como incrédulo, pensando por qué Dios no se la había llevado con su gemelo, para no tener que soportar el dolor de su ausencia.La reunión se dió lugar en una casa de una cantante de ópera. Y era una casa exótica que me recordaba a Foxworth Hall, aunque fuera como cinco veces más pequeña.
Había distintos canapés en charolas que ofrecían los criados y también en la mesa. De los cuales, Carrie y Chris se atiborraron, mientras Amelie les veía con mirada risueña.
Después de saciarse, Carrie se fue a sentar enfrente de la chiminea enorme, lo que me hizo recordar cuando mamá nos dijo hace tantos años que tendría gemelos, oh, mamá, qué fue lo que hiciste.
Allí se encontraba Madame Jolie pero estaba muy ocupada hablando con sus amigas profesoras de baile de la zona. Y entonces, una mujer, lo opuesto a Madam Jolie, rubia y más joven (no por mucho) me dice:
— ¿Es usted la joven nueva que fue aceptada en la Academia Chaussée?
— Sí...
— Mucho gusto. Soy la profesora de baile de la Academia Ivanov. He oído hablar de tu talento. Si algún día, sientes que Madame Jolie no te aprecia ¡No dudes en ir a nuestra Academia!
¡Qué juego tan sucio! Agradecí de mala gana, y entonces Madame Jolie me tomó del hombro y dijo a sus amigas:
— Ella es Catherine Bellmer; la prodigio de mi academia, ¿acaso no es hermosa?
Todas asintieron y entonces volteé a buscar a Carrie, que se encontraba llorando en la chimenea.
Fui corriendo, olvidándome de la elegancia y pregunté:
— ¿Carrie, qué es lo que sucede?
— ¡Los niños que estaban aquí me empezaron a decir que era un duende de Santa y que era uno muy feo!
Era fácil deducir quiénes fueron, pues se encontraban en el regazo de sus madres, escondiéndose.
— Carrie, queridita, no te preocupes — inició Amelie —. Todos los que te dijeron eso, son niños a los que Santa Claus no les traerá nada la siguente navidad. Pues tú eres tan alta como cualquiera y tan hermosa como ninguna.
Carrie calmó sus chillidos, pero no como se esperaba. Entonces, tuvimos que regresar a casa.
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Las Muñecas De Dresden
FanfictionSi has leído después del segundo libro, sabrás que Cathy y Chris no tuvieron una vida sin conflictos. Este fanfic tratará sobre lo que sucedió después del escape pero de color rosa.