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   Febrero llegó, idéntico a como había sido enero.
   A los tres nos iba bien en la escuela, y lo más sorprendente de todo es que ¡Carrie creció dos centímetros! Ya no éramos pálidos ni delgados. Amelie nos había salvado.
   Chris, era elogiado continuamente por sus profesores. Y, Brenda cada día se perdía más en su mirada.
   Habría deseado tener el don de Chris, de hacer la tarea en cinco minutos y tener un aprendizaje de ello, pero para mí eso era imposible. También se había inscrito en la clase de natación, sólo para mantenerse en forma.
   Carrie, contenta por haber crecido dos centímetros, había olvidado lo que le podía esperar. Ciertamente, su profesora nos había dicho que Carrie era muy tímida y que no tenía una buena relación con sus compañeritos, pero ¡Tenía a su primera amiga! Se llamaba Kelly, de su edad, y era una niña rubia pero de ojos verdes. ¡Incluso una vez visitó a Carrie para jugar! En este momento, al relatar esto, mis ojos brotan lágrimas de felicidad por mi querida Carrie.
   Ya no decidí pedirle dinero a mamá para las clases de ballet, pues mi plan era que cuando viera que fuera una prima ballerina, no creyera que fue gracias a ella.
   Debido al inicio a clases, me enteré que William era un grado mayor que yo, e íbamos a la misma escuela. Y siempre que lo saludaba, sentía que Chris estaba a mi lado, regañándome por hablarle. Pero William era de mis pocos amigos.
   No tenía tantas amigas como habría deseado, pues ellas creían que yo tal vez era presumida sólo por ser bailarina, y no sabría decir si también me tenían envidia.
   — ¡La copia barata de Ana Pavlova! — gritó una chica llamada Lesslie.
   Antes creí que la que tendría problemas en la escuela sería Carrie y no yo. Pero yo sí las hería..., o al menos lo intentaba.
   — ¡Tú no eres copia pero estás llena de grasa morbida! — le exclamé. Pues yo sabía que tenía complejos con su físico —. Sí... He visto que te excedes en la ingesta de carnes rojas, tal vez, si dejaras de atestarte; algún día igualarías mi grácil silueta de bailarina.
   — ¡No vengas a decirme eso, costal de huesos! ¿Eres pariente de Drácula o a qué se debe tu palidez!
   ¡Vaya! Eso me tomó por sorpresa, pues yo ya no me sentía tan pálida.
   Prometí respetar a mis compañeros desde el primer día, pero es que ellas me acorralaban y yo, soy una persona regida por mis emociones al instante.
   Estaba pensando en una manera rápida de atacarla, sin que ella me diera un puñetazo en el rostro y lo arruinara, pues ya tenía bastante con la decepción de no haber sido elegida como Julieta. Entonces, me sentí tonta, pues realmente me esmeré pero Madame Jolie eligió a una bailarina que ella formó desde que ella era pequeña, Natalie, si mal no recuerdo.
   Las risas burlonas de Lesslie y su clan me estaban hartando. Pero la maestra tuvo una reunión de improviso y nos dejó terminar nuestro trabajo en lo que ella volvía.
   — ¡Me mira como tarada! — exclamó Lesslie —. ¿Acaso no todas las rubias y bailarinas son estúpidas?
   Me lancé contra ella. Mis piernas de bailarina la acorralaban a ella ahora, puse las piernas en sus brazos. Y le comencé a arañar debajo de los pómulos. Estaba invadida por una rabia exagerada, pues chillé como si fueran a mí a la que le estuvieran arañando el rostro.
   Entonces, alguien me haló muy fuertemente del cabello, arrastrándome, y entonces, Lesslie se safó, y me dio una bofetada, pero ¡Entró la profesora! Y agradecí ser vista como la víctima que era.
   — ¡Señoritas Lesslie y Susan, dejen a Catherine!
   Me soltaron como una muñeca vieja, estuve sentada en cucillas, acomodándome el cabello, definitivamente no debí haber llevado una cola alta.
   — ¡A la dirección!
   La profesora Palm, me entregó un reporte por ser mi primer altercado, y no fue en vano, pues le conté todo lo que ellas me decían.
   — ¿Y por qué no me lo dijiste?
   — No le había dado importancia...
   En cuanto a Lesslie y a Susan, las suspendieron por una semana, pues a lo largo del ciclo escolar habían tenido más peleas y disputas.
   — ¡Si vuelve a ocurrir, las expulsaré de aquí!
   Sentí satisfacción de oírlo.

Las Muñecas De DresdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora