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   Ya era catorce de febrero. Me encontraba trasbastidores, mordiéndome la uña de mi meñique izquierdo. Las personas apenas se estaban acomodando en sus lugares, por lo tanto, el telón seguía abajo.
   Entonces, la mano de Fredek hizo que me volteará a con él, y como consecuencia de su movimiento brusco, me arranqué un pedazo de uña.
   — Esas manías repugnantes... Quiero que sea la última vez que te miremos haciendo eso — miró que me salí sangre —. Y por favor, ve y ponte algo.
   Después de que me puse un pequeño curita de mi tono de piel, me dijo:
   — Por el amor de Dios, Madame Jolie ya me explicó la discusión del otro día, y sí, tengo fe en ti. Me recuerdas a mi antigua esposa fallecida, y sé que, si hubiera fallecido un poco mayor, se habría convertido en la mejor prima ballerina. Por eso ya no bailo y me dedico a la coreografía; prometí no bailar desde que mi Polina se fue de este mundo.
   ¡Esa historia era deprimente!
   — Ahora, señorita Bellmer, retrata todas las historias trágicas de amor a tu manera. Allá afuera, hay jóvenes enamorados y quieren ver romance en ti y en Oscar, ya te dí la coreografía, ahora te falta el carácter...
   — No lo decepcionaré...
   — Y Catherine — dijo, sonriendo —. Si Madame se entera que consumiste alimentos enlatados te asesinará, por lo menos dale el gusto el día que tengas que subir al escenario.
   ¿Cómo sabía que antes de venir comí atún? Mi aliento no olía mal, tal vez Amelie le dijo pues ellos se llevan muy bien.
   Entonces, sonó la música y mis nervios crecían, pero con el paso de los actos y los aplausos al terminar éstos, Oscar me daba confianza y las chicas del corps me felicitaban, mientras Madam Jolie estaba hablando con los de iluminación y director de orquesta porque ya faltaba el último acto.
   — Ustedes saben que para los últimos minutos, pido las luces grises, no amarillas, al parecer alguien lo comfundió con el ballet de Blanca Nieves que mañana interpretarán mis niños. ¡John! — dijo a éste encargado distraído cuando lo miró pasar —. Si comete otra falla similar, se irá a la calle. Además, pedí tres luces grises medio encendidas pues son las de centro para que los protagonistas tengan énfasis, no grises completamente encendidas que sólo entorpecerán al espectador.
   Madame era tan perfeccionista...
   — ¡Cinco minutos para el acto final!
   ¡Cinco minutos! Recogí mi cabello y maquillé más rápido que un puma, pues debía ponerme el vestuario y calentar con él.
   Allí estaban Chris, Carrie, Amelie y Fiorella. Habría deseado que estuviera Brenda pero estaba enferma de resfriado. También deseé que estuvieran Cory, papá y la mamá de antes, que nos amaba y mimaba. Pero ellos estaban impregnados en mis entrañas y ¡Suertudo el que me haga olvidarlos!
   Subí la mirada a los asientos VIP, en donde no había nadie que conociera, sólo había un joven adulto (no tan mayor que yo) al lado de una anciana. Y él trae una cámara, que, de hecho, es más reciente que la de Amelie, y luce tan lujosa, incluso parece ser comprada en el extranjero pues su correa de cuero gris resalta la cámara y no entiendo las letras de ésta, definitivamente no podría ser de aquí.
   — ¿Quiénes están en los palcos?
   — Nadie interesante. Catherine, no esperes a la Reina en tu debut. Sólo sé que las personas de la derecha, provienen de una revista de ballet en Virginia. Y lo del centro... Me parece que fueron bailarines alguna vez...
   Todo encajaba tan bien.

   Al terminar, todo fue tan súblime, pero me era difícil no mirar a los palcos.
   — Felicidades — dijo Oscar —. De hecho muy bien para que fuera tu primera vez como bailarina. Recuerdo que Natalie — me dijo, susurrando —, vomitó por los nervios.
   — Creéme que casi lo hacía — repliqué, llena de euforia.
   — ¿De qué le sirve? — atajó Madam Jolie —. Si no sabe qué quiere en el futuro...
   — Madame, ya lo decidí, y estaré estos dos años con usted. Acepto su trato.
   — Ya decía que te darías cuenta de tu talento. No te preocupes, mis alumnos que han dejado la compañía con mi permiso, no fueron negados en las que quisieron entrar. Incluso algunos fueron aceptados en Julliard o Geoffrey, y muchos en Europa.
   — Pero si su Academia apenas tiene diez años, Madame.
   — Pero la compré a una mujer que no sabía hacer prosperar su Academia, Dios mío... Sus alumnos eran tan regulares y yo los volví excepcionales.
   Deseaba ser como ella, entonces le dije a Amelie que ya no me permitiera comer los alimentos que Madame Jolie no aceptaba.
   — Fredek se enteró que comí atún enlatado cuando debí comer medio filete de salmón sofrito con romero y aceite de oliva...
   — Perdóname, no supe mentirle, es tan simpático. Es que, no encontré en ningún supermercado de mariscos, ningún salmón como lo pedía Madame Jolie.
   — Es porque sólo lo venden en jueves cuando recién lo llevan, Meghan me explicó.
   Carrie me felicitó y Chris me abrazó, mientras el joven adulto me extendía una enorme sonrisa.

Las Muñecas De DresdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora