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   Inglaterra fue nuestra primer parada, donde fuimos recibidos por The Royal Ballet y bailamos al ritmo de el lago de los cisnes. Inglaterra era un lugar en donde la gente tenía un acento que me hacía reír, en especial cuando estaban enojados, anduvimos por el Tamésis y pasamos por el palacio de Buckingham, solamente estuvimos cinco días allí. Pero no dejé de fotografíar para enseñarle a Chris aunque no era muy buena con la cámara.
   Amsterdam era el lugar de donde provenían los buenos bailarines además de Rusia, y disfruté cada una de sus calles que parecían haber sido pintadas por alguien. Visitamos museos de arte y también hicimos una magnífica presentación de el lago de los cisnes, en donde cada vez éramos más notorios.
   Francia... Mi parada favorita, la torre Eiffel me conquistó en cuanto la miré. Nuestra presentación fue Giselle, y asistieron tantas personas que los aplausos era ensordecedores y embriagantes.
   — Es solamente el inicio, Catherine — dijo Madame Karenina.
   — ¿Iremos a Rusia?
   — No por ahora, mucho menos al Bolshoi, para asistir al Bolshoi se necesita más fama y apenas estás iniciando.
   España nos recibió bailando su clásico de Don Quijote, y era emocionante mirar nuestras carteleras en la calle como si fuéramos súper estrellas, me enamoré de la comida española y por una vez Madame Karenina nos dejó comer comida con grasa que sobrepasa a lo que solemos comer.
   Italia y Grecia me robaron el alma y deseaba que Chris estuviera conmigo mirando todas las maravillas que mis ojos observaban. Estabámos paseando en góndola por Venecia, cuando Madame Karenina me dijo:
   — Aprovechálo, Catherine, mañana será tu día, si lo haces bien mañana, seremos recibidos en los grandes escenarios. Italia no recibe a cualquier extranjero, y si lo hace, lo critica hasta por los codos, depende de ti y de Niccolo. Están en la mira de los leones.
» Cuando era jóven y bailaba en mi natal Rusia, nunca fui tomada en serio, decían que mi técnica era el de una chica que nada sabía sobre la técnica francesa o italiana, ¿y sabes qué hice? ¡Yo misma me mudé a Italia! Fui una sensación y al estar enojada con mi propio país, no bailé en el Bolshoi y el Marinsky hasta los veinticuatro. Pero no permití ser pisoteada, si hoy te pisotean los italianos o el New York Times, demuéstrales que la prima ballerina de Madame Karenina está hecha de hierro.
   — ¿Cree usted que algún día pueda bailar en el Bolshoi?
   — Estás a un paso, Catherine, a un paso diminuto. Miro la determinación en tus ojos, y por lo que recuerdo, aún tengo contactos en el Bolshoi, lo único que necesitas es tener un tour mundial.
   — ¿Pero, cuándo?
   — Espera, Catherine, eres muy desesperada, apenas tienes veintidos y Niccolo veintitrés, habría deseado que ustedes dos fueran pareja fuera del escenario pero ese doctor te tiene loca.
   — ¿Cuántas casadas han bailado en el Bolshoi?
   — Eso es lo de menos, no debes dividirte de las demás, pero en mi opinión, te visualizo bailando como Clara en el Bolshoi, los rusos son muy orgullosos, rara vez reciben a un extranjero. Es tu deber demostrar que Madame Karenina no ha muerto en la historia de la danza. ¿No deseas bailar en Tokio como yo? ¿Por qué el Bolshoi es tu meta?
   — Cuando era niña y papá aún vivía, fuimos a un ballet en donde los bailarines venían de bailar en el teatro Bolshoi, y papá me explicó que solamente las más grandes ballerinas tienen la oportunidad de pisar un pie allí.
   — Italia es nuestra última parada, esperemos los resultados de esto, si el resultado es bueno, seremos recibidos en Austria, Rusia, Alemania y los lugares que queramos.

   Vestida con el traje de Giselle, mis nervios me traicionaban.
   — ¡Lo haces mal! Debes lanzarte cuando digo ocho, no diez, estás lenta — dijo Niccolo —. Deberías sentirte afortunada de estar en mi tierra.
   — ¿Y nunca te has sentido tú, Niccolo, orgulloso de que los Estados Unidos no te hayan dado una patada de regreso a Italia?
   — Estados Unidos es una burla, excepto algunas compañías pero los demás es burdo y soso.
   — Jóvenes no discutan, Catherine, tus conteos son lentos debido a tus nervios. ¡Saldrás en cuestión de minutos y estás descordinada!
   — De esto depende mi vida — dije, soportando las lágrimas.
   — Ímaginate para mí, debo demostrar que no me marché a un país con mala fama en vano. Si sigues así, mis paisanos te echarán criticas que me afectan.
   — ¡Niccolo! — atajó Madame Karenina —. Intentenlo, este grand pas de deux está fallando porque el vestido de Catherine es muy ancho y le impide calcular bien los pasos, pero todo está bien.
   Lo volvimos a intentar pero seguí atrásandome hasta que lo logré y Niccolo me felicitó con ironía.
   La presencia de grandes autoridades en el ballet en el público era algo que me intimidaba y me hacían sentir como una hormiga, un poco antes de mi entrada, Madame me dijo:
   — Al finalizar, te presentaré a un gran amigo mío.
   El ballet dio inicio y salí como la dulce campesina Giselle, intentando bailar a pesar de que mis padres lo prohibían, todos aplaudían las maravillas que hacía Niccolo y las piruetas que yo hacía.

   Cuando todo terminó, y el trágico final me llenó de tristeza, giré para ver al señor que Madame Karenina traía consigo.
   — Usted es la exquisita Catherine Bellmer, Madame Karenina me ha dicho cosas gratificantes de usted.
   — Gracias, ¿a quién me dirijo?
   — Catherine, él es el director de la Academia de Rusia, en donde se baila siempre en el Bolshoi pero es de ascendencia inglesa. Ha bailado para la Reina de Inglaterra y a él y a su esposa, se le ha otorgado el título de Lord Y Lady de Keystone, él es Lord Graham Abbot de Keystone.
   — Es un placer conocer a alguien de su magnitud.
   — Ya me lo han dicho. He visto su presentación llena de pasión por parte de usted y su pareja, me extraña no haberlos visto nunca en el Bolshoi.
   — Necesitamos primero la critica de los italianos...
   — Dudo que escriban algo negativo, su presentación ha hecho que mi esposa, Lady Lorianne, derramara una lágrima en el final. No cabe duda que la ex prima ballerina Karenina Steklov sabe hacer bailarines. ¿Sabe? Una vez la Reina dijo que si Karenina no fuera rusa, también le daría un título de Lady o baronesa.
   — Eso es magnífico, no sabe cuánto me honra que usted crea que tengo un buen futuro.

   «La Academia de Danza de Los Ángeles, compuesta por la coreografía de la ex bailarina Charlotte Sanders y de la profesora de danza Madame Karenina Steklov, ha finalizado su temporada de presentaciones en nuestro teatro Nacional.
   Como prima ballerina, se tuvo a la imquieta Catherine Bellmer, ¿la amamos o la odiamos? Su actuación amérita amor por parte de la critica italiana pero simplemente no es lo que se esperaba para ser alumna de la gran leyenda Karenina Steklov, por lo tanto, la presentación de Catherine Bellmer es agridulce. Su técnica y porte sorprendió a los expertos pero su brusquedad al entrar y salir rompía el encanto.
   Como premier danseur, estuvo el magnífico bailarín procendente de Pompeya: Niccolo Andreoli y su presentación a comparación de su compañera, fue pulcra y limpia en todo momento. Tal vez descuidaba sus brazos cuando soltaba a su ballerina pero su porte y expresiones te impiden negar su talento así como el de Catherine Bellmer.
    Conclusión de los protagonistas: se cita lo que dicta Sir Riccardo al finalizar el ballet: “me han llenado de la indescriptible sensación de formar parte de esta épica historia. Si bien cometieron faltas diminutas, no se puede culpar a la juventud por falta de experiencia”.
   El corps era perfectamente sincronizado y no se tiene ninguna queja aunque Rafaello sostiene que algunas doncellas parecían estar en otro lugar pues se veían desconcetradas.
   Conclusión general: Madame Karenina Steklov ha creado a un grupo de prodigios americanos que son de los pocos en tener una disciplina tan correcta y sofisticada.
   Periodista y critico de arte Giancarlo Carduccio.»

   Eso terminó de traducir Niccolo mientras me culpaba de su única falla: descuidar sus manos al soltarme.
   — No sé que te ocurría, te alejabas de mí como si fuera veneno.
   — No hay por qué discutir si practicamente fuimos alabados. Catherine, te dije que te veías agotada al ir trasbastidores, debes cuidar eso.
   — No puedo esperar a contárselo a Chris — dije con un extásis incontenible.

Las Muñecas De DresdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora