Tomé un avión para ir a Lamberton, con mis maletas y una adicional con todo lo que compré en mi primera gira.
Todos me estuvieron esperando en el aeropuerto, en donde nos abrazamos y saludamos para después subir al coche.
— ¡Cathy! — dijo Carrie en el coche —. ¡Estoy en la orquesta de mi escuela! En serio lamento que no puedas asistir porque será en octubre.
— Amelie, por favor graba la presentación de Carrie, porque en octubre les tengo una sorpresa.
Chris estaba silencioso, por lo que contó, estaba nervioso porque diría el discurso de despedida.Al llegar a la nueva casa de renta de Chris, en Lamberton, les entregué los recuerdos de mis viajes.
A Carrie le regalé pulceras y collares de Cuba, México y Brasil, y vestidos hermosos confeccionados en Argentina. Además de figuras talladas de madera que compré en Canadá.
A Chris, le regalé un libro que hablaba de los descubrimientos de los doctores latinos, sin contar las camisetas y sombreros que compré en Colombia y Puerto Rico.
Para Amelie fue más díficil porque ella ya ha viajado por el mundo, pero me convencí por regalarle un disco firmado por un acordeonista aclamado en Argentina, que Amelie y yo admirábamos mucho. También le regalé pendientes de colores.
A Fiorella, le regalé un juego mexicano de trastes de barro, pero eran de colección porque eran pequeñísimos y de sus cucharas ni hablar.Chris tuvo que partir a su Universidad una hora antes para ensayar lo que de haría, en lo que nosotras nos arreglábamos para asistir a su graduación.
Me sentía extraña, pues parecía que nunca lo lograríamos, y Amelie me contó que Chris es tan brillante, que ya se le consiguió un empleo en un hospital prestigioso en donde debes pagar una buena cantidad de dinero para que te traten.
Al ponerme mi vestido azul con encaje negro en los hombros, casi sentí que me desplomaba al mirar que Amelie se tomaba una pastilla para calmar sus dolores. Tuve que cerrar la puerta del baño y contener la respiración para no llorar y estropear el maquillaje. «Este es un buen día para todos» me repetí una y otra vez.
— ¿Habrá algún conocido de Pembroke? — pregunté temerosa de que alguien arruinara nuestro noviazgo.
— No te conocieron los que asistirán. Habíamos invitado a Brenda pero justo en este día también se gradúa su primo pero hasta en Railegh, por lo tanto no estará en días.
— ¿Y sus hijas? — Cuando pregunté eso. Amelie casi frenó de golpe el auto, inclusive Carrie se golpeó con el asiento, debido a la magnitud del freno.
— Yo les invité — logró decir —: hasta Chris les envió una invitación a mis tres hijas, pero ni siquiera respondieron algo...
¡Las odiaba! Después de que no pudieron salirse con la suya, querían seguir atormentándola.Chris en el púlpito, hablando sobre la esperanza, la pasión de seguir tus sueños y no rendirte, hizo que todas derramaramos lágrimas. Dio gracias a Amelie y a sus profesores y a compañeros por haberlo motivado a continuar, pero me miraba a mí cuando decía eso.
Chris abrazó primero a sus profesores al bajar de allí, éstos le daban palmadas en la espalda y le decían palabras que no alcanzaba a distinguir. Después, abrazó a Amelie, a Fiorella y a Carrie, me estaba sintiendo triste porque no me abrazó pero entonces me abrazó tan fuerte que temí que me rompiera algo.
— Felicidad... — no terminé de decirlo porque me besó de lleno en la boca, le respondí el beso pero con un poco de vergüenza aunque éramos novios y nos respetábamos el uno al otro.— Catherine, sé que apenas me he graduado pero quisiera decirte algo...
— ¡Chris! Si vas a decir algo, dilo rápido antes de que mi volcán de chocolate se enfríe — respondí jugando en el restaurante más lujoso de Lamberton.
Y muy diferente a lo que creía, con su esmoquin negro, se arrodilló mientras sacaba un anillo que tenía un diamante hermosamente tallado.
— Catherine Leigh Bellmer, ¿te casarías conmigo?
— Sí — apenas logré decir por las lágrimas y el nudo que se atoraba en mi garganta.
Lo levanté de los hombros y le dí un beso en la boca. Amelie nos veía muy orgullosa y Carrie con una mirada perdida.
¿Por qué dije que sí?
— Chris, no podremos vivir juntos, ¿lo recuerdas?
— ¿De qué hablas? Amelie, me dijiste que le habías contado.
— Y eso hice, creo que no entendió...
— Me dijiste que Chris trabajaría en el hospital Montgomery que se encuentra en la capital.
— Nunca te dije en cuál ciudad se sitúaba.
Entonces lo recordé, al igual que los restaurantes: ¡Los hospitales Montgomery era una cadena de hospitales nacionales!
— ¿Quieres decir que...? — pregunté con la respiración agitada.
— Trabajaré en el hospital Montgomery, pero en el que se encuentra en la zona de Los Ángeles.
Mi corazón se llenó felicidad y de esperanzas. ¡Chris encajaría tan bien! Me imaginaba a los dos, en una playa de Los Ángeles o yendo a pasar un fin de semana en Coachella. La vida me sonreía más y más.
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Las Muñecas De Dresden
FanfictionSi has leído después del segundo libro, sabrás que Cathy y Chris no tuvieron una vida sin conflictos. Este fanfic tratará sobre lo que sucedió después del escape pero de color rosa.