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   Estimada Catherine Bellmer:
   El Conservatorio Nacional de Artes de Carolina del Norte: Livingstone, tiene el honor de informarle que ha sido aceptada en el campo de danza clásica y su teoría.
   Aunque se le informó que a pesar de ser becada, tendría que pagar una cuota de inicio, se le informa que su beca como estudiante de primer año y con excelente historial, le pagará su inscripción.
   Se le espera este doce de enero, en Raleigh, en la dirección de nuestro conservatorio, a las cinco p.m. ya que ese día será para que pueda conocer nuestras instalaciones y se le asigne una habitación.
   Sin más, le deseamos suerte en su primer semestre y la esperamos con impaciencia.
   Atentamente:
   Hilary Bennett.
   (Directora del Conservatorio de Artes Livingstone).

   Estuve abrazando a todos como una loca. ¡Iría a Raleigh en cinco días!
   Después de casi llorar por la felicidad, casi lloramos por la tristeza de separarnos.
   — Catherine vendrá siempre que pueda. Ya verán. Entonces, se alegrará de oír tus melodías en el piano, Carrie. Chris, ¿ingresaste en el concurso de tu universidad?
   — Tenía planeado hacerlo, pero estoy demasiado ocupado realizando el peoyecto de anatomía y no alcancé a inscribirme, además de que el profesor nos encargó leer una obra que trata específicamente sobre la constitución ósea de los huesos. Pero me apuntaré al siguiente si mi agenda lo permite.
   — Chris — inicié —, estoy segura que habrías ganado este concurso. No te desanimes, ya estan viniendo nuestros tiempos mejores. No quiero que al irme, Amelie me diga que no concursaste en nada más.
   Carrie estaba en silencio, pues fingía no estar dolida. Todos fingíamos.

   De los nervios, me resultaba imposible conciliar el sueño. Entonces, me escabullí para el cuarto de Chris.
   — Cathy — susurró Chris, dejándome entrar —. ¿Qué necesitas?
   Sí, Chris nunca cambiaría. Mientras yo estaba sentada, con mi pijama de imitación de seda y mi hermoso cabello suelto, él estaba trazando algo en un cartel del cuerpo humano.
   — No puedo dormir, ¿qué haces?
   — No lo entenderías.
   — Tienes razón pero no seas tan brusco. Tú tampoco entiendes de ballet y a pesar de ello te platico todo.
   — Natalie no hacía otra más que hablar de ballet. En mi enciclopedia viene la historia de la danza, ¿en serio crees que soy ignorante sobre el ballet?
   — ¡Chris! Estoy a días de marcharme y te muestras frío, y además, no me importa tanto lo que haces, pues tal vez me resulte asqueroso como todo sobre anatomía. Y dime, ¿por qué no te inscribiste en el concurso? No necesitabas mentirle a Amelie y decirle que se te pasó el tiempo de inscripción, pues el concurso es hasta febrero.
   — ¿Quieres callarte? La razón está en ti. Cuando te marches no haré otra cosa más que pensar en ti, y no quiero quedar en rídiculo el día del concurso. Parece que no te duele tu partida, señorita Bellmer.
   — Deja de decirme así...
   — Lo eres, tú y Carrie, por desgracia yo ya tengo veintiún años y no me pudieron registrar y sigo siendo Dollanganger.
   — No hables de registros legales, que me da sueño.
   — Catherine, ¿podrías darme un beso? Uno pequeño, he aguantado tres años por vergüenza a pedírtelo, creí que las ansias se irían pero...
   Lo besé de lleno en los labios porque mis ansias nunca se fueron tampoco. Pero me pareció haber visto a una mujer vestida de gris, que me fruncía el ceño y me separé de Chris, asustada.
   — ¿Qué ocurre?
   — No sé por qué cedí a dártelo, aún te quiero, pero intentas que me sienta deprimida por mi partida cuando deberías de alegrarme, y eso está mal...
   — Te deseo éxito, es sólo que me lastima estar lejos de ti.
   — Pues acostumbrate porque cuando sea primma ballerina, viajaré por todo el mundo y no podrás ir conmigo...
   — Como esposo sí...
   — ¡Chris!
   — Ya, ya — respondió riéndose mientras yo me sonrojaba.
   — Te dejo terminar tu trabajo, al parecer son la una de la mañana, ¿para cuándo es?
   — El martes, y aún debo hacer un cuadro sinóptico sobre las vitaminas y el efecto en el ser humano, algo sencillo sin duda.
   — Eres un genio — dije, antes de salir de su habitación.

Las Muñecas De DresdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora