Capítulo extra.

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   Cuando Clara tenía trece años, la Reina invitó a los de la Real Academia de Artes a una cena por su aniversario de creación, solamente los profesores y sus familias asistiríamos y fui la encargada de dirigir el ballet que se presentaría en el Palacio de Buckingham pues se decidió que mi salón era el más apto para presentarse. Se bailaría Blanca Nieves y mi Clara interpretaría a Blanca Nieves, lo cual me llenaba de un orgullo que me impide manifestarlo. Y, yo misma pedí que Clara Belov, la niña tan parecida a mí y que ahora conquistaba el mundo casi como yo.
   Chris estaba tan emocionado como yo, que le obsequió a Clara unas zapatillas point color doradas, díficiles de conseguir pues el satín tenía mezclas de oro, algo extravagante a mi parecer pero se trataba de su primer protágonico y Clara siempre era una chica muy dulce, más parecida a Carrie que a mí.
   — Señor y señora Dollanganger — saludó el príncipe — como su hija es nacida en Londres, tal vez a ella sí le demos un título si continúa como lo hace.
   No pude evitar sonreír, buscando a Clara con su vestuario azul tan bellamente confeccionado. El príncipe preguntó algunas cosas sobre la producción y se marchó, cuando se fue de los bastidores, busqué a Carrie al lado de su esposo Noah, ahora era la señora Stone, y aunque estaban teniendo dificultades para tener un hijo, al menos no han pasado por la agonía de perder uno.
   Busqué en el albúm azul que mamá nos heredó, ya minutos de que iniciara el ballet, saqué una foto de Cory, una de papá y un gorrito que antaño había confeccionado para Colin, estaba a medio hacer porque me resultaba imposible terminarlo. Coloqué las fotos y el gorrito en mi asiento, mas yo no podía sentarme pues tenía que supervisar todo. Miré los objetos y pensé: «Papá, no creas que me he olvidado de tu sonrisa, tal vez no me miraste ser prima ballerina pero para ti siempre lo fui, mira a Clara, baila tan hermoso, heredó tu sonrisa, pues no es como la de Chris o la mía, es una sonrisa que se asimila a la de la bella durmiente cuando despierta de su sueño eterno. Cory, tú debiste ser el pianista que Carrie tanto deseó ser, moriste porque Chris y yo no nos escapamos antes, que tristeza que no conociste al buen alma de Amelie y te marchaste de aquí con una mala vista sobre nosotros. Colin, aunque nunca podré recordarte por facciones o voz, me lastimaste tanto como si realmente hubieras nacido, te prometo que Clara Amelie Dollanganger será feliz por ti.»
   Miré en dirección a Clara y a las personas que estaban en el palacio. En el descanzo del segundo acto, fui por una taza de té para el estrés cuando alguien chocó conmigo y manchó mi vestido gris de seda.
   — Disculpa, las ancianas que bailan toda la vida suelen tener algún fallo, ¿no crees?
   — ¡Madame Karenina y Madame Jolie!
   — Reanudamos nuestra amistad todo este tiempo, dejando la rivalidad y creando una compañía.
   — ¡Me alegra!
   — Tu hija tiene un don, como sigue, no tardará en obtener algún título real. Por si te lo preguntas, ambas fuimos las bailarinas predilectas de la realeza, por eso estamos aquí.
   — Clara se sentirá halagada por sus comentarios.
   — ¿Quién es su padre, Catherine? — preguntó Madame Jolie.
   — El hombre de allá — le señaló Madame Karenina.
   — Me parece familiar — meditó.
   — Nos conocimos en Pembroke — le respondí rápidamente —, sobrino de Amelie, descance en paz.
   — Sí me enteré de lamentable noticia — dijo Madame Jolie —, pero no se pudo ir de aquí más feliz y orgullosa por ti y tu hermana. Y por tu hija.
   Me fui a buscar a Chris, poniéndolo al tanto de lo que dije para que siguiera la corriente. Y me dijo:
   — Catherine, es asombroso, el señor McClein además de ser instructor de baile es joyero, te admiró tanto que hizo esto para ti.
   Se trataba de un collar diminuto, sabedor que no soy fantática de las joyas exageradas, con una cadenita de plata, el dije era una zapatilla rosa pálida con un diamante incrustado.
   — ¿Por qué no me la da él?
   — Es muy tímido, vino hacia mí y dijo que le recuerdas a su esposa fallecida.
   — Debo ir a supervisar, te amo.
   — Cathy, he oído que si Clara sigue así, recibirá un título de realeza cuando adulta.
   — Lo sé.

Las Muñecas De DresdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora