Al día siguiente de aquella magnífica fiesta en donde fuimos presentados a los talentos europeos de mayor fama, se nos presentó el teatro Bolshoi.
Prometí tomarle fotos a mi familia del menor detalle, y eso hice al entrar en el teatro vacío, pero después de desvivirme tomando fotos, contemplé todo para absorver la magia del ballet.
Con solamente mirar los asientos y falcos con terciopelo rojo y adornos dorados, sentí que ya no tenía porque tener esperanzas, ya no era necesario porque mi sueño se cumplió.
— ¿Qué fue lo que hicimos diferente? — pregunté a Madame Karenina.
— ¿A qué te refieres?
— Miles de bailarinas sueñan con esto... pero no lo logran, ¿qué hicimos nosotros para estar aquí?
Yo no lo entendía, me sentía la misma persona de siempre, y me cuestioné si realmente ya era famosa antes de pisar el Bolshoi.
— No preguntes tonterías, como siempre, buscas detalles insignificantes del pasado. Eres hermosa, inteligente, dedicada, ¿y lo preguntas? Te responderé como deseas, estás aquí gracias a ti. No gracias a mí, a Niccolo, tu esposo, solamemte por ti porque te lo propusiste.
» Seré directa, lo diferente que hiciste, es sencillo de decir pero díficil de hacer: no te rendiste. Por lo poco que sabemos de tu vida, se deduce que no fue fácil, mucho menos después de...
Se interrumpió, cuando ella se enteró de mi embarazo, estaba contenta como yo pues decía que era un nieto de danza pues siempre nos acomparaba como a la hija que tuvo y falleció, la única que sabe la causa fui yo, pues fue su manera de consolarme por Colin: su avión se había estrellado rumbo a visitarla y no hubo ningún superviviente.
Su respuesta me regresó la confianza, pues a veces me sentía sin pena ni gloria en un país tan desconocido tanto en idiomas como en costumbres.
— ¿Has oído Catherine? Te noto inquieta.
— Disculpe Lady Abbot — respondí contrariada.
— Estaba diciendo, que, intenten hacer una glisade ya que ha habido presentaciones en donde los bailarines resbalan porque cuando se hace la ópera, el suelo es más descuidado y puede haber algún relieve que los haga caer. El año pasado sucedió eso con el lago de los cisnes mientras bailaban los cisnes pequeños: ¡Una fatalidad y falta de profesionalismo! Desde entonces esas cuatro solistas ya no han regresado y su reputación ha ido de mal en peor.
¡Me asusté repentinamete! Entonces Madame Karenina me consoló con la mirada y comencé a hacer algunas pirouttes y posiciones principales para irme acostumbrando.
— Mañana se traerá la utilería y vestuarios que faltan, por lo tanto, los ensayos iniciarán mañana, hoy pueden usar el día para ser turistas — dijo Lord Abbot.
Todos asentimos y comenzamos a trazar algunos pasos para memorizar el espacio.
— Usted debe aprenderse esto mejor que nadie, pues sus variaciones necesitan de un buen espacio. La que interpretará a la pequeña Clara ya ha bailado antes aquí, de modo que incluso ella lo conoce mejor que usted.
— Gracias.
La verdad ni siquiera sabía qué agradecía pero no quería ser descortés con los Abbot.— Podemos ir a la plaza — me dijo Niccolo en cuanto salimos del teatro.
— No me apetece, no me agrada el clima ruso.
— Tal vez con una botella de vodka te agrade más.
— Repite lo que has dicho.
— Podemos cenar en un buen restaurant.
— Te confesaré algo, antes de venir a Rusia, creía que todo sería mágico, pero no, el frío me carcome los huesos aunque parezca un panda de lo abrigada que estoy, ya quiero ensayar para tener calor siempre. Las comidas tampoco me llamaron la atención, son extrañas, y deberías saberlo porque eres italiano y no dejé de comer pastas integrales mientras estuvimos allí.
» No podemos ir a patinar porque Madame Karenina lo tiene prohibido por si nos lastimamos, no habrá obras de teatro u óperas porque la siguiente presentación será de nosotros.
» Lo único que me consuela es que fuimos bien recibidos por la sociedad y que pronto formaremos parte de ella y ganaremos mayor prestigio, pero en mis ratos libres, nada me llena de emoción.
— Podemos ir al museo. Tiene calefacción, no hay comidas horrorosas y además venden café, que, por lo que me contó la presentadora de arte del museo, es ríquisimo.
— ¿Arte? ¡Gracias Niccolo! ¡Llamaré a Vlad en cuanto lleguemos al hotel!
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Las Muñecas De Dresden
FanfictionSi has leído después del segundo libro, sabrás que Cathy y Chris no tuvieron una vida sin conflictos. Este fanfic tratará sobre lo que sucedió después del escape pero de color rosa.