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   Ya instalada en Los Ángeles, viviendo en un departamento (¡Por fin una "casa" propia!) en una distinguida avenida, recibí solamente una visita de mis hermanos y Amelie, y me animaban.
   — Bien. Se puede decir que estás empezando a ganar fama — dijo Amelie serenamente, Chris y Carrie se encontraban afuera en las piscinas.
   — ¡Sí! Mi agente, llamado Joe, está haciendo todo lo posible para ser contratada, pero, me dijo que no importaba si no me volvía actriz, que bastaba con ser prima ballerina de mi academía.
» ¿Y que si no lo logré? ¡Ja! Todos posaron sus ojos en mí al entrar y saber que era de otra parte, todos querían ser el primero en bailar conmigo. Sí, ya tengo dos meses aquí apenas, pero mi agente quiere que conozca bien los sitios y que retome bien mis clases de ballet para no atrofiarme.
» Espero presentarte pronto a mis amigos, además de que Madame Karenina es un encanto al lado de Madame Jolie pero más ruda que Madme Leyre. Y eso que es rusa.
   — Catherine — interrumpió Amelie con suavidad —. Una antigua amiga me ha dado invitación para acudir a su concierto y...
   — ¿Y por qué no va?
   — Es en Italia — respondió, ruborizándose —. Aún tengo mi pasaporte con el que iba a mis conciertos. Carrie lo sabe y me quiere acompañar, pero, no estoy segura...
   — ¿Está jugando? ¡Eso es fantástico! Carrie amaría ir a Italia, después de haber estado encerrada en una habitación, debe aspirar a conocer el mundo. ¿Cuál es el problema?
   — Ese no es el problema, solamente la introducción, no me queda mucho tiempo a pesar de tener casi sesenta años, pero debes imaginarte el estrés que ha sido mi vida al criar sola tres hijas. Ya tengo cincuenta y siete años, tal vez no sea mucho para las bailarinas porque ustedes se saben conservar, pero para las personas normales ya es algo. Nunca quise decírtelo, pero padezco de hepatitis desde que era joven, y temo partir de este mundo sin hacer lo que tanto anhelo hacer.
   — ¿Qué desea tanto?
   — Viajar por el mundo de nuevo. No viajar bajo la estresante perspectiva de aprender las partituras y adaptarte al piano, sino como vacaciones verdaderas. La pensión es suficiente, y ahora sólo me falta tu aprobación.
   — No olvide mandarme postales y cartas — dije, sonriendo con lágrimas en los ojos. La abracé, me parecía imposible hablar de su muerte, siempre que la veía envejecer se me hacía un nudo en la garganta.
   — Sé que estarás bien aquí, si algo ocurre, no dudes en escribirme o a Fiorella. Cambiando de tema, ¿planeas casarte con algún danseur?
   — En realidad, no lo sé, todos aquí son iguales y ninguno resalta del resto.
   — Me alegra que pienses así, pues Christopher tendría el corazón roto.
   Me ruboricé al rojo vivo. ¿Era tan evidente?
   — Catherine, hija mía, Carrie y yo, no somos ciegas, siempre lo supimos. Y lo hemos discutido mientras Chris se va a la Universidad.
   — ¿Y a qué conclusión llegaron? — pregunté, incómoda.
   — Al leer algunos manuscritos de tu diario que escribiste en tus días de prisión, no puedo hacer otra cosa más que dejarte vivir tu vida plenamente para que no vuelvas a depender de nadie. En cuanto a Carrie, tú y Chris son como sus padres, y aunque esté aterrada porque recuerda a su abuela diciendo que eso era pecado, yo la tranquilizo cuando le digo que el amor no es pecado porque es puro, más el primer amor, Cathy.
   Estaba hechizada oyendo todo aquello, mientras brotaban lágrimas de felicidad auténtica: ¡Amelie era tan compasiva y cariñosa! ¡Nos perdonaba algo imperdonable! Inclusive convenció a Carrie de que nuestro amor no era fruto del diablo, pero, aguarda, ¿Chris seguía amándome?
   — Catherine, no me mires así, no quería decirlo pero a veces siento que crees que todo el mundo es como tu abuela y no es así, no te enojes, mañana nos iremos y no quiero arruinar nuestras últimas horas aquí.
   — ¿Chris sabe que está enterada?
   — No, pero es evidente que cada día te quiere más.
   — Por favor, háganse usted y Carrie las ignorantes, pues si se entera, nos distraeremos con nuestros propósitos justo cuando lo estamos logrando. Chris es capaz de hasta pedirme matrimonio, así que, se lo ruego. En serio, quería presentarle a mis compañeros pero todos se encuentran en sus casas pues viven cerca para pasar de día de acción de gracias.
   — No te preocupes, aunque Chris y yo estábamos ansiosos por conocer celebridades. No le molestará no conocer a nadie de tu compañía.
   «Mejor» dije para mis adentros, pues sería una vergüenza si se enteraban que mi futuro novio era mi hermano. Y agradecía que ellas nunca se entrometieran en mi vida, pues todos estábamos demasiado ocupados lanzándonos al estrellato.

Las Muñecas De DresdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora