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   Después de haber sido aceptada, se estableció una nueva rutina para todos.
   En vez de tomar sólo ballet, decidí aventurarme en la actuación y ¿por qué no? En el canto. Una persona multifacética es más valorada. Ya tenía veinte años, mientras que Chris tenía veintitres, y nuestra Carrie tenía doce años.
   Chris había ganado recientemente un concurso de su universidad, del cual le faltaban dos años para graduarse. El concurso consistía en realizar un artículo de divulgación acerca de las enfermedades que acarrean los mosquitos, y sorprendentemente, su articulo fue publicado en una revista nacional, a nombre del universitario Christopher Dollanganger.
   Por lo que me decía Carrie en sus cartas, le iba muy bien en su academia, pero que no sabía si quería dedicarse al piano por toda su vida como una obligación, pues prefería hornear pasteles con Fiorella y hacer pasta italiana, pero era normal que tuviera dudas, ya que estaba en la edad de descubrirte a ti mismo.
   Amelie gozaba de una jugosa pensión, ya que Carrie y yo éramos Bellmer, y el gobierno le ayudaba con los gastos de Carrie.

   Fui una estrella aquellos dos años en los que me adapté, conocí personas importantes.
   Y, se nos presentaba algo único ahora, un cazatalentos de Los Ángeles estaba de visita como solía ocurrir a menudo.
   Yo ya había interpretado a Dulcinea y a Cleopatra. Y por lo que me decían mis instructores, lo hacía muy bien, entonces, cuando vi al cazatalentos, sabía que primero me miraría a mí.
   Todos estábamos como unos locos antes de su llegada.
   — Catherine, interpretará a Scherazade porque habrá ballet de las mil y una noches. Debes ir a probar los vestuarios.
   El misterioso cazatalentos, estaría sentado en el público como cualquier expectador.
   Tuve que suspender mis clases de canto y actuación para rendir en los ensayos del ballet. Ensayábamos hasta que los huesos me punzaban y mis cabellos podrían ser exprimidos por su sudor.

   Traía puesto un traje árabe, de color azul turquesa que resaltaba mi piel blanca. Mi traje, al ser la protagonista y debía resaltar, estaba unido a lentejuelas plateadas.
   Una chica pelinegra y de ojos verdes y piel pálida, llamda Cheryl, interpretaría a Donianzada, y un chico llamado Mathew, interpretaría al Rey Schahariar.
   Ambos éramos como el mejor trío, nuestra combinación hacía que los asientos se llenaran.
   — Primer acto en cinco minutos — dijo una voz que hizo que extrañara a Fredek. Sin duda les estaba agradecidos por haberme ayudado a lograr mis sueños, y si ahora era posible: ¡Iría a Hollywood! Debía esforzarme.
   Comencé a cantar mientras bailaba alegremente y...
   — No hagas eso, se te contraerá el diafragma...
   ¡Era Madame Jolie!
   — ¡Madame! — la corrí a abrazar.
   — Luces como un zafiro — logró decir.
   — ¿Qué hace aquí? — pregunté con tono amable.
   — Madame Leyre y yo, somos grandes amigas, creo que es tu profesora pues ella me contó de tu éxito y esta oportunidad.
   — ¡Bailarines del primer acto! — gritó Madame Leyre.
   Cuando inició el violín, fui transportada a otra tierra. Ya no era Catherine Bellmer, ahora era Scherazade y dependía de mis historias para que el Rey se compadeciera de mí. Le narraba cosas mágicas que sucedían en Baghdad, le narraba sobre el príncipe Kalender.
   Mathew me recordaba a Chris en muchos aspectos no sólo físicos, lo que hacía que pusiera más empeño a mi danza, y un poco de vergüenza...
   Salía agotada de cada acto, a pesar de que con las historias descanzaba. Madame Jolie me daba aliento, secaba mi rostro y me decía que no me jorobara cuando salía del escenario.
   — Tus músculos están calientes y cansados, debes permanecer con la espalda recta.
   — No has cambiado, Jolie — dijo Madame Leyre —. Catherine ha aprendido todo de usted. Incluso se niega a alimentarse de otra manera que no sea la de usted.
   Madam Jolie lanzó un suspiro de felicidad. Y me tuve que ir para terminar el ballet.

   Cuando todo terminó y todos se fueron, el misterioso cazatalentos entró a los trasbastidores acompañado de Madame Leyre.
   — Él es el señor Thomas Fuster, agente de una agencia de talentos. Y les tiene un mensaje.
   — Primero más que nada — dijo, girándose hacia mí y dándome un beso en la mano —. Felicidades a la hermosa Scherazade, me ha cautivado su danza. El propósito de mi visita, es que mi agencia, localizada en Beverly Hills, está vacante de una joven bailarina que pueda ser actriz también, ¿alguien aquí actúa?
   Cheryl, Mathew, otras dos personas y yo alzamos la mano a pesar de que el puro corps ocupaba veinte bailarines.
   — La industria del entretenimiento es estresante para el que no sabe llevarla, ¿creen ustedes poder hacerlo?
   Yo asentí rápidamente aunque debía reflexionarlo después.
   — Se les pagará alquiler, ensayarán la Academia de Artes de Los Ángeles, deberán administrar su tiempo para audicionar y demás.
   Deseaba ir a Los Ángeles, porque allí los bailarines eran tomados en serio, no como en Carolina del Norte, cuando unos neoyorquinos nos dijeron granjeros.
   Sería mi propósito, deseaba despegar mi carrera de una vez por todas.
  

Las Muñecas De DresdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora