¿Alguna vez tuviste ese amigo que hacía su lista de propósitos en año nuevo? Peor aún, ¿tú eres ese amigo? No importaba cuantos años te prometieras lo mismo, siempre sabías que no lo harías al llegar la segunda semana de enero, pero lo continuabas prometiendo porque querías ponerte las pilas o hacerte creer que por fin las cumplirías.
Así se sentía estar enamorada de Arvel, sabía que por más que me prometiera no volver a caer en sus encantos terminaría cediendo y el querer buscar a mi príncipe amarillo se iría al carajo.
Gerard se tomó muy enserio su papel de cupido y ayudarme a encontrar a otro amor, él también sabía que lo dejaría en veinte minutos, pero aun así me mostro a otros posibles candidatos, con Phoebe.
El descanso nunca me había parecido tan eterno como ese. Los pelirrojos me mostraron a cualquier tipo de chico que dudaba que existieran. Cada chico que pasaba por el primer piso, era seguro que ambos me dijeran lo guapo que él era y lo probable de ser mi posible gran amor.
Tonterías, era la primera vez que los miraban. Ni siquiera conocían sus nombres y vaya que ellos sabían el nombre de la mayoría por los chismes en los pasillos.
—Ese no me parece bueno para mi Candy —comentó Gee.
—¿Y por qué mamá? —preguntó Phoebe en tono divertido.
—Con solo verlo sé que no la va a querer para algo serio.
—¿Cómo sabes eso? —le cuestione.
—Un chico nunca revela sus secretos sobre otros. Así como ustedes.
Al final del receso se cansaron y dieron por hecho que no superaría a Arvel por un buen tiempo.
*
Cuando las clases terminaron fui a casa de Gerard. Seguía molesta con Rory y lo mejor era no verlo por una larga década. Fue una buena idea irme con Gee, su mamá llegaba tarde del trabajo por lo que podíamos ver telenovelas todo el día y burlarnos de estas hasta cansarnos. Esas eran las mejores tardes, en especial cuando la palabra tarea no aparecía en nuestras cabezas. Lo malo de esa magnífica tarde fue el hermano de mi amigo, Peter. Sí, no iba a negar que dicho hermano era un... adonis, sin embargo, su lista de conquista era más larga que las apuestas sobre cuando Jacob por fin tendría pareja.
Esa tarde —después de ver tres episodios de telenovelas— Peter apareció por la puerta. Tiró su mochila al sillón, específicamente donde yo me encontraba, y se lanzó a un lado de su hermano, dando un suspiro agotador.
—Me alegra ver una chica tan hermosa en nuestra casa —dijo de pronto—, hasta que haces algo bien Gerard.
—Hey, tranquilo. Soy el responsable de Candace mientras los demás no están.
—Como digas.
Me miró y guiñó su ojo izquierdo. Ignoré su coqueteo y seguí mirando la televisión. Minutos más tarde, me levante para ir por algo de comer ya que se habían acabado las palomitas en el momento más inoportuno. Llegué a la cocina, serví un poco de golosinas y en cuanto di la media vuelta para regresar, encontré a Peter muy cerca de mí.
Dios, mi respiración se fue por completo. ¿Por qué era tan guapo?
—Hola Candy.
Si Arvel Winslow no se hubiera encontrado en mi cabeza en ese momento, hubiera devorado esos labios que parecían malvaviscos. Seguro. Concéntrate, Candace, estás pensando estupideces.
—¿Qué quieres, Peter?
—Solo quise saludarte, ¿es algo malo?
Se acercó un poco más a mí. Piensa en cosas sanas, Candace. Me dije.

ESTÁS LEYENDO
Siempre fuiste tú ✔
Teen FictionCandace Delaney y Arvel Winslow han sido amigos casi toda su vida, ambos pueden deletrear sus aventuras o callar cuando se trate de sus travesuras. Candace está enamorada de Arvel, y Arvel está enamorado de Candace. Solo que ninguno sabe sobre dich...