Candace:
Fui una estúpida en cuatro cosas.
La primera fue en confiar en Dave, la segunda en creerle a Arvel sobre su amor, la tercera en irme sola del festival y la cuarta en no llevar suficiente dinero para pedir un taxi.
Caminé por las calles, con los brazos a mi alrededor, tratando de cubrirme del aire fresco. Fue inevitable no derramar algunas cuantas lágrimas en el camino, me dolía de sobremanera lo que acababa de suceder. Se suponía que ese sería el mejor fin de semana de nuestras vidas, no que terminaría con el corazón hecho pedazos, y menos por dos hombres.
Detuve mi andar en una parada de autobuses, según el horario faltaba poco para que pasara el último, por lo que me quedé ahí parada esperando. En eso, un sonido apenas audible llamó mi atención, agudice mi oído para saber de qué se trataba. Entonces supe que era: un maullido. Di media vuelta, siguiéndolo con mucho cuidado de no asustarlo con mis pisadas. En cuanto lo vi, me moví en silencio y lo tomé entre mis manos. Se miraba tan indefenso y pequeño, sorprendentemente no se asustó ni trató de escaparse. Me miraba con sus ojitos azules dilatados, era de color blanco, aunque tenía un poco de suciedad entre su pelaje. Sin poder evitarlo, decidí que se iría conmigo a casa, mi corazón se rompía al imaginarlo ahí sin tener algo para comer o de alguien abandonándolo en ese feo lugar.
Escuché el autobús cerca, acomode el gatito entre mi chaqueta de mezclilla y caminé al lugar donde había estado antes de escuchar al pequeño felino, esperaba que el chofer no lo viera porque no me dejaría subirme y el departamento estaba lejos. Este se detuvo frente a mí, dejé el dinero y casi corrí al asiento desocupado.
Por suerte, el conductor no se dio cuenta del animalito. Lo malo fue que casi no sentía el brazo al bajar. Me senté en el pórtico, necesitaba un poco de aire y quería concentrarme en mi nuevo amigo. Recordé que una amiga de la universidad tenía muchos gatitos, y me dijo como saber si eran machos o hembras. La luz de la luna me ayudó esa noche a revisar, y mi sorpresa fue grande al comprobar mis sospechas; era gatita.
En ese mismo momento la nombre May, en honor a mi abuela.
*
Marshall estaba muy molesto conmigo, lo cual era entendible teniendo en cuenta en cómo me fui. Acaricie la cabecita de May, estaba a nada de quedarse dormida.
—Estábamos muy preocupados por ti.
—Lo siento —repetí por enésima vez—, no fue mi intención.
—No lo sé —Negó con la cabeza—. Dime, ¿qué pasó para que te fueras así de pronto? ¿Y ese gato?
—Me peleé con Dave y Arvel —Señalé a la gatita—. Y se llama May, la encontré en la parada de autobuses, espero no te moleste.
—Claro que no —suspiró y se sentó junto a mí—. Solo te pido que cuando pase algo así, hables conmigo o con quien tú quieras, pero con alguien que sepa que no te pasó algo malo.
—No volverá a pasar, lo prometo.
—¿Quieres hablar de lo que pasó ayer?
Negué, aún me dolía recordar lo sucedido. Me levanté de mi cama y caminé a tomar mis cosas de la mesita de noche.
—Te lo cuento cuando esté lista. Lo mejor por ahora será irnos al trabajo.
Marshall asintió, y yo agradecí que él fuera tan buen amigo. Y, tal vez, el único que me quedaba.
. . .
Arvel:
Era sábado de nuevo y en toda la semana no pude hablar con Candace. Un par de días me había armado de valor para ir a su casa y platicar de lo sucedido del domingo, pero una vez que salía de mi casa el valor me abandonaba de una manera tan veloz que no dudaba en regresar a mi comodidad.
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Siempre fuiste tú ✔
Teen FictionCandace Delaney y Arvel Winslow han sido amigos casi toda su vida, ambos pueden deletrear sus aventuras o callar cuando se trate de sus travesuras. Candace está enamorada de Arvel, y Arvel está enamorado de Candace. Solo que ninguno sabe sobre dich...