20: I wanna be your lost boy

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—Entonces, ¿ya son novios?

Teníamos uno de nuestros clásicos maratones de películas por el amado insomnio de mi roomie. Los dos teníamos un vaso con helado de chocolate, aunque para mi desgracia casi terminaba mi porción.

—Aún no, queremos ver si va a funcionar. Es nuestra última oportunidad.

—¿Última? ¿Están seguros de eso?

Dejé el vaso sobre mis piernas, el resto del helado había dejado de ser delicioso.

—Lo amo, Marshall, y me haría muy feliz que esto funcione. Pero si no lo hace, y por ese amor tan enorme que le tengo, lo dejaré ir.

—Yo creo que ahora lo de ustedes si funcionara, ya no son adolescentes y sé que hablaran si algo va mal —sonreí.

—Espero que tengas razón, Marshall.

—¿Le dirás a Rory? Estos meses ha estado muy sobreprotector contigo.

—Se lo diré, solo para que no esté molestando después.

—Créeme, se molestará no importa cuando le digas.

—En eso tienes razón, querido Marshall.

Quedamos en silencio, disfrutando de la película e ignorando nuestras preocupaciones mientras podíamos. Entonces recordé sobre un tema de conversación que teníamos pendiente.

—He querido preguntarte, ¿qué pasó en el festival después de que me fui?

Marshall se estiró en su lugar, luego pasó sus manos detrás de su cabeza.

—No debería decirte esto.

—Ándale. Prometo no decir nada.

—Es que se trata de Rory, él debe decirte.

—Te encanta verme sufrir —Él se encogió de hombros—. Bueno, cuéntamelo sin decir lo de mi hermano.

—Ok —En eso apareció May, la tomé y puse sobre mis piernas para empezar a acariciarla—. Nos encontramos en donde habíamos planeado cuando terminara el festival, esperamos un poco a que aparecieras, pero no lo hiciste. Todos nos preocupamos bastante, en especial tu enamorado y Rory. Tu hermano pensaba lo peor porque Gee le decía que estabas con Peter.

—Agh, se me revuelve el estómago de solo oír su nombre.

—Ni que lo digas. Bueno, Arvel contó lo sucedido y solo empeoró nuestra preocupación. Te marcamos por teléfono, te quisimos buscar por el walkie talkie y en ninguno contestabas. La amiga de Rory nos aconsejó caminar, porque a lo mejor no te fuiste tan lejos. Nos dividimos y fuimos a buscarte, media hora después regresamos y, desde luego, nadie sabía dónde estabas.

—Lo siento —susurré.

—Eso no importa ahora, solo no lo vuelvas a hacer. Ah, y Arvel era el más desesperado por encontrarte. Luego, se me ocurrió que tal vez podrías estar en casa. Subimos a la camioneta y venimos.

—Y aquí estaba. Con May.

—Sí —asintió con la cabeza—. Candy, tienes suerte de haber estado aquí. Rory y Phoebe estaban al borde del colapso.

No fui buena amiga ese día, sin embargo, pensaba que tenía la mejor suerte y los mejores amigos del mundo, y que debía encontrar una manera de agradecérselos.

*

Marshall quiso ir solo a comprar comida y algunas cosas que habíamos olvidado para la semana. Miré mi celular por un par de minutos desde que él se fue, sin embargo, me aburrí y lo puse en un lugar lejos de mí para distraerme un poco con May.

Le compré una pelota y entre ambas la pasábamos. May de una manera rápida se ganó mi cariño, sentía que ella respiraba y me daba ternura. Era el amor que necesitaba en mi vida y al fin estaba conmigo.

Acariciaba el pelaje de mi gatita cuando el sonido del timbre de la casa me desconcentró. Dejé a May y bajé las escaleras corriendo, al abrir la puerta mi corazón saltó de alegría. Era Arvel.

—Hola, Flynn.

—Hola.

Lo dejé pasar, agradeciendo por fin tener compañía y no seguir muriendo de aburrimiento por pensar que más podía hacer con mi mascota.

Estuvimos platicando un rato, aunque yo me distraía a cada segundo al ver esos ojos tan hermosos que tiene y dejaba de prestarle atención... no podía estar más enamorada de Arvel Winslow, esto empeoraba por las cosas tan lindas que comenzaba a decirme.

—¡¿Quién es esta hermosura?!

Con su emoción me regresó a la realidad. Se levantó de su lugar, lo seguí con la mirada y observé la escena más linda y tierna del mundo; Arvel tomando a May y cargándola.

—Se llama May, la encontré después de —guardé silencio—, del festival.

Arvel se puso serio por un par de segundos, luego cambió su expresión por una sonrisa.

—Es hermosa.

—Lo sé.

—Es hermosa —repitió y me miró—. Al igual que su ama.

—Si piensas que eso te dará puntos, estas muy equivocado.

Bueno, le daban más de cinco puntos, pero él no tenía por qué saberlo.

Dejó a May en el sofá, junto a él y luego se acercó a mí, alterando por completo a mis hormonas... y neuronas.

—¿Segura?

—Desde luego.

Acortó el espacio que quedaba entre nosotros y me besó, por supuesto le correspondí. Tenía miedo de que esa oportunidad se tratara de un sueño tan maravilloso, aunque al sentir mi corazón latiendo con velocidad, sabía que era muy real.

—Te amo, Arvel —susurré.

Nos miramos a los ojos fijamente. Lo sé... había arruinado el momento, otra vez.

—Yo también te amo, Candace.

No voy a negarlo, me emocioné demasiado. Tanto, que me abalancé sobre él y lo besé de nuevo, esta vez como si el mundo se fuera a terminar... o si llegara Rory a interrumpirnos. Nos separamos y sin poder evitarlo nos quedamos viendo de nuevo.

—¿Quieres ser mi novia?

El aire abandonó mis pulmones, teníamos todo a nuestro favor. Pero algo no estaba bien aún.

—¿Así nada más? —pregunté—. ¿Sin tener una cita?

Por supuesto bromeaba, y Arvel lo sabía. De todas maneras, él tomó mis manos y sonrió.

—No, tienes razón —besó mi mano—. Tengamos una cita.

Siempre fuiste tú ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora