No pude llevar a cabo mi venganza.
Lo sé, soy una idiota, porque en cuanto vi a Arvel los corazones comenzaron a rodearme y en lo único que podía pensar era en lo guapo que se veía.
Al llegar a mi casa me di un golpe con la mano abierta en la frente al darme cuenta de lo que había pasado. En especial porque recordé que Gerard también me daría otro, ya que él estaba de acuerdo en mi plan.
—¿Creen que es buena idea? —les pregunte cuando termine de contar la historia.
—No —dijo Phoebe—, es una pésima idea. Hazle caso a tu papá y habla con Arvel.
—No lo sé.
—Yo digo que no es mala idea hacerlo sufrir un poco —comentó Gee.
Phoebe lo miró mal, luego le dio un golpe en el brazo.
—¿En serio, Gerard? —él se encogió de hombros.
—Es por hacer sufrir a Candy.
—Sí, yo también quiero golpearlo por esto, pero esa no es la manera.
—Creí que Arvel era diferente —dijo Gerard mientras negaba con la cabeza—. Me las va a pagar.
—Yo igual —hablé—. Pero esto no se quedará así.
Esa noche me quedé pensando en qué debía hacer, ¿era buena la venganza? ¿O debía hablar con Arvel?
*
Al día siguiente, íbamos en bola al salir de la escuela, queríamos ir a comer ya que casi no había tarea. Estaba a un lado de Phoebe, quien me hablaba de la injusticia de las tareas, me dio cada una de las razones y yo estaba de acuerdo.
De pronto, Gerard comenzó a chiflar y corrió hacia nosotras.
—Candy, me acabo de acordar de algo importante.
—¿De qué?
—Me debes una apuesta.
Lo vi a los ojos, tratando de acordar.
—Es verdad —le dije al fin.
—¿Qué te parece si lo realizamos ahora?
—Lo que sea para verte perder, Gee.
—Un momento —habló Phoebe—, ¿qué está pasando aquí?
—Hace unos meses Candy y yo hicimos una pequeña apuesta.
—¿De qué?
—De que él no soportaría un día entero conmigo.
—Uf —suspiro mi amiga—, suerte con eso Gee.
—Todos van a ver que puedo lograrlo —Pasó una mano por su cabello—. Pon el temporizador.
—¿Qué se traen ustedes? —preguntó mi mellizo.
—Nada, solo que Gerard piensa que podrá soportarme un día entero —fingí una sonrisa inocente.
—Suerte con eso, es más préstame tu teléfono.
Phoebe le paso su celular y le movió un poco a la hora que anteriormente había elegido la pelirroja.
—Solo necesitas cuatro horas —dijo, mostrándonos la pantalla—. ¿Listos?
Mi amigo no contestó y pulso en iniciar.
Gerard Jones solo pudo soportar media hora.
. . .
Arvel:
Fuimos al parque al terminar de comer. Y Peter se unió a nosotros en cuanto nos vio, cuando se dio cuenta de mi presencia noté que algo planeaba, tal vez era el día en que se le declararía a Candace. Pensé en que era lo mejor, ¿qué tal si él era su felicidad? Entonces yo no estorbaría, porque lo único que importaba era que ella fuera feliz, conmigo o sin mí. Aunque, Candace valía la pena... así que lo intentaría una última vez.
Me levanté y corrí hasta donde se encontraba la culpable de mis insomnios. Platicaba con Phoebe, ambas se burlaban de Gerard. No quería interrumpir su conversación, pero me di cuenta de que Peter también se acercaba a la escena.
—Hola —dije.
—Hola —me respondieron los tres, Gerard lo hizo sin ánimo.
—Vengo a robarles un rato a Candace, ¿no hay problema?
—Por supuesto que no —contestó Phoebe—. Adelante.
Candace y yo nos alejamos de nuestros amigos, moría de nervios y de ganas de tomarle la mano, sin embargo, tuve que contenerme. No quería verme como un desesperado. Además, llevaba casi diecisiete años esperando, nada me costaba unos minutitos más.
No hablábamos, y no era incómodo.
Caminamos hasta mi lugar favorito por alguna razón. Supongo que era porque estaba nervioso y anhelaba un poco de tranquilidad. Solo el creador sabía lo que estaba a punto de hacer y cuanto me costaba. Sí, ya había tenido un par de novias, pero ninguna me hacía sentir como Candace y por eso terminaba con ellas.
Al final, nos fuimos al lugar de la última vez. No pude resistirme y tomé sus manos, eran tan pequeñas, me encantaba ver como se lucían juntas.
—¿Qué pasa, Arvel?
Miré sus ojos cafés oscuro, mi corazón comenzó a acelerarse. Era la imagen que quería guardar por el resto de mis días.
—Nada, solo quería estar contigo.
Se sonrojo, ella no tenía idea de cuánto me encantaba que eso pasara. Si hacer ruborizar a Candace fuera un deporte, sin duda sería mi favorito.
—¿Por qué? —preguntó.
—Me gusta estar a tu lado. ¿Por qué la pregunta? ¿A ti no te gusta estar conmigo?
—No... digo, sí. Mucho.
Sonreí. Y me sentí mejor cuando ella me dio esa mirada especial. Instantes después, su rostro cambió. ¿Qué sucedía?
—¿Por qué me tratas de esa manera, Arvel?
—¿A qué te refieres? —pregunté realmente confundido.
—Sí. Me dices cosas muy lindas —se sonrojó—. Como las que le decías a tus ex novias.
Era ahora o nunca.
—Porque me gustas, Flynn.
Uf, fue como quitarme un gran peso de encima, pero todavía faltaba su respuesta.
Su boca se abrió ligeramente, parecía asombrada y feliz, lo noté por la manera en que brillaron sus ojos.
—Tú también me gustas, Arvel —susurró.
Juro que estuve a punto de morir.
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Siempre fuiste tú ✔
Novela JuvenilCandace Delaney y Arvel Winslow han sido amigos casi toda su vida, ambos pueden deletrear sus aventuras o callar cuando se trate de sus travesuras. Candace está enamorada de Arvel, y Arvel está enamorado de Candace. Solo que ninguno sabe sobre dich...