21: We're gonna stay in love somehow

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Comenzaba a odiar mi trabajo, pero no lo digo porque la paga era mala —de hecho, esto no importaba, solo no quería morir de hambre— u odiara pasar horas en la cocina, sudando como pavo horas antes de la cena de acción de gracias. Este sentimiento se debía a que tenía que ver a Dave todos los días, a veces hablarle mínimo dos veces por alguna orden o emergencia.

Levanté la vista, él estaba anotando un pedido de un grupo de amigas, les sonreía de manera coqueta y ellas reían con nerviosismo. Tenía tantas ganas de advertirles de lo impostor que Dave era, pero sabía que me tacharían como una ex celosa y no quería eso.

Así que me limité a observar la escena desde lejos, cortando tomates y cebollas para desquitar mi enojo.

Miraba el reloj a cada minuto, quería saber si faltaba menos para terminar mi turno y salir con Arvel en nuestra primera cita... quiero decir, segunda cita, solo que después de tantos años ya se sentía como la primera. Estaba muy emocionada, nerviosa y sentía algo de miedo, aun así, me dedique a pensar positivo.

—Candace —habló el innombrable—, dijo el jefe que no olvides que hoy te toca limpiar al cerrar.

"Este que se cree. Hoy no es lunes" pensé molesta, di un gran suspiro para no responderle como se merecía.

—No es cierto, esos son los lunes.

—Yo no soy el jefe —se encogió de hombros—. Y no es mi problema.

Se alejó con una sonrisa y caminó de vuelta a la mesa de las chicas que estaba atendiendo minutos atrás. Algo andaba mal, y lo sabía muy bien.

—¿Candace? —preguntó Marshall—. ¿Estás bien?

—Este idiota quiere verme la cara de tonta, y eso no se lo voy a permitir. No echaré a perder mi cita con Arvel y tampoco lo voy a cubrir.

Dejé lo que estaba haciendo y, bastante molesta, fui en búsqueda de nuestro jefe. No me importaba quedarme a limpiar, eso era lo de menos, lo que verdaderamente hacía que me saliera humo por las orejas era que Dave mintiera para zafarse de su obligación por querer ir a ligar.

Encontré a mi jefe en su oficina, utilizaba muy concentrado su computadora y parecía no querer parpadear. Toqué la puerta, luego él hizo la seña para que pasara.

—¿Pasa algo, señorita Delaney?

—Solo una pequeña pregunta —inhalé todo el aire que pude y lo dejé ir con lentitud—. ¿Usted le dijo a David que me avisara que debía quedarme a limpiar al cerrar?

Él me vio confundido.

—Por supuesto que no, ni siquiera lo he visto desde que terminó el descanso.

—Muchas gracias, era todo.

Salí de la oficina y caminé molesta de regreso a la cocina. Dave no tendría escapatoria.

. . .

Arvel:

No paraba de contar los minutos que faltaban para ver a Candace otra vez.

Estaba bastante nervioso por nuestra cita, quería que fuera la mejor de todas y no sabía si le iba a gustar lo que tenía planeado. Lo platiqué con Jacob y Phoebe, ambos me dieron todo su apoyo y decían que a Candace le encantaría mi recorrido.

Faltaban pocos minutos para nuestra cita, me encontraba fuera de su trabajo y esperaba con todo mi corazón que Jacob, Phoebe y Benjamín —quien escuchó la conversación y dio su punto de vista— estuvieran en lo correcto.

. . .

Candace:

Le di un fuerte golpe en la mejilla, luego dejé su camisa toda sucia por lanzarle las sobras que dejaron sus conquistas...

Ay, ¡cómo me hubiera encantado hacer eso! En serio.

Pero no pasó. Me tranquilicé de último minuto y esperé que el karma actuara por sí solo. Fue maravilloso ver al mismo jefe quebrar sus planes frente al grupo de amigas... después ellas se encargaron de lanzarle un poco de refresco y cátsup a la ropa.

—El karma es tan jodido a veces —susurró Marshall.

—Lo amo. Me comprare una playera que lo tenga impreso.

—Que sean dos, por favor.

Terminamos nuestro turno y, más tarde cuando me puse una playera decente para salir con el amor de mi vida, salimos del restaurante. Me llevé la sorpresa más hermosa del mundo al ver a Arvel esperándome.

En cuanto nos vimos, ambos nos quedamos embobados y no pudimos apartar la mirada del otro.

—Que no llegue tan tarde a casa, por favor.

Arvel tomó mi mano. Sentí que mi corazón se saldría de mi pecho de la emoción.

—No te preocupes. La tendrás temprano en casa.

—Gracias —sonrió—. Tengan una linda noche.

*

Estaba tan sorprendida por el lugar a donde me llevó.

Siendo sincera, no tenía ningún lugar en mi cabeza, lo único que quería era pasar un buen rato juntos y compartir nuestros maravillosos recuerdos, fuera de la niñez o de esos años que pasamos separados.

Tuvimos esa esperada cita en su casa, comiendo pizza y papitas, acompañadas con una copa de vino. Conversamos de nuestros sueños, de como yo quería encontrar un nuevo trabajo siendo la mejor gerente de ventas en el mundo, y él terminar de ahorrar para tener por fin esa tienda de música.

Nuestra cita fue perfecta, al igual que las anteriores que tuve con él. Aunque de una manera, esa se llevó el primer lugar porque por fin pudimos besarnos bajo las estrellas sin que mi hermano o mi padre aparecieran.

Eso empeoró mis ganas de repetir nuestra cita.

Siempre fuiste tú ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora