14: She's been running through my dreams

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Cerré la puerta tras de mí, sin verlo a los ojos. Estaba muy molesta con él y sabía que si lo veía por tan solo unos segundos le rompería la lámpara en la cabeza, como mínimo.

—¿Puedes quitar esa cara, por favor? Siento que me vas a asesinar.

Rory se quedó frente a mí, pero no me atreví a levantar la vista. Pasé a un lado de él, quería irme a mi recámara para olvidar un poco ese trago amargo. Aunque mi mellizo me detuvo con su voz.

—Ándale, Lynn, no quiero verte enojada.

Giré sobre mis talones, sintiendo la furia recorrer mi sistema. Rory Delaney había metido la pata por décima vez.

—No vuelvas a llamarme así —Lo señalé con el dedo—. No tienes el derecho.

—Bueno, pero tan siquiera dime porqué estás tan enojada.

—¿Y todavía lo preguntas? —tomé aire—. Te saqué de la policía, agradece que te salvé el trasero y no le marqué a mamá o papá.

—Ya he dicho que no fue mi culpa y que te pagare el favor.

—Agradece que nuestro amigo no nos va a echar de cabeza, porque si no ambos estaríamos en problemas.

—No sé por qué presiento que hay algo más que no me estás diciendo —Se quedó viéndome.

—Claro. Me voy a dormir.

—Espera —me detuve—. Estabas con Arvel, ¿no es así?

No entendía su pregunta... ¡Arvel estuvo con nosotros todo el tiempo!

—Rory, por favor...

—¿Dónde estuvieron? ¿Qué estaban haciendo? ¿Por qué te pones nerviosa? ¿Por qué me culpas?

—¿Acaso eres idiota? ¡Estaba por besarme con él y tú interrumpiste el momento por tus estupideces!

Sus ojos se abrieron demasiado y se quedó en silencio. ¿Por qué tuve que decirlo en voz alta?

—Voy a matarlo —susurró con furia y caminó a la puerta.

—Espérate, Rory —Lo tomé del brazo—. No seas dramático.

Se giró hacia mí bastante molesto.

—Se iba a aprovechar de ti, Candy.

—No es cierto —me miró extrañado—. Ya sabes que lo amo.

Mis mejillas se tornaron de rojo, nunca lo hubiera aceptado frente a Rory.

—Dijiste que me debías un favor —continué, ahora susurrando—. Y ese va a ser que no molestes con lo que está pasando con Arvel.

—¿Y qué está pasando con ustedes dos?

Me quedé congelada porque no sabía que responder.

. . .

Arvel:

Llegué a la cocina con una gran sonrisa, seguía recordando el día anterior y estaba seguro —después de ver sus mejillas ruborizadas— que no me rendiría tan fácil. Me tomaría el corazón de Candace muy en serio.

Miré a mi mamá cocinando, me acerqué a ella y besé su mejilla.

—Buenos días —le dije.

—Buenos días, ¿por qué tan feliz?

Guardé unos segundos de silencio, recordando los ojos grandes de Candace y su perfume de flores.

—Es un buen día.

—¿Cómo te fue ayer? Ya no te pregunte porque te mire muy cansado —suspire.

—Me fue excelente, mamá.

—¿Ya le dijiste a Candace tus sentimientos?

No me gustaba guardarle ningún secreto a mi madre, no desde que mi padre se había ido al extranjero por trabajo. Entre esos estaba mi inmenso amor por mi mejor amiga, aunque ella ya sabía cuándo lo confesé.

—Aún no —volví a suspirar—, pero muy pronto.

—¿Entonces?

Puso la comida en la mesa y ambos nos sentamos, sin embargo, el pensar en Candace hacía que mi hambre se esfumara.

—La llevé a mi lugar favorito, estuvimos caminando y hablando —sonreí—. Me di cuenta de que tengo una oportunidad con ella, pero cuando quise dar otro paso, su hermano le habló.

—Te dije que Candace también sentía algo más que amistad por ti.

Bajé la mirada, no quería que mi madre me viera como un tonto enamorado, pero ya era tarde.

—Me recuerdas a tu padre —habló de pronto—, mucho antes de que nosotros fuéramos novios. Pero, cuando salíamos, ponía la misma cara que tú.

—¿Cómo?

—Por como brillan tus ojos. Candace es muy afortunada de tener tu amor.

*

Esa misma tarde, fui a la casa de Rory. Quería ver a Candace y tal vez me armaba de valor para besar esos labios rosas con los que llevaba soñando casi toda mi vida. Lo mejor de todo, es que su hermano no estaba al igual que sus padres... solo faltaba dar el siguiente paso.

Me acerqué más a ella, estaba tan distraída escribiendo que no lo notó. Su perfume me inundó y me enloqueció como de costumbre.

—¿Te falta mucho?

Dio un pequeño brinco en su lugar, noté sus mejillas y sonreí por ponerla nerviosa. Cada vez estaba más cerca de mi objetivo.

—Amm... me falta poco. ¿Por qué?

—Es que —comencé a susurrar—, quiero escuchar tu bella voz.

No contestó, tampoco esperaba que lo hiciera.

Me vio y supe que no quería alejarme de su lado, también que no descansaría hasta que su corazoncito latiera acelerado como el mío cada vez que estuviéramos juntos.

—¿Alguna vez te han dicho lo hermosa que eres?

Mi corazón latió desbocado cuando mire sus ojos iluminarse y su rostro ponerse de un rojo que jamás podre describir, el cual me encantaría ver el resto de mi vida.

Quería besarla, en serio. No obstante, me repetí hasta el cansancio no hacerlo, debía esperar un poco más. Eso y que Rory llegó a la casa, arruinando por segunda vez mis planes.

Así estuve por unos días, yendo a su casa a hablar un poco y aprovechando para decirle algunas palabras cursis antes de irme.

Esperando algún día poder decirle lo mucho que la amaba y ella susurrara:

"Me gustas mucho, Arvel".

Era lo único que quería escuchar de la chica de mis sueños.

Siempre fuiste tú ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora