15: In the middle of a gunfight

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Candace:

¿Estaba en un tipo de sueño?

¿En otra dimensión?

Como fuera, amaba lo que sucedía con Arvel últimamente. Lo único odioso de la situación era que me ponía nerviosa cada vez que una oración salía de sus labios, en especial porque no podía besarlo.

Míralo de esta forma, tienes a la persona que amas y no puedes besarla tan siquiera en la mejilla porque tienes miedo de como reaccione y esto arruine su amistad.

Sé que él, literal, me estaba diciendo que estaba enamorado de mí y yo no era capaz de decirle lo mismo.

Era una estúpida.

En especial porque lo estaba viendo, sentado a mi lado y buscando unas respuestas del ejercicio que debíamos hacer de tarea. Yo no le estaba entendiendo, pero en ese momento que lo pensaba, había sido una mala idea pedirle ayuda a él. No me podía concentrar.

Y, ¿cómo hacerlo? Verlo fruncir el ceño mientras trataba de concentrarse o de frustración porque no le entendía. Se veía tan irresistible... "Arvel, no me ayudas para nada siendo tú. Déjame odiarte, aunque sea un segundo." Pensé.

—¿Tengo algo en la cara?

Se giró a verme. ¿Por qué la vida me odia? ¿Por qué él escoge el momento preciso para verme sonrojada? Creo que gozaba de mi sufrimiento.

"—Aparte de ese hermoso y perfecto rostro... nop. Todo está bien." Gracias al creador que no lo dije en voz alta.

—No —respondí nerviosa.

—¿Entonces?

—Es que no puedo creer que le entiendas a estas cosas —se rio.

—Créeme, no lo hago. Ben me explica la mayoría del tiempo.

—Pues más que yo si sabes.

Regresé mi vista al cuaderno y hasta pude ver como los números bailaban cumbia, burlándose de mí.

—Si quieres te puedo explicar.

—Sería genial, pero ahora debemos terminar esto.

—De acuerdo, hermosa.

Sí, me volví a sonrojar. Sin embargo, mi celular sonó y me salvó de ese momento tan incómodo. Era una llamada de Peter... Olvida lo de la salvación. Por supuesto, tuve que contestar y aguantar la mirada de curiosidad de Arvel.

—Hola.

—Hermosa Belle, ¿qué estás haciendo? —preguntó con voz coqueta.

—Tarea de matemáticas.

Noté como Arvel prestaba atención a la llamada por más que quisiera disimularlo.

—Eso es terrible, pero no te preocupes, puedo ir a tu casa para ayudarte.

No, ahora no.

—No es necesario. Arvel me... —me interrumpió.

—No es ninguna molestia, Candy, estaré ahí en unos minutos.

Me colgó. Suspire frustrada porque Peter iría a la casa y arruinaría mi convivencia con el amor de mi vida.

—¿Pasa algo? —preguntó Arvel—. Te noto preocupada.

—Peter vendrá en unos minutos.

El rostro de mi amigo cambió por completo.

—Oh, entiendo. ¿Quieres que me vaya?

Siempre fuiste tú ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora