Epílogo | You're my favorite place

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Candace no podía dejar de ver los ojos de Arvel por más que quisiera.

La música creaba el momento perfecto para ambos, en especial porque no era necesario hablar, solo era cuestión de disfrutar el momento. Ella sentía que su corazón podría salirse de su pecho en cualquier segundo, este latía con velocidad por la felicidad del momento y saber que este superaba por mucho su sueño de adolescente.

Una sonrisa se escapó de sus labios. Y él parecía enamorarse más de su amada por ese pequeño gesto.

-He soñado mucho con esto -confesó Candace-. En especial desde aquel verano.

Arvel apoyó su frente con la de Candace, deseando que la canción pudiera durar más.

-No quiero que esto termine.

Ambos no dijeron palabra alguna y continuaron su baile.

Mientras tanto, Phoebe tomaba fotos a lo lejos y, a su lado, Gerard no podía dejar de limpiarse sus lágrimas con un pañuelo. Su amiga puso los ojos en blanco al verlo realizar esa acción de nuevo.

-No puedo ser. Aún estás llorando.

-Es que -sollozó-, no puedo creer que mi pequeña Candy haya crecido tan rápido.

-No seas dramático -dijo Rory.

-Ajá -bufó Phoebe-, lo dice el que se la llevó llorando en toda la ceremonia.

Rory se puso rojo e ignoró a los dos amigos. Quiso platicar con los demás, pero incluso Benjamín, Bob, Jacob y Marshall parecían estar al borde de las lágrimas. Por lo que prefirió seguir viendo a su melliza bailar.

Candace y Arvel no se daban cuenta de lo sucedido con sus amigos por estar disfrutando de su cercanía y de su gran noche. La canción terminó y los presentes aplaudieron, disfrutando la hermosa escena de la pareja.

Sonó la siguiente canción y los demás se acercaron a la pista para comenzar a bailar. La pareja siguió en lo suyo ignorando a los demás, centrados en su burbuja. Felices porque por fin eran marido y mujer.

-Cumpliste tu promesa -susurró Candace.

-¿Cuál?

-Cuando dijiste que te casarías conmigo y que nunca me lastimarías.

-¿Todavía la recuerdas? -preguntó asombrado.

-No. Mi mamá me dijo esta mañana, cuando me ponía el vestido.

-Pues te aconsejo que no olvides que nunca te lastimare -sonrió-, y la que acabo de hacerte hace unos minutos. La de amarte el resto de mis días.

-Espero tú jamás olvides la mía -tomó su mano-. Te he amado toda mi vida, así que nada me costará amarte lo que me quede de esta.

Arvel depositó un pequeño beso en la mejilla de Candace. Ella puso sus brazos alrededor del cuello de él, Arvel las puso en la cintura de su esposa y se acercaron más para seguir bailando. Demostrándose cuanto se amaban sin necesidad de decirlo en voz alta, ya que ambos sabían los sentimientos del otro.

Siempre fuiste tú ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora