capítulo veintisiete.

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Park Jimin estaba abriendo la puerta del departamento de Hoseok, esperó a que pasara y así lo hice, pero no por completo. Jimin se dio cuenta de que no permití que cerrara la puerta, me vio con el ceño fruncido y tardé un poco más en decir lo que quería por embobarme en el nuevo color de su cabello.

Azul.

Era azul marino, de hecho, su pelo se veía tan suave y saludable, que si no fuera por la poca confianza yo lo hubiera acariciado desde que llegué.

Pero no lo hice, me limité a hacerle una invitación a salir, como parte de compensación por lo de la tarde anterior. Ya no quería más clases, quería estar con él de otra manera.

Me llevé una sorpresa cuando aceptó de inmediato, creí que tendría que convencerlo más tiempo pero no fue así. Jimin regresó a la sala en donde tomó una chaqueta de mezclilla y un gorro negro, y salimos en silencio.

Caminamos por unos diez minutos así, Jimin lo hacía del lado de la pared, venía viendo los locales y yo fingía hacer lo mismo, cuando la verdad, no podía dejar de ver su perfil. Él apartó su mirada de la izquierda y se fijó en mí, instantáneamente me puse colorada, Jimin pareció notar mi acción y sonrió ligeramente con gracia. Jimin sonrió. Yo lo hice también, por él. Entonces cuando todo parecía perfecto, todo mi cuerpo rebotó contra un poste de semáforo.

Tomé mi boca por inercia y comencé a sobar la zona, la risa de Park Jimin, era la única que sonaba en la calle. Sí, había más gente, pero supuse que nadie más reía por disimular o por no parecer groseros; por lo tanto, Jimin, mi acompañante, no tuvo vergüenza.

No tomó mucho tiempo para que yo empezara a reírme con él, de mí. Aunque también lo hacía para que se me olvidara el bochorno que pasé. Al final, esto solo pasó cuando Jimin paró cerca de mí y sólo me sonreía. Jimin nunca había reído conmigo y, aunque no fue de la manera en que esperaba que pasaría, lo hice feliz.



*



—Toma —Jimin me tendió un trapo con hielo que había pedido al camarero momentos atrás. Él y yo habíamos llegado a una pequeña cocina económica al otro lado de la calle de donde me había golpeado. Agarré el hielo y lo coloqué de volada sobre mi quijada, fue el contacto inmediato el que me hizo quejarme y retroceder en el momento—. No, que tonta —se quejó en voz alta y con el ceño fruncido—, déjame a mí.



Jimin me arrebató el trapo, lo envolvió mejor y se inclinó sobre su asiento, moviendo la silla un poco. Me alejé cuando vaciló con tocarme, a lo que él me dedicó una cara de "no exageres", y se volvió a acercar.

Cerré los ojos al contacto y justo cuando iba a apartarme, Jimin, con su otra mano me obligó a permanecer ahí, sujetando mi nuca. Me dolió, me ardía mucho el frío sobre mi labio. Jimin estaba muy cerca y me tomaba de una manera muy extraña, no dejé de oponerme a eso debido a que sufría, sin embargo, él no me dejó.

Cuando abrí mis orbes me di cuenta de lo concentrado que estaba en mi boca, ya no sangraba, pero el ardor permaneció hasta que comenzó a acariciar mi cabello de la parte de atrás. Me estaba dando calma.

El hielo fue retirado de mi cara. Jimin lo colocó sobre la mesa cuidadosamente, pasando su brazo izquierdo por debajo de otro, sin soltarme. Luego, con su mano fría peinó su cabello hacia atrás y después se dispuso a acariciar mi mejilla, subió hasta mi frente, sentí como peinó mi ceja y por último, se apartó con lentitud.



—Jimin —murmuré, atrapando su mano derecha entre mis dedos. Él se estremeció de inmediato pero no protestó. Sonreí.

—¿Se les ofrece algo más? —Interrumpió el mesero, Jimin respingó, me soltó y se acomodó en su lugar lo más rápido que pudo y carraspeó, mostrando su incomodidad.

caught in a lie | Park JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora