capítulo cuarenta y dos.

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Jimin me pidió que lo esperara adentro mientras él salía a pagarle al conductor, me encontraba sentada en el sillón con mi cabeza recargada en el respaldo, inclinada hacia arriba y los ojos cerrados, escuchando el canal de deportes en la televisión. Nuevo dato sobre Jimin, le gustaba ver los culos de los beisbolistas. Bueno, a mí me gusta ver los culos de los deportistas, a Jimin tal vez sí le interesaba el partido.

Escuché la puerta cerrarse y miré a Jimin, quien se acercaba a mí, por su cara pude reconocer que estaba por bombardearme de preguntas. Cuando se sentó a mi lado recordé que se trataba de Jimin, ya no esperé nada de lo que creí que haría, porque él no hacía esas cosas.

—¿Estás bien? —preguntó en voz baja usando el inglés. Su pronunciación y tono fueron como música para mis oídos.

Asentí con la cabeza y respiró profundo sin abrir la boca.

—¿Te duele? —murmuró otra vez.

—Un poco. Sí.

—Está hinchado —inclinó la cabeza y miró mis labios por un largo tiempo—. ¿Volviste a chocar con un poste? —Soltó una risita burlona y aguda, intenté no imitarlo pero me fue imposible.

—Claro, te necesitaba para ponerme hielo —seguí la corriente.

El castaño puso su codo en el cojín y recargó su mejilla sobre su puño.

—Ahora todo tiene sentido —alzó las cejas y expandió su mejilla con la lengua, yo sonreí—. Pues lamento decepcionarte pero no tengo hielos —finalizó con una mueca hacia abajo de sus comisuras.

—Un queso fresco funcionaría igual —me encogí de hombros.

—¿Tengo cara de que compro queso?

Arrugué la boca con cuidado. —Mmm, tienes razón. Tienes más cara de alcohólico.

—¿Soju o cerveza?

—Me gusta más el vodka.

—Qué asco —sacó la lengua y cerró sus ojos en forma de disgusto.

Reí, —lo que sea, Jimin, mientras esté frío.

—De acuerdo.

Se puso de pie y me dio la espalda mientras rebuscaba en su nevera. Mientras tanto, llevé mi mano derecha a mi cara, tentando el arco de cupido y las fosas nasales, ya no estaba sangrando pero sí que lo había hecho por un momento más y no supe cuando paró. Había rastro de sangre seca en la zona y, aunque no manchó mis yemas, quise limpiarla.

—Jimin, quisiera pasar al baño —anuncié mientras me incorporaba y caminé hacia las puertas de atrás.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó, abrí el baño y me detuve en seco.

No seas estúpida, se refiere a tu moretón. Ni siquiera así puedes pensar bien.

Tragué saliva e intenté ignorar el hecho de que me había puesto nerviosa, ¿qué rayos? Jimin trataba de ser amable.

—Estoy bien, sólo limpiaré mi cara —me giré para brindarle una sonrisa de agradecimiento, él asintió con la cabeza desde la pequeña cocina, con dos caballitos y una botella verde.

Cerré la puerta detrás de mí y me miré en el espejo, Dios, sí que estaba hinchado y morado, lucía terrible, peor de lo que imaginaba. Suni tenía razón, no me había roto la nariz pero vaya que me la había desgraciado. Mi labio inferior estaba manchado de la sangre que escurrió y el resto de la zona se había teñido de una combinación de morado y rosa, gracias al labial cremoso que estaba usando aquella noche.

caught in a lie | Park JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora