capítulo veinticuatro.

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Llegué al salón, donde vi a Jimin concentrado en las fotos de la chimenea, al mismo tiempo que jugaba con el fierro con el que se mueve la leña.

Las hojas de trabajo estaban regadas por el piso y la mesa de centro, supuse que el silencio no significaba realmente calma. Jimin dejó la foto de Tae y Jin en el mismo lugar de donde la tomó y después agarró otra, la más grande.

Carraspeé un poco para llamar su atención, supe que lo había tomado por sorpresa por el brinco que pegó. El fierro salió volando y el cuadró casi se resbala de sus pequeñas manos, por suerte, logró sujetarlo sobre su pecho, suspiró y finalmente colocó el cuadro en su lugar con sumo cuidado­.

Me reí en voz baja y me acerqué a la chimenea, junto a él.

—Perdón por asustarte —le dije aun sonriendo.

—Como sea —se encogió de hombros sin mirarme—. Lo llevan bien —dijo refiriéndose a Tae y Jin.

—Así parece —respondí—, oye, Tae me ha dicho que han tenido problemas.

—Así es.

—Pero has mejorado mucho —admití, Jimin por fin apartó los ojos de las fotos y me miró con atención. Negó con la cabeza, tenía una expresión bastante neutra que lo hacía ver tierno, sus cachetes estaban un poco inflados y sus labios en un pequeño puchero—. Pues yo creo que sí —Jimin volvió a negar.

Suspiré imitando a un caballo, inflando los labios y dejando salir el aire con un leve sonido. Si Taehyung no podía ayudar a Jimin, la otra opción era Jin o incluso yo, claro estaba que Seokjin no iba a hacerlo ni aunque le pagaran un millón de dólares, así que sólo quedaba una opción.

—Si quieres yo puedo enseñarte —Sugerí con aire despreocupado, miré a Jimin en espera de su respuesta pero sólo obtuve de su parte el mismo puchero acompañado de sus hombros encogidos Suspiré de nuevo—. Bueno, entonces lo intentaremos la siguiente ocasión.

—¿Por qué no ahora? —Preguntó de repente, me extrañó muchísimo de hecho.

—Porque ya fue suficiente con lo de Taehyung —dije—, además se está haciendo tarde.

—Tengo tiempo —una vez, se encogió de hombros.

Eres tan lindo.

—Pues ya que insistes —suspiré. Me acerqué a los papeles tirados y los recogí, organizándolos lo mejor posible. Después me senté frente a la mesa y esperé a que Jimin hiciera lo mismo—. Dime qué estabas viendo con Tae.

—Traducíamos oraciones.

—Vale.

Ojeé entre los papeles para buscar un poco de ayuda a lo que estaba diciendo Jimin. Comparando algunas cosas con el libro de Taehyung que se encontraba sobre la mesa, me di cuenta que era una copia de ejercicios de repaso pero sin las respuestas.

Tomé el libro y lo bajé hasta mis piernas ocultándoselo, le tendí un par de hojas y le pedí que, tomando en cuenta el diccionario que estaba a la mano, intentara traducir las oraciones.

Jimin no rechistó, el silencio, comenzó a contestar. De vez en cuando ocupaba el material de apoyo pero no le dije nada o le insistí en que lo hiciera porque no quería distraerlo.

Al cabo de unos minutos, Jimin me entregó sus hojas contestadas, yo con ayuda del libro de respuestas comencé a calificar. Había uno que otro error, sin embargo, Jimin había contestado trece de quince ejercicios correctamente.

Lo felicité y le tendí otro juego de copias, entonces, mientras esperaba pensé.

Taehyung había dichos cosas negativas sobre el desempeño de Jimin en cuanto al idioma, sin embargo, había tenido muy buenas respuestas para el supuesto primer nivel en el que se encontraba. Después de eso, no podía creerle a mi amigo.

Miré a Jimin, estaba respondiendo bastante rápido y con apenas ayuda. Ni siquiera se molestaba en mirar su celular o decirme sus dudas, él solito se limitaba a acatar la instrucción.

Sonreí, más para mí misma. Claramente Jimin no era un idiota, sólo se estaba haciendo con mi amigo, pero ¿con qué motivo? Tal vez Taehyung había ido muy rápido con él por pensar que por ser un adulto sabía más cosas o quizá Jimin no demostraba interés en él por la confianza. No lo sabía, y no le quería preguntar, por el momento.

*

El viernes Jimin estaba teniendo un retraso de media hora. La casa de sus amigos sólo tenía a uno de ellos dentro.

Hoseok no me hablaba, ni siquiera se acercaba a mí. Me ofreció un vaso de jugo y unas galletas mientras lo esperaba pero nada más. Se me hizo muy raro porque él era muy simpático, lindo y buena onda, y en otras ocasiones no había tenido problema con hablarme aunque no entendiera nada.

Pero esa vez, sólo me sonreía de lejos.

La puerta rechinó anunciando que alguien había entrado. Hoseok tomó su mochila en cuanto Jimin llegó a la sala, se despidió de él y de mí con una sonrisa amistosa; al final, salió de la casa.

El chico de pelo rosa se sentó a mi lado en el sofá, lo saludé sin ganas y me recargué en el respaldo. De todos modos, él que había llegado tarde era él.

—¿Qué pasa? —Preguntó con el ceño fruncido.

—¿Qué pasa de qué?

—Tu cara —acercó su pequeña mano a mí pero no se atrevió a tocarme.

—¿Qué tiene?

—Está rara.

—¿Gracias?

Yah —alargó la silaba, incluso sonó más a un tipo de berrinche. Jimin estaba siendo muy raro también.

—Hoseok no me ha hablado desde que llegué —admití sin moverme. La mano de Jimin atrapó mis cachetes y me obligó a girar la cabeza para verlo.

—¿Y? —me soltó.

—Pues él es muy lindo y siempre me ha visto y tratado súper bien, no sé qué pasó —expliqué mientras me encogía de hombros y trataba de ignorar la acción que había realizado con mi cara. Sólo para no sentirme nerviosa.

—¿Y por qué te importa tanto? —Preguntó frunciendo el ceño aún más.

—Ya te dije, Hoseok es o era muy lindo.

Jimin se levantó de golpe del sillón y caminó hasta la puerta, lo seguí con la mirada y pude ver como abría el metal negro y lo señalaba en plan "vete".

Me enderecé aun consternada de la acción de Jimin, él no dejaba de mirarme enojado y claramente estaba esperando que saliera de la casa. Así, sin más.

—¿Qué hice ahora? —Grité—, de verdad, es decir, ¡sólo estoy literalmente respirando! —Jimin no dijo nada, como siempre—. ¡A la mierda! —Me resigné, tomé mi bolso mi suéter y caminé hasta él. Salí de la casa tal como él quería, me giré para encararlo con el enojo a todo lo que da—: ¡Creí que ya habíamos dejado esta mierda! —Grité, Jimin sólo me cerró la puerta en la cara—. ¿Sabes qué? ¡No me iré de aquí hasta que abras la puerta! No puedes estar ahí por siempre, Park Jimin.

Suspiré con pesadez, la furia la tenía en la punta de la lengua, quería gritarle y decirle muchas cosas pero me contuve. Claro que iba a cumplir con mi dicho, le di la espalda a la puerta y me recargué, de inmediato sentí el frío penetrar mi ropa y darme en toda la piel pero aguanté.

Lamentablemente no fui tan rápida como para reaccionar y caí hacia atrás en el momento que Jimin abrió la puerta. Me encontraba tendida en el piso retorciéndome de dolor, me picaban los ojos porque tenía ganas de llorar, aun así, uní todas las fuerzas necearías para encarar a Jimin.

Él me miraba sin empatía alguna, ni siquiera mostraba señales de querer ayudarme, tampoco de burla por haberme visto caer. Sólo estaba ahí, siendo Jimin, mirándome enojado. Incluso desde mi perspectiva, parecía un perrito choncho al notarse su papadita y sus fosas nasales muy grandes.

¿Por qué sigues siendo precioso aun así? 

caught in a lie | Park JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora