capítulo treinta y seis.

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Taehyung y yo estábamos en el cuarto de lavado haciendo dicha tarea, Jin no se había pasado por casa desde la noche anterior a esa y su novio estaba preocupado y molesto, tal vez más molesto que preocupado. A mí no me importaba tanto, estaba más ocupada pensando en Jimin y en todo lo que pasó la noche del evento.

Tomé el montón de ropa de la secadora y la coloqué en un cesto que después llevé al comedor, donde me dediqué a doblar cada una de las prendas de mis amigos y mías. Taehyung llegó con otro canasto unos minutos después y se sentó en una silla a hacer el mismo trabajo que yo, en silencio.

—¿Crees que esté bien? —Pregunté esperando que entendiera a quién me refería.

—No es la primera vez que lo hace —contestó sin mirarme.

La tranquilidad y el silencio de la casa me permitían escuchar el tic-tac del reloj de la cocina, la respiración de Taehyung y el canto de las aves que pasan de vez en cuando.

—¿Qué quieres decir?

—Jin desaparecía todo el tiempo los primeros meses —habló con calma, no parecía afectarle en algo, pero no podía descartar que podía tratarse de un actuación.

—Pero, ¿había una razón para eso?

—Nadie sabía que era gay, mucho menos que teníamos una relación. Yo era de esos que quería gritarle al mundo que estábamos juntos, pero él tenía otros planes.

—¿Otros planes?

—No quiero extenderme mucho, sólo se preocupaba por él y lo que pensara otra gente. Me gusta imaginar que eso ya no es así, pero con tantas mentiras ya no sé.

Antes de que pudiera contestar, escuchamos la puerta de la entrada abrirse y cerrarse. Jin apareció en la habitación desde la sala, usaba la misma ropa del día anterior y su pelo estaba mojado. No venía solo como pensé por un momento, Jimin le pisaba los talones. Vestía unos viejos pantalones azul marino y una camiseta negra, había pasado una semana de que no lo veía, su pelo estaba añil.

Tragué saliva, vi de reojo a Taehyung, no tenía que preocuparme por nada, él no era un hombre violento lo sabía. Sin embargo, no podía evitar darme cuenta de que estaba enojado.

—¿Dónde estabas? —El coreano de Tae sonaba muy serio, tanto, que la sonrisa de Jin desapareció.

Presentí que lo que venía a continuación sería una discusión, no quería formar parte de ello por más que muriese de ganas de enterarme, así que dejé la ropa, miré a ambos chicos y me acerqué a Jimin para tomarlo por el brazo y arrastrarlo conmigo hasta la escalera.

—No podemos estar aquí, vamos a tu casa —dije una vez que estuvimos frente a la puerta.

Intenté abrirla pero Jimin la azotó con fuerza. Me tomó por sorpresa como era él quien tomaba mi brazo y me jalaba escaleras arriba. Me preguntó cuál de las tres puertas era mi cuarto y entramos ahí, Jimin cerró con cuidado y puso el seguro.

—No iremos a mi casa —dijo.

—No me había dado cuenta —respondí con ironía.

Jimin se giró y me miró, después, inspeccionó la habitación.

—Es linda —dio un par de pasos hacia el montón de cajas que estaba en la esquina—. ¿Qué hay aquí? —Apuntó con su dedo, mirándome a los ojos.

—Se supone que no tengo permitido ver lo que ha dentro.

—¿Eso cuánto te duró?

—¿Qué? —Alargué con todo agudo—, ¿crees que lo vi aunque me dijeron que no lo hiciera? —Jimin ladeó la cabeza y apretó los labios hacia arriba, no me creía—. Bien, tres de ellas son de adornos navideños, las otras tienen ropa y objetos de escuela, trofeos y uniformes y cosas así.

caught in a lie | Park JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora