capítulo treinta.

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Jimin estaba sentado junto a mí nuevamente, me había dicho que no tenía nada para desayunar. Me había acostumbrado al desayuno de Taehyung y Jin. Incluso yo le llamaba así aunque no existiera para ellos. Es más, ¡yo les preparaba mis desayunos a veces! ¡Lo hice por Jimin también! Me pareció una buena idea repetirlo, hasta que me planteé desde cuándo no tenía de comer algo.

Obviamente busqué todo lo que pude, revisé las cajas de cereal que había movido ayer para buscar el chocolate caliente. Eran puras boronas y restos de azúcar. Tampoco había leche, la última se había acabado el día anterior. El refrigerador se encontraba casi vacío a excepción de unas cuantas botellas de cerveza y una lechuga vieja.

Jimin había estado tomando.

No sabía que lo hacía, mucho menos que lo hacía por la tristeza que le había causado. De pronto sentí que le hacía falta lo que pasó ayer y que el que yo hubiera estado en el preciso momento me pareció lo mejor del mundo. Y no sé por qué me ilusioné mucho con la idea de que él podría sentirse agradecido por eso.

—Jimin —lo llamé cuando cerré la puerta del frigorífico.

Él contestó con un 'woa', al mismo tiempo que giraba la cabeza hacia mí. Me pareció tierno y casi, casi olvido lo que tenía que decirle.

—¿Bebiste? —Él se puso tenso.

—No —eso sonó más como una pregunta.

—¿Tienes alcohol en tu refri pero no un par de huevos? —Pregunté cruzándome de brazos, él se echó a reír y cuando entendí el doble sentido de mis propias palabras puse los ojos en blanco—. Olvídalo, iré a la tienda.

—¿Siempre haces eso?

—¿Qué?

—Desayunar.

—Es la comida más importante del día.

—No para mí.

Volví a poner los ojos en blanco.

Tomé mi bolso y saqué mi cartera y celular. Éste, por cierto, anunciaba un par de llamadas perdidas de Jin, cinco de Taehyung y alrededor de veinte mensajes entre los dos.

Genial.

—Te acompaño —escuché a Jimin detrás de mí. Me exalté y escondí la pantalla en mi pecho por inercia.

—Oh, no, Jimin, está bien.

—No fue una pregunta.

Jimin estaba tan cerca que podía distinguir a la perfección como mi cuerpo reaccionaba a eso. Me puse nerviosa, el tono de voz que había utilizado había sido despreocupado y casual, pero yo lo había sentido tan serio e intimidante. No pude decirle que no.

Así que caminamos a la tienda de conveniencia que estaba en la esquina.

Aún traíamos puesta la misma ropa del día anterior, no nos habíamos duchado, mucho menos nos habíamos lavado los dientes. Ni siquiera Jimin porque estaba en su casa. No sabía que pensar al respecto.

Él siempre mantenía la imagen de un hombre matón y frío, pero en ese momento estaba siendo todo lo contrario.

Si eres tan lindo siendo tú, Jimin, ¿por qué lo escondes?

Tomamos lo necesario, me hubiera gustado llevar lo suficiente como para llenar su alacena pero él me limitó a comprar lo útil para el desayuno, nada más.

Jimin me ayudó a escoger, al fin y al cabo, él sabía de desayunos coreanos más que yo. Incluso descubrí algo nuevo sobre él: sí sabía cocinar.

caught in a lie | Park JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora