Cuenta el mito griego, que Pandora fue quien liberó todo el mal que había dentro de una pequeña cajita, dejando caer sobre la humanidad plagas, dolor, sufrimiento, muerte...
Ahora, la historia vuelve a repetirse, pero ésta vez, el "mal" no va a sali...
- Acá tenés la lista que le prometí a tu jefa, los nombres de los hermanos que se instalarían en la base en su territorio como acordamos con ella.
El enorme rubio frente a mí agarra la hoja que le extiendo y la revisa con la mirada en silencio, como si la estuviera memorizando o algo así. En tanto él hace eso, yo repaso la oficina, que no es muy diferente a la de "Pandora", pero esta parece un poco más personal, con una foto de una chica de pelo verde con tatuajes sosteniendo a una pequeña bebé y, en otra, una nena que no debe tener más de cuatro o cinco años, rubia y de ojos marón dorado con rebordes negros. Es bonita y se parece un poco a él, así que imagino que ha de ser su hija.
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Estoy por preguntar, por mera curiosidad, cuando la puerta siendo abierta del golpe llama mi atención y, al instante, la misma personita de la foto, por poco y se tira sobre el tipo frente a mí, el cual la abraza con rapidez, evitando que haya posibilidad de que se caiga.
- ¡Papiiiiiiiii!
- Hola princesa, ¿qué tal te fue con los abuelos?
- Genial, aunque no es tan divertido como estar con vos y mamá y con la tía P.
- Me alegro, pero ¿qué te he dicho de entrar así a la oficina?
- Que no debo y que toque antes de entrar...
Sus ojitos de cordero degollado parecen ablandar a su viejo y enseguida termina riendo con ella. Se nota que es buena, no le costó nada evitar la réplica que le habría dado Franki por su exabrupto y no lo culpo, puede que no sea muy de nenes, mas tengo que admitir que es adorable y hasta me hace acordar a Flor de cierta manera con su aire de inocencia que oculta su alma traviesa y "demoníaca". Me imagino la de dolores de cabeza que debe de darle al vice.
Los ojos oscuros de la chiquita se fijan en mí de un momento a otro y, con curiosidad, me repasa entero. Se baja del regazo de Franki y se acerca a mí, levantando mi mano, aunque parece pesarle y la ayudo sosteniéndola en alto a la altura de su escrutinio, y la observa con cuidado, trazando con un dedo las líneas de tinta dibujadas en mi mano.
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