Capítulo 22.

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Estamos en el medio de la sala, todos los dioses mirandonos, sin expresión alguna, excepto el sr.D el cual intenta no ponerse a reir.

Rachel tiene a Quirón a su izquierda y a Thalia en la derecha, mientras que yo me encuento a la derecha de la morena, tenemos a nuestras espaldas las puertas y enfrente se encuentran Zeus y Poseidón mirandonos atentamente, a la derecha de Zeus se encuentran todas las diosas y a la izquierda de Poseidón el resto de los dioses.

–Señores, lo siento muchi...-empezó a hablar Quirón.

–Usted no tienes nada de lo que disculparse.-le interumpió Hera.-encambio ellas... de seguro que la cabellecilla fue Thalia.

La nombrada refunfuño algo de los hijos de Zeus y el odio que les tenia Hera, la diosa la escuchó.

–¿Qué ha dicho señorita?-parecia enojada.

Thalia me miró, como preguntandole si le decia, yo le sonreí e hice un gesto con mi cabeza. Ella entendió, por la sonrisa que se formó en su rostro.

–Se equivoca señora, no fui yo.-habló la morena orgullosa por haberle llevado la contraria.

–¡Ah! ¿no? ¿entonces quién...?-empezó a decir, entoces di un paso al frente e interumpí a la diosa.

–Fui yo.

Todos me miraron con cara de asombro.

–¿Sabes el castigo que puedes llevarte? puedes causar tu propia muerte, niña.-esta vez quien habló fue la grave y profunda voz del rey de los dioses, Zeus.-¿Y todo por qué? Acaso querias venir a ver a tu padre, si es asi podrias haber ido al océano o algún sitio con agua señorita González.

–No exactamente, para ver a mi padre no he venido.-digo negando con la cabeza.

Por el rabillo del ojo veo como las chicas niegan frenéticamente para que no dija lo que tengo en mente pero...

–En cambio, señor, supongo que querrá saber el por qué he llevado a su hija Thalia y a Rachel, el oráculo, a hacer tal barbaridad y saltarnos tantas normas impuestas por usted y todos los dioses aquí presentes.

–Sí, así es.-contesta, perfecto.

–Bueno yo también tengo una series de preguntas para ustedes, como por ejemplo ¿por qué han separado los campamento?, o ¿por qué mi padre me reconoció nada más nacer? pero bueno da igual, eso es otro tema.-con la ultima pregunta Poseidón reaccionó, ¿acaso pensó que no lo sabria?-La cosa es que estamos aqui para poder salvar a los semidioses que estan perdidos junto al Argo II y ustedes no hacen nada para averiguar donde carajos estan, pero claro ya os han salvado vuestro lindo trasero de Gea, ya da igual donde se encuetren ¿no?

–¡SARA!-dice Poseidón, regañandome seguramente.

–Demasiado tarde padre, me he criado sola no hace falta que ahora haga su papel de padre ejemplar.-le dijo clavando mi mirada acusadora sobre él.

–Sara, amiga, ten cuidado con lo que dices.-me advierte Thalia, yo asiento, tiene razón.

Cierro mis ojos para recuperar un poco la calma y cuando ya me encuentro bien, vuelvo a abrirlos.

–Zeus, como iba diciendo sobre los mestizos perdidos, estamos aqui para poder pedirle o preguntarle a la diosa Artemisa algo sobre la profecía.

–¿Y qué es eso que debes preguntarme muchacha?-habló ahora la diosa nombrada.

–mmm...mi señora hemos venido aquí para...-comenzó a decir Thalia.

–Thalia.-la interrumpió Artemisa.-Le he preguntado a tu amiga.

A la morena casi se le salen los ojos de órbita, y luego me dedica una mirada como de que no la cage.

–Tranquila, amiga, lo bueno de Artemisa es que no tiene hijos y no defrauda a nadie.- le digo con una sonrisa, a lo lejos escuché como Apolo y Dionisio estallarón a carcajadas.

–¡Callaos!-gritó Zeus.-No se de que os reis, vosotros también sois padres.

–Reir no le viene mal a nadie, de vez en cuando deberias probarlo.-digi con mi voz más inocente.

Ahora a las risas anteriores, también se le unió la de Hefesto, Afrodita y Ares.

–Es que, ¿a ti no te enseñaron que es el respeto, niña insolente?-dijo Hera, ya que Zeus etaba rojo de la furia.

–Bueno, la verdad es que los profesores del orfanato estaban muy ocupados, limpiando pañales de los bebes que se encontraban allí y el único ejemplo a seguir que tuve desde los siete fue a Lucas, uno de los hijos de Ares.

–Sara por favor, termina de decirle lo que le tengas que decir a la señora Artemisa, pides perdón y os marchais al campamento.

–¿Y tú madre?-esta vez la que habló fue Atenea, yo solo me encojí de hombros.

Mi madre era un tema muy delicado para mi, el único que me a visto llorar por ella a sido Lucas, no me gustaba que me preguntasen por ella, menos cuando a los ocho años me enteré que estaba viva y con una nueva familia, al recordar todo eso mis ojos se llenarón de lágrimas, todos se dieron cuenta.

–Atenea, ha dicho que ha vivido en un orfanato durante todo este tiempo, para los mortales eso significa que no tiene padres, es decir que su madre a muerto.-habla ahora Hermes. Yo niego con la cabeza.

–Hermes tienes razón, pero mi...la mujer que me parió me abandonó en el orfanato dos semanas después de nacer con todos mis datos y con una carta diciendo que me cuidaran, que no me dejaran salir de allí hasta que cumpliese los dieciocho y a cambio ella enviaria grandes cantidades de dinero.

–A si que ese es tu punto débil, que te pregunten sobre tu madre ¿no?- esta vez habló Ares.

–No ella y Perseus tienes la misma débilidad sus seres queridos.-dice Dionisio, hace rato que pararon las risas.

–¿Entonces por qué lloras, pequeña?-me pregunta Afrodita con tono dulce.

–No es bonito saber que tu madre te abandonó, supongo.-digo secandome una lágrima solitaria.-Que se fue para no recordar a mi padre, y asi seguir con su vida, los hijos nunca tenemos la culpa de nada pero somos quienes pagamos.

–Que razón tienes linda.-me responde la diosa del amor.-Pero bueno me parece que no has venido aqui para hablar de esa mujer ¿no?

–No, tiene razón.-digo ahora con una sonrisa.-Artemisa hemos venido aqui para preguntarle si una de sus cazadoras, Thalia en concreto, puede realizar conmigo una misión para buscar a los siete semidioses perdido.

–¿Y se puede saber por qué debe ser ella?-pregunta la diosa.

–Porque así lo indica la profecia.

La hija de Poseidón [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora