Capítulo 46.

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Jueves, 2 Julio.

POV. SARA

Mar Adriático, Europa.

14:30

Hace una semana que volvimos a emprender el viaje, el tobillo de Thalia está mejor, aunque no del todo recuperado, pero la morena es tan cabezona que salimos antes de estar cien por cien bien pero así es ella.

Los "hermanos" italianos, tal y como acordamos, nos acompañan.

Nos encontramos en el yate de los abuelos de Michael y Cloe, el cual cojimos sin el consentimiento de los dueños, no había tiempo para tonterias, ibamos muy atrasados en el viaje.

-Hola Saqua.-me saluda la pequeña romana.

-¿Saqua?-pregunto confundida, causando la risa de la pequeña.

-Sí, Saqua.-afirma entre risas.-La "S" de Sara y "aqua", del latin, agua.-me explica con una sonrisa.-Se me ocurrió anoche cuando formastes pequeñas olas bajo el yate.

-Mmm...Saqua...¡Me gusta!-le digo para luego poner una sonrisa en mi rostro, acción que ella repitió.

Dirijí mi mirada al mar que nos rodeaba buscando la belleza que siempre encontré en el agua, extraño la verdad, pero siempre me gustó observar como se formaban las olas, como podia el mar cambian de intensidad según el clima que le rodease.

Desde que me enteré que mi padre es Poseidón, el gran dios del mar y los terremotos, y que todos aquellos que me conocen, tanto a mi padre como a mi, me reconocen por tener el mismo caracter que el mar que ahora observo. Y es que tienen razón, mi carácter es tan bipolar como la fuerza que puede llegar a utilizar agua, se podría decir que mi carácter es igual que el de mi padre y que mi físico es de mi madre, supongo, nunca la conocí, y dudo mucho que a estas alturas de mi vida vaya a encontrarmela ahora.

-Saqua.-me llama Cloe sacandome de mi cabeza.

-Dime pequeña romana.-le respondo aún con mi mirada en el mar.

-¿Tu crees que mi madre me va reconocer?-pregunta en un susurro.-Tengo miedo de que no lo haga y que nunca llegue a saber quien es ella y cual es mi poder...

-Ella te reconocerá.-le aseguro.-No he llegado a conocer a los dioses romanos, y a los griegos los vi porque soy una cabezota y me colé en el Olimpo, que si no tampoco los conocería.-le explico.-El caso pequeña, es que, por muchas ganas que tengan de matarnos o mandarnos a la mierda, o mejor dicho, al Tartalo.-me corrigo desviando mi mirada hacia esos ojos claros que me observan con atención.-Ello siguen siendo nuestros progenitores, quieran o no, así que lo mínimo que pueden llegar a hacer, por nuestro bien, es llegar a reconocerno como sus hijos.

-¿Segura?

-Si te digo la verdad.-desvio de nuevo mi mirada al lugar de donde mi padre tiene sus mayores poderes, el agua.-No me fío de ninguno de esos tipos, pero tu tranquila, si llegamos a Nueva York y aún no has sido reconocida por tu madre, yo misma me encargaré de que ella se te aparezca en persona, te de dos besos, un abrazo y te dija, "Cloe, cariño, yo soy tu madre".

La niña comenzó a reirse ante mi conentario, me alegra que le parezca cómico y que no se de cuenta que, en lo más profundo de mi corazón le este haciendo la promesa de que eso será lo que pasará si su progenitora no la llegue a llamar en el transcurso de este viaje.

(...)

20:45

Me encuentro sola en la cubierta del yate, tumbada en el suelo, mirando las estrellas, y con una sudadera de Lucas que le quiete hace...¿cuantó?, Si nos separaron de campamentos un 28 de Junio y estamos a 2 de Julio, ha pasado...

Un año y cuatro días.

¡Guau!, eso es mucho tiempo, y yo aún siento ese molesto vacío en mi.

Una sonrisa tonta se cuela entre mis labios al recordar a Lucas, en nuestro primer beso, mi primer beso.

-¿Y esa cara de tonta felicidad?.-preguntan tumbandose a mi izquierda.

-Recuerdos.-respondo aún mirando el cielo.-Momentos de felicidad, los únicos que pueden hacerme parecer una idiota.-continuo explicando mientras giro mi rostro y veo el perfil de la morena junto a mi.

-Eso es lo único que nos mantiene en pie en estos momentos, los recuerdos...-habla con un tono de tristeza.

Después de sus palabras no volvemos a hablar, yo dirijo mi atención al cielo negro estrellado que se encuentra sobre mi, mientras que a mi cabeza acuden todos aquellos momentos en los que la felicidad me invadio por completo todo mi ser.

Recorde desde el primer día en el que conocí a Lucas hasta que lo vi por ultima vez, y no solamente pensando en los buenos momentos, si no también en los malos.

Únicamente acudian a mi cabeza mis recuerdo con él, con mi niño, mi amor, mi razón de vivir, porque si él no se hubiera cruzado en mi vida, yo nunca habría llegado hasta aquí, con toda esta fuerza que me mantiene en pie y que utilizo para llegar hasa un punto perdido en medio del Mar Mediterráneo buscando a siete semi-dioses, los cuales fueron los encargados de cerrar las puertas de la muerte.

Y me dí cuenta en ese justo momento que él era por quien luchaba, que inconscientemente iba en busca de los siete mestizos para pedirle un deseo a los dioses, el deseo de que él volviese a este mundo y se quedara conmigo para siempre.

Aún que en lo más profundo de mi ser sé que los "para siempre" no duran más de cinco minutos y de que yo no corria con la suerte de que los dioses se apiadaran de mi y me concedieran tal deseo, uno del cual sería feliz.

La hija de Poseidón [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora