Dramione One Shots 2

Aprender a besar (parte 3)

  —Necesito que me enseñes a besar —soltó de golpe.
  Draco tuvo que contener el hecho de que su mandíbula quería desencajarase.
  —¿Necesitas qué? —preguntó incrédulo.
  —Ya lo has oído... —susurró Hermione roja como un tomate.
  —¿Quieres que te enseñe a besar? —repitió sonriendo divertido.
  —Sí... Fue tu propuesta, ¿no? —ella quería morirse de la vergüenza.
  —Vaya, vaya... —Draco se reclinó hacia atrás sin dejsr de sonreír—. ¿Qué ha sido de aquello... Cómo era? ¡Ah, sí! Que no me besarías ni aunque fuese el último hombre sobre la faz de la Tierra —ella se sonrojó más todavía, tanto que Draco pensó que con ese pelo y ese color podría ser sustituible por el emblema de su casa.
  —Yo... He cambiado de opinión... —musitó.
  —Ya, o sea que como no eres capaz de besarte bien con la Comadreja pues has decidido que practicarás conmigo —la vergüenza de Hermione fue sustituida por la ira y le miró enfadada.
  —¡Déjalo, Malfoy! ¡Nunca debí pedirte ayuda! —y se dio la vuelta furiosa, con la intención de marcharse de allí.
  —Lo haré, Granger —dijo él cuando Hermione ya comenzaba a subir la escalera. Esta se volvió y le miró, pero él volvía a tener la vista clavada en su libro—. Te enseñaré a besar. Mañana, aquí —Hermione notó que su enfado se disipaba y dudó sobre qué decir.
  —Gracias, Malfoy —contestó seria aunque más tranquila antes de subir a su habitación.
  Cuando se quedó solo Draco sonrió abiertamente, no había tenido ni que presionar. <<Realmente Hermione debe ser malísima besando si ha recurrido a mí en busca de ayuda. O quizá la culpa es de la Comadreja... O de ambos. En cualquier caso lo descubriré mañana...>>.

  ¿Hacía bien en pedirle ayuda a Malfoy? Por mucho que fuera más amable lo cierto es que seguía siendo el Slytherin rastrero que la había tratado mal durante siete años. Por otro lado se había disculpado por los males cometidos y su relación era casi cordial... Realmente, en lo más interno, sabía que no estaba bien besarse con Draco Malfoy pero estaba desesperada por mejorar su relación con Ron y en algún sitio había leído que en el amor y la guerra todo valía. La guerra ya la había pasado así que era el turno del amor, costase lo que costase.

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  A la mañana siguiente se levantó nerviosa. Malfoy iba a enseñarla a besar y lo iba a hacer esa misma tarde... Estaba atacada de los nervios sin dejar de pensar en que iba a besar a su supuesto enemigo teniendo novio. Algo en su interior también le hacía tener miedo de momento en el que él descubriese lo mal que besaba y que se burlase de ella.
  Los domingos la biblioteca no abría y los Premios Anuales tenían el día libre de responsabilidades relacionadas con el cargo así no sabía qué hacer para intentar tener la cabeza despejada. Salió temprano de su habitación y bajó en silencio las escaleras con el firme propósito de no despertar a su compañero. Sin embargo, estaba a punto de salir de la torre cuando Draco entró, haciendo que a ella casi le diese un infarto.
  —¡Ah! —gritó cuando se chocó con él—. Diablos, Malfoy, vas a matarme de un susto —él sonrió divertido.
  —Lo siento, Granger, no era mi plan asustarte, te necesito viva para que puedas aprender —levantó las cejas sugerentemente y ella se ruborizó.
  —Déjame, voy a desayunar... ¿Cómo es que estás despierto tan temprano? —preguntó extrañada, él odiaba madrugar, siempre era ella la que tenía que encargarae de las tareas matutinas.
  —Práctica de quidditch —respondió, y ella se fijó en que iba vestido con su uniforme.
  —Ah, es cierto... Bueno, adiós —se despidió saliendo por el agujero del retrato.
  —Te quiero aquí a las once y media para empezar con las clases —dijo él sonriendo, sabiendo que ella le había oído y que volvería al instante.
  —¡¿Qué?! —la cabeza de Hermione volvió a aparecer por el retrato, que aún no había tenido tiempo de cerrarse y que protestaba por tanto movimiento—. Creía que íbamos a empezar por la tarde... —susurró tímidamente.
  —Cuanto antes empecemos mejor, Granger —fue todo lo que respondió antes de desaparecer hacia el interior dejándola a ella con cara de boba mientras el cuadro cerraba la entrada.