Aparente infidelidad

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  Hermione se quedó mirando el pergamino, preguntándose qué pondría, qué excusa habría esa vez.
  Había estado mirando la carta durante al menos 2 horas, desde que la había desatado de la lechuza que había reconocido en el momento en que se posó en su ventana.
  No quería leerlo porque sabía que era de él y no estaba preparada para volver a sentirse culpable por haber huido como lo había hecho.
  Se había ido del apartamento que compartían en la otra punta de Londres y se había encargado de que ninguno de sus amigos le dijese la dirección. Pero le echaba muchísimo de menos y sabía que lo que pusiese en ese pergamino le obligaría a enfrentarse al dolor y la angustia que le provocaba pensar en su antigua relación.

  Armarse de valor con unas copas de vino no había ayudado tanto como había esperado pero debía abrir la carta, conocía lo suficiente a su exprometido como para saber que sería imposible destruir ese papel.
  Con las manos temblándole, Hermione finalmente reunió el suficiente coraje y desplegó la carta.
  Reconoció la letra inmediatamente y sintió que otra oleada de nerviosismo la atacaba mientras leía:

Hermione, mi madre ha fallecido. Sé que te tenía mucho aprecio y me gustaría que por favor asistieras a su funeral. Entenderé si no te presentas pero, si no lo quieres hacer por mí, hazlo por ella.
Draco.

  No se había dado cuenta de que estaba llorando hasta que una lágrima cayó sobre la carta, emborronando la firma de Draco. Su relación con Narcisa había sido magnífica desde el momento en el que empezó a salir con él y sabía que estaba muy ilusionada con su boda.
  Draco solía afirmar que su compromiso le había devuelto las ganas de vivir después de saber que estaba muriéndose. Le dolía muchísimo saber que Narcisa había muerto sin ver a su hijo casado y no quería ni imaginar lo que él debía estar pasando... No podía evitar sentirse extremadamente culpable por no haberla visto por última vez antes de haber fallecido.

  Limpiando sus lágrimas y leyendo la carta una vez más, la profunda tristeza y preocupación comenzó a dar paso al enfado. ¿Cómo podía seguir preocupándose por él? ¿Cómo, después de lo que le había hecho? Después de todo lo que había pasado... El amor que una vez habían compartido estaba muerto.

  Hermione se terminó su copa de vino, resignándose al saber que iba a volver a verle.

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  Se sacudió las cenizas de su capa de viaje y se alisó el rebelde cabello.
  —¡Señorita Hermione! ¡Erin está muy contento de verla! —gritó el elfo abrazándose a sus rodillas.
  —Oh, Erin, qué alegría verte, te he echado mucho de menos —dos lágrimas brotaron de los grandes ojos del elfo.
  —Es bueno saber que algunas cosas no han cambiado. Sigues tratando a los elfos domésticos como personas —dijo una voz por encima de su hombro. Hermione se sintió nerviosa al escuchar la voz de Draco después de tanto tiempo, pero compuso una sonrisa en su rostro y se giró para enfrentarlo.
  Su buena apariencia no había cambiado en absoluto, y todos los viejos sentimientos que tenía por él la golpearon como una ola. Le daba la impresión de que estaba aún más guapo que cuando lo había visto por última vez, cinco meses atrás.
  Estaba segura de que se acababa de pasar la mano a través del pelo nervioso y se fijó en que estaba pulcramente afeitado, como siempre. Sin embargo había un aura sobre sus hombros que le daba un aspecto triste, como si no durmiese bien, cosa que concordaba con sus ojeras.
  Se sonrojó cuando se dio cuenta de que Draco también la estaba evaluando y se sorprendió cuando no hizo un comentario sarcástico sobre su apariencia, ya que por mucho que hubiera tratado de disimularlo la ruptura tampoco había sido fácil para ella.
  Sin dejar de mirar a Hermione, Draco habló:
  —Erin, por favor, lleva las bolsas de la señorita Granger a mi habitación, y luego trae un poco de té y galletas a la sala de estar —el elfo ya iba a obedecer cuando Hermione le interrumpió.
  —No, Erin, lleva mis bolsas a una de las habitaciones de invitados, por favor.
  —Esto no es la Mansión Malfoy, Hermione, las pocas habitaciones libres están ocupadas —espetó tajante girándose y dirigiéndose al salón.
  Hermione miró a Erin, que asintió visiblemente incómodo.
  —No te preocupes, Erin, haz caso a Draco.
  —Sí, señorita Hermione —respondió el elfo, y tras una breve reverencia, chasqueó los dedos, y la bolsa de Hermione levitó por las escaleras tras él—. Señorita Hermione —llamó antes de subir—, Erin está muy contento de tenerla en casa, sí señora, Erin estaba muy preocupado por el señor Malfoy, menos mal que usted a vuelto —y con una inocente sonrisa el elfo se perdió en la planta de arriba.

Dramione One Shots 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora