Esa delgada línea que separa el amor de la locura (parte 3)

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  Draco dio un golpe en la mesa y la brusquedad asustó a Seamus y Dean.
  —Vamos a ver, Finnigan, ¿cómo puedes no acordarte de qué echaste después de la achicoria? —le miró furioso.
  —Yo... No lo sé, había mucho humo y estaba nervioso... —respondió él acobardado—. Pociones no se me da bien...
  —¿¡No me jodas!? —exclamó él irónico mientras se pasaba la mano por el pelo.
  —Malfoy, cálmate, no lo hicimos aposta —intervino Dean Thomas.
  —No, Thomas, no me calmo, ¡no me calmo! —respiró hondo—. Sois la única opción que tenemos de saber qué fue lo que salió mal porque evidentemente algo salió mal —siseó furibundo—. ¡Y NO ME ESTÁIS AYUDANDO!
  En ese momento llamaron a la puerta y asomó la cabeza de Pansy.
  —Draco, lo tenemos.

  Salió detrás de Pansy mientras Seamus y Dean le seguían.
  —¿Sabéis que fue lo que provocó la explosión? —preguntó mientras caminaban rápidamente hacia la clase.
  —No exactamente, pero hemos reducido las opciones —en cuanto giraron la esquina vieron a Blaise y a Ginny, que llevaban un tarro cada uno.
  —¿Cuáles son las opciones? —preguntó en cuanto llegó a la altura de sus amigos.
  —No estamos muy seguros pero creemos que no echaron la achicoria, que se equivocaron de ingrediente —respondió Ginny—. Blaise cree que se confundieron con la valeriana.
  —Eso explicaría por qué se desmayó —añadió Pansy.
  —Pero si no se parecen en nada —Draco les miró como si se hubieran vuelto locos pero Blaise se limitó a encogerse de hombros.
  —Espera... —intervino Seamus observando la ramita de valeriana que tenía Ginny en la mano—, sí, sí, creo... Creo que eché eso —Draco le miró con la boca abierta.
  —¡Pedazo de cabrón! —gritó agarrándole por el jersey con fuerza—. ¡Llevamos una hora intentando saber qué echaste después de la achicoria y ni siquiera echaste la puta achicoria! —le zarandeó y rápidamente intervinieron Blaise y Pansy para sujetarle.
  —¡Suéltale! —gritó Dean.
  —Draco, para —Blaise tiró de él.
  —Lo siento, no me acordaba —lloriqueó Seamus.
  Draco le soltó y rápidamente Dean abrazó a Seamus alejándole del Slytherin.
  —Ya puedes sentirlo —masculló Draco—. Y soltadme ya —espetó alejándose de Blaise y de Pansy—. Anda, vamos a buscar a los demás a ver si pueden decirnos los efectos de la cagada de estos dos inútiles.

  Sin preocuparse de si le seguían echó a andar hacia la biblioteca y no habló con nadie.
  —¿Se puede saber qué se trae con Hermione? —le preguntó Ginny a Pansy en un susurro.
  —No tengo ni idea, no le había visto ponerse así por alguien en la vida —respondió ella en el mismo tono.
  —Pues yo veo bastante claro que está enamorado de Hermione —rebatió Blaise y las otras dos le miraron boquiabiertas—. Joder, está desquiciado, o está enamorado o se ha vuelto loco del todo.
  —¿Vais a daros prisa o pensáis seguir andando como ancianos octogenarios? —espetó Draco mirándoles de soslayo.
  —Pues está de un insoportable... —masculló Pansy.
  —¿Qué dices? —preguntó él.
  —Qué ya vamos, pesado —rebatió poniendo los ojos en blanco.

  Todos entraron en la biblioteca y se dirigieron a la mesa central donde, ocultos tras varias torres de libros, estaban Luna, Theo y Neville.
  —Valeriana —fue todo lo que dijo Draco en cuanto llegó a la mesa.
  —¿Valeriana? Pero si eso ni siquiera estaba en la receta —se extrañó Theo.
  —Es que creo que se me quedó a mí en la mochila de la poción de la semana pasada —murmuró Seamus, y Draco le echó una mirada asesina.
  —Pues ya ves, al señor Finnigan no se le ocurrió nada mejor que echar una planta relajante a un Filtro de confusión —dijo él como si masticase las palabras.
  —Uy, veo mucha inquina por aquí —Theo observó a ambos—, pero no parece que te haya roto nada así que... —se encogió de hombros.
  —Uf, valeriana... Me suena haber leído algo de eso por aquí —murmuró Luna ojeando un libro de tapas rojas que tenía en la pila de su izquierda.
  —¡Ahí! —gritó Neville señalando una página—. Sí, lo leí antes, vuelve atrás, eso, ahí, mira: errores comunes en la preparación de Filtros de confusión, de excitación y de conversión: remover el caldero antes de echar el ligústico; no cortar bien la raíz de diente de león; echar ajenjo, valeriana u otra hierba en lugar de achicoria... —subió la mirada sonriente.
  —¡Bien, Neville! —felicitó Blaise palmeando su espalda.
  —¿Cómo se cura? —preguntó Theo.
  —No lo sé... Espera —siguió leyendo por la página—. Vale, aquí dice que la poción suele brubujear y brillar cuando se comete un error y que bajo ningún concepto se debe tratar de agregar la achicoria encima...
  —Eso fue lo que hizo Hermione —intervino Dean—, cuando le pedimos ayuda no sabía que nos habíamos equivocado y echó la achicoria —Draco gruñó por lo bajo y Blaise se apresuró a hacer que Neville siguiese leyendo.
  —¿Qué más dice, Nev?
  —Pues que en esas ocasiones suele explotar y que el contacto con la poción puede ocasionar sarpullidos, somnolencia, desmayos o vómitos, todo depende de la hierba que hayas añadido por error —miró a sus amigos—. Bueno, es evidente que en el caso de Herms la reacción ha sido desmayo.
  —¿Pone ahí cómo arreglarlo? —preguntó Ginny esperanzada.
  —Simplemente dice que en caso de contacto con la poción debe limpiarse bien y tras unas horas el efecto se pasará.
  —Vale, hay que decírselo a McGonagall, los sanadores tienen que saberlo ya —resolvió Draco.
  —Vamos —corroboró Luna cogiendo el libro y levantándose para correr hacia el despacho de la directora.

Dramione One Shots 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora