Vivir felices y comer perdices

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  A Didiana37, que me hizo esta petición (he hecho lo que he podido :-))

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  Hermione se recostó en el sofá y subió los pies.
  —Definitivamente soy una bola de bolos andante —suspiró. Se oyó una risa a su espalda y al subir la cabeza vio a Draco dejar su taza de té en la mesa.
  —Definitivamente eres una preciosa... —se quedó callado y la miró—. ¿Qué es una bola de bolos? —preguntó levantando sus pies y sentándose antes de empezar a masajearlos.
  —Una cosa de un juego muggle que... Oh, gracias —suspiró aliviada haciéndole sonreír. Ella se recolocó en el sofá, moviéndose con esfuerzo por su abultado vientre.
  —¿Te encuentras bien? —la miró ligeramente preocupado.
  —Sí, solo un poco cansada, nada de lo que preocuparse —resolvió quitando los pies para sentarse junto a él.
  —¿Estás segura de que quieres que me vaya? —pasó el brazo por su espalda y dejó un beso en su sien.
  —Draco, estoy embarazada pero no enferma, puedes irte sin problema —se giró y le besó en los labios. Él devolvió el beso suavemente, correspondiendo hasta que notó que ella le acercaba de la nuca y que los besos se volvían más pasionales, entonces se separó sujetándola por los hombros.
  —No... —advirtió negando con la cabeza.
  —No pasa nada... —protestó ella intentando besarle de nuevo.
  —No vamos a tener esta discusión otra vez. El sanador dijo que era un embarazo de riesgo así que no trabajas, no te mueves y por supuesto nada de sexo —la miró seriamente y Hermione se cruzó de brazos.
  —Con Rose lo hicimos —se sentía como una niña pequeña, no podía hacer absolutamente nada.
  —Porque era un embarazo normal, no había riesgos —contestó él con rintintín, cansado de volver a discutir de eso—. Esta vez reposo absoluto —decretó intentando obviar las ganas que también tenía él.
  —Solo dijo que tenía que estar tranquila pero que podíamos... —rebatió molesta.
  —No vamos a ponerte en riesgo ni a ti ni a Scorpius —declaró poniendo las manos en su tripa.
  —Por favor... Que tengo muchas ganas... —Draco no pudo evitar pensar que las hormonas del embarazo hacían que su mujer se descontrolase.
  —Y yo —respondió mirándola con cariño—, pero me importa más que estés bien —la abrazó de lado y besó su cabeza.
  —Jo... —protestó ella con una vocecilla.
  —Cariño, ya queda poco —intentó consolarla, pero ella se separó enfadada.
  —Te odio, Malfoy, no vas a volver a tocarme en tu vida —manifestó mirándole furiosa.
  —Acabas prácticamente de rogarme que lo haga —no pudo evitar sonreír y ella le atravesó con la mirada.
  —Que te jodan —bufó quitando la mirada. Él agarró su mano y acarició suavemente su dorso con el pulgar.
  —Hermione, sabes que hay riesgo —suspiró serio. Ella notó que se ablandaba y le miró de nuevo.
  —¿Puedes hablar con Theo? Ya que a mí no me escuchas... —resopló. Draco asintió y sonrió suavemente.
  —Hablaré con Theo, pero que sepas que te prefiero enfadada conmigo antes que en peligro —afirmó, y ella frunció el ceño.
  —Si no te quisiera tanto probablemente ya te habría matado —declaró mientras él volvía a abrazarla y a besar su cabeza.
  —Si lo haces nadie te culpará, puedes decir que fueron las hormonas —repuso encogiéndose de hombros.
  —Odio que siempre sepas qué decir —espetó con la cara pegada a su pecho. Él se rió y Hermione pudo notar la vibración de su garganta.
  —Venga, túmbate un rato mientras voy a por Rose —dijo levantándose y mulliendo su almohada.
  —Recuerda coger la bolsa —ella se tumbó y volvió a subir los pies.
  —Tranquila, está todo preparado. Voy a por la niña —besó su frente y se marchó a por su hija.

  Hermione se tumbó y sacó la varita del bolsillo de la enorme bata que llevaba.
  —Accio libro —el libro que estaba en la mesa voló a sus manos y ella lo cogió resignándose.
  No podía ir a trabajar y se aburría muchísimo todo el día en casa pero si salía a la calle en seguida se cansaba.
  No podía cuidar de su hija porque era un terremoto para tener solo un año y medio y cuando no estaba su marido era siempre Erin quien se encargaba de vigilarla.
  Además estaban en junio y hacía un calor de mil demonios, cosa que con el embarazo se intensificaba muchísimo más. Se pasaba el día secándose el sudor de la frente y abanicándose con todo lo que encontrase.
  Suspiró harta de todo, cuando se había quedado embarazada de Scorpius no había recordado lo horribles que eran los eventos asociados al embarazo y solo quería dar a luz para poder volver a ser una humana normal.
  —Vamos, hija, te quedarás con los abuelos esta tarde —oyó a Draco y levantó la vista dándose cuenta de que no había leído nada, simplemente se había quedado mirando el libro mientras pensaba.
  —¿Ya os vais? —preguntó echando la cabeza hacia atrás. Draco se acercó con Rose en brazos, que tenía su varita en la mano.
  —Sí, la llevaré con tus padres de camino a casa de Blaise —besó la cabeza de su bebé y se lo pasó a Hermione mientras la niña se resistía a devolver la varita.
  —No deberías dársela, algún día incendiará la casa —besó la mejilla de Rose—. Adiós, cariño.
  —¡Mamá! —rió la niña haciendo que sus padres sonriesen. Besó su cabeza mirándola con adoración y se la devolvió a Draco.
  —Vamos, acaparavaritas, si llegó tarde a casa de tus abuelos tu abuela puede matarme —Rose le miró sin entender nada y trató de coger su varita de nuevo—. No —negó Draco.
  —Varita —balbuceó.
  —No, es peligroso, te daré tu peluche —decretó Draco.
  —¡Quero varita! —chilló Rose.
  —Y yo que tu padre me haga caso y no hay manera, hija, nos tiene descontentas a las dos —Draco frunció el ceño al oír a Hermione, que rió al verle.
  —No tiene gracia —masculló, pero como su mujer reía, su hija parecía contenta.
  —Aburrido —Hermione le sacó la lengua y Rose rió divertida.
  —¡Mami! —chilló encantada.
  —Vamos, Rose, tienes suerte de no entender nada de esto —puso los ojos en blanco—. Dile adiós a mami.
  —Ariós, mami —dijo ella mirando a Hermione y despidiéndose con la mano.
  —Adiós, mi amor, te veré esta noche —respondió ella, y Draco llevó a Rose al carro. Hermione suspiró pero él volvió a aparecer en su línea de visión.
  —Si tienes algún problema me avisas, me da igual lo que sea —la miraba seriamente—. Por favor, en cualquier momento y por cualquier cosa, avísame si me necesitas —ella asintió y él se puso en cuclillas para besarla. Hermione puso las manos en su nuca para que no escapase y le besó con intensidad—. Hermione... —advirtió separándose ligeramente.
  —Solo te beso, no te atrevas también a quitarme eso —él rió y la besó una vez más antes de separarse.
  —Volveré pronto y recogeré a Rose a la vuelta —acarició su mejilla.
  —No te preocupes tanto por mí, anda, vete, que estaré bien —sonrió y colocó su pelo, ligeramente revuelto, probablemente a causa de Rose—. Vamos, vete con los chicos y pásalo bien —él besó su cabeza asintiendo y se levantó.
  —Te amo, cuídate y... —fue interrumpido por su mujer.
  —Te aviso si me pasa algo, tranquilo —completó con rintintín. Ambos sonrieron y él se inclinó para besarla rápidamente antes de acudir a su hija, que parecía mantener una conversación muy interesante a base de balbuceos consigo misma.
  —Adiós, cariño —se despidió—. Vamos, Rose, la abuela te espera—y dicho esto salió cerró la puerta.

Dramione One Shots 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora