La había visto en cuanto había puesto un pie fuera de la tarima, en cuanto el foco había dejado de deslumbrarle. Ella siempre había tenido la capacidad de atraer su mirada y aquella vez no fue diferente. Lo primero que sintió fue miedo, que alguien vinculado al Ministerio de Magia descubriera su pequeño negocio podía significar muchos problemas por exponer tanto el mundo mágico entre los muggles. Pero después, mientras conversaba con los clientes fingiendo no percatarse de nada, pensó que ella llevaba allí un buen rato, el suficiente para tener una cerveza a medio beber en la mano, y no había hecho ni dicho nada.
Distraídamente se acercó a la barra y la vio huir y darle la espalda. Tuvo que aguantarse una carcajada. Hermione Granger, en ocasiones, podía ser muy tonta.
Le pidió a Kevin un whisky y de paso encargó una cerveza para Satchmo, se lo había ganado aquella noche. Miró a su amigo sobre el escenario. Era un trompetista magnífico y un tío excepcional. Sintió la mirada de Granger quemándole la nuca, sabía que le estaba mirando con mucha atención. Al principio no sabía si hablar con ella o no pero ella le estaba mirando de reojo, creyendo que no se iba a dar cuenta. Definitivamente era idiota si pensaba que eso era disimular. Se concentró y no tardó en entrar en su mente usando legeremancia. Ella no opuso nada de resistencia, por su gesto ni siquiera era consciente de que Draco estaba dándose un paseo por su consciencia escuchando sus pensamientos. La oyó protestar por el idioma y se le escapó una sonrisa. Había encontrado algo que Hermione Granger no sabía y él sí, era profundamente satisfactorio. No pudo controlarse y tuvo que responderle.
—Porque esto no es Dublín y aquí si no te diriges a alguien en inglés es habitual que lo hagan en irlandés —vio como ella se sobresaltaba y como la jarra se escurría de su mano hasta el suelo. Se hizo añicos, salpicando todo de cerveza de mantequilla.
—¡Joder! —exclamó saltando del taburete donde estaba sentada. Y Draco vio como su mano volaba al interior de su abrigo. En un movimiento rápido, se estiró y la cogió por el brazo sujetándola.
—Ni se te ocurra —susurró a centímetros de su oído—. No quieres sacar la varita en un bar rodeada de muggles que ahora mismo te están mirando —ella contuvo el aliento y Draco rápidamente la soltó y se giró hacia Kevin—. Beir leat mop.El chico fue rápidamente a por una fregona como le había pedido y recogió los cristales. Granger no dijo nada, parecía catatónica, solo le miraba con sorpresa.
—Ven, aléjate de los cristales, a ver si te vas a cortar —dijo Draco poniendo una mano en su espalda y empujándola suavemente hacia el lado contrario. Granger, aturdida, se dejó llevar—. ¿Quieres que te ponga otra cerveza?
—¿Qué? —ella le miró como si no le entendiera.
—Se te ha caído al suelo y no te la habías terminado. ¿Quieres otra? Invita la casa.
Granger sacudió la cabeza volviendo en sí.
—Malfoy, ¿qué... Qué haces aquí?
Draco rodeó la barra y se quitó la chaqueta. Después cogió una jarra limpia.
—Ofrecerte una cerveza para subsanar que la que te estabas bebiendo la has tirado —abrió una botella de cerveza de mantequilla y se la sirvió en una nueva jarra.
—No la he tirado, es que me has asustado.
—Yo solo he respondido a tu pregunta —se excusó poniendo la cerveza encima de la barra, justo frente a ella.
—Ni siquiera la había formulado en alto... ¿Cómo...
—Legeremancia.
—¿¡Te has metido en mi cabeza!? —gritó escandalizada. Draco miró a su alrededor. Un par de personas se habían girado a mirarlas.
—Granger, que tú no les entiendas cuando hablan en irlandés no significa que ellos no te entiendan si gritas en inglés —masculló muy serio, y ella se relajó visiblemente.
—Perdón...
—No he estado mucho rato en tu cabeza —siguió diciendo—, solo un momento, mientras fingías no verme —rebatió Draco con una sonrisa de suficiencia. Granger se ruborizó por completo y él sonrió más todavía. Era muy divertido pillarla desprevenida.
—No sabía que podías —murmuró cogiendo la jarra—. Gracias...
—Hay muchas cosas que no sabes de mí, Granger —la observó unos segundos en silencio—. Siento haber entrado sin permiso —salió de la barra—. Ven, anda, deja a Kevin recoger tranquilo —dijo cogiendo su chaqueta y su vaso de whisky y yendo hacia una mesa que estaba vacía. Granger se apresuró a seguirle.
—Sí, hay muchas cosas que no sé de ti, como por ejemplo qué haces aquí —Draco colocó su chaqueta en el respaldo de la silla y se sentó.
—Ya te he respondido, estaba sirviéndote una cerveza porque...
—Me refiero a aquí, en Irlanda —le interrumpió. Draco se quedó de nuevo observándola y, ante su silencio, ella se quitó el abrigo y sentó también.
—Vivo aquí —respondió finalmente.
—¿Desde cuándo?
No le acababa de quedar claro si la curiosidad de Hermione Granger le gustaba o le irritaba. Preguntaba compulsivamente, quería saberlo todo, pero había algo en su forma de curiosear en su vida que en vez de parecer un cotilleo daba la sensación de que se interesaba por él genuinamente.
—Desde el juicio —la chica le observó durante bastantes segundos muy fijamente y Draco aprovechó el escrutinio para mirarla. Había cambiado desde que la había visto la última vez, su cara había madurado y ya no tenía el rostro tan redondeado y aniñado, pero sus ojos seguían siendo de color marrón miel. Le seguían pareciendo gigantes planetas gaseosos, era como si tuviera un Saturno encerrado en cada ojo.
—¿Y este bar es tuyo?
—De no serlo sería cómico que me hubiera metido a tocar el piano en un bar llamado Muggle's, ¿no crees?
—Creo que es más cómico que hayas decidido llamarlo así. Cómico y arriesgado. ¿Cómo se te ocurre exponer tanto el mundo mágico? —Draco puso los ojos en blanco.
—No te preocupes, aquí nadie sabe nada. Es un bar de jazz en una ciudad cualquiera de Irlanda. Ya has oído la lengua extraña que hablan aquí, ¿por qué iba a sorprenderles una palabra que suena casi como su propio idioma? —vio que ella sonreía al escucharle.
—Uf... No logro entender ni una palabra... ¿Cómo has conseguido tú aprenderlo? —notó el tinte de ansiedad por saber en su voz y sonrió socarrón.
—Se me dan bien los idiomas —se limitó a responder. En ese momento se acercó una de las muchas chicas que siempre acudía a su bar.
—Draco, bhí tú iontach roimhe seo —todos los días Aileen iba a decirle lo mucho que le gustaba su talento musical. El tono de voz de la chica dejaba tan claro sus intenciones de ligar con él que Draco contuvo sus ganas de poner nuevamente los ojos en blanco. En su lugar le puso a Aileen su mejor sonrisa.
—Go raibh maith agat, Aileen —agradeció cordial.
—Tá mé féin agus Liam ag imeacht —fue mencionarle y a su lado apareció Liam, su novio. Le estrechó la mano efusivamente mientras procedía a despedirse:
—Slán, a Dragon, go dtí lá eile.
—Slán, go raibh maith agat as teacht —se despidió y ambos salieron del bar. Draco volvió a dirigir su mirada a Granger, que había observado la conversación sin entender ni una palabra. No pudo contener la risa y una carcajada escapó de su garganta.
—Tu cara de incomprensión en la cosa más graciosa que he visto en mi vida —se burló. La chica frunció el ceño y le miró irritada.
—No te burles, tú vives aquí desde hace años y yo solo llevo un mes.
—¿Qué haces aquí, Granger? —preguntó Draco, y ella ladeó la cabeza antes de responder.
—Creo que tomarme una cerveza porque la anterior se me ha caído —respondió dando un sobro. Draco sonrió divertido, era una grata sorpresa descubrir en ella ese cinismo. Granger sonrió de vuelta—. Viaje por trabajo.
—¿Del Ministerio? —ella asintió—. ¿Tiene que ver conmigo o esto ha sido una asombrosa casualidad?
—¿Por qué me iba a mandar el Ministerio de Magia a buscarte a una ciudad muggle de Irlanda?
—¿Por qué no? El Ministerio está lleno de paranoicos y yo soy un exconvicto.
—No eres un exconvicto —Draco se encogió de hombros.
—Pero casi —Granger negó con la cabeza.
—No he venido a por ti, he venido por asuntos de duendes.
—¿Entonces ha sido casual que entraras aquí? —la miró con curiosidad.
—No, ha sido casual que pasara por la calle, en cuanto he leído el nombre del sitio he venido aposta a saber quién era el mago tan estúpido como para jugar así con los nombres —Draco sonrió y dio un sorbo a su bebida.
—Y el mago estúpido soy yo. Vaya decepción, ¿eh? —Granger entrecerró los ojos.
—No creas. Ha sido muy sorprendente encontrarte en un bar muggle, del que eres dueño, tocando el piano con una banda de jazz.
—Soy un hombre imprevisible —respondió burlón—. Y la banda de Satchmo es la mejor.
—¿Satchmo?
—Es el trompetista. Un genio.
—¿Es irlandés? —Draco negó con la cabeza.
—Es estadounidense, de Louisiana, pero viene por aquí de vez en cuando. A él le gusta mi bar y a mí me gusta tocar con él.
—No sabía que tocabas el piano.
—Ya te he dicho que hay muchas cosas de mí que no sabes. Nunca hemos sido amigos, Granger, ¿por qué ahora te sorprende no conocerme?
—Porque creía tener claro quién eras... Comprende que me sorprenda que la persona que me llamó Sangre sucia durante años ahora viva en el mundo muggle —la determinación en los ojos de la Gryffindor fue absoluta, como si hubiera estallado una tormenta en sus pupilas, y Draco se tensó al oír el apelativo. Odiaba el término de 'sangre sucia', le traía unos recuerdos infernales.
—Creo que el Draco Malfoy que tú conociste murió el día de la Batalla de Hogwarts —musitó inexpresivo—. Ya no uso ese término —involuntariamente sus ojos se desviaron hacia el brazo de la chica pero la tela de su jersey cubría el lugar donde...
—Todavía queda cicatriz pero ya no me duele —murmuró ella mirándole. No le hacía falta saber legeremancia para saber por que Draco tragaba saliva de esa forma.
—Lo siento —susurró clavando su mirada en sus ojos—. Lo siento mucho —Hermione cerró los ojos momentáneamente y al volver a abrirlos la tormenta había desaparecido y le sonrió amigablemente.
—Ya no me duele —repitió ella con su sonrisa alentadora. Draco entendió el mensaje y bajó la cabeza agradecido por su perdón. Al volver a subirla se sentía mucho más ligero.
—Gracias por haber entrado.
—Gracias por la cerveza.Se miraron durante unos segundos y, por primera vez, Draco no supo cómo romper el silencio de manera orgánica porque de alguna forma estar en silencio mirándose era suficiente. Había tenido tantos encontronazos con Granger a lo largo de su estancia en el colegio que se le antojaba una anomalía rarísima ser el objetivo de una mirada agradable, de una sonrisa cálida en vez de una mueca plagada de odio y desprecio. Estaba tan absorto en su sonrisa que no se dio cuenta de que ella le preguntaba.
—Disculpa, ¿qué has dicho?
—Te he preguntado si a los muggles les gusta la cerveza de mantequilla. Fue lo que más me sorprendió cuando me la ofreció... —Granger señaló a Kevin y Draco sonrió.
—Ah... Sí, sí, les gusta más de lo que pensé en un primer momento. Creo que les recuerda a cerveza de jengibre —respondió encogiéndose de hombros.
—¿Cómo consigues venderla aquí?
—Cada dos o tres meses voy al Caldero Chorreante y Neville me...
—¡¿Ves a Neville cada dos o tres meses?! —se escandalizó Granger, y Draco volvió a reír al escuchar su sorpresa—. Nunca nos ha dicho nada...
—Bueno, es un buen amigo mío... Supongo que cuando le pedí discreción lo cumplió —rebatió Draco divertido.
—¿Pero desde cuándo eres amigo de Neville? —Draco rio nuevamente y Granger se ruborizó—. Perdona, sueno muy sorprendida...
—No te preocupes, entiendo tu sorpresa, yo si me paro a pensarlo supongo que también soy consciente de lo inverosímil que es... Cuando decidí mudarme a Irlanda me lo encontré aquí de vacaciones. Yo me disculpé y... Bueno, él se mudó con Hannah al Caldero Chorreante y me ofreció ser el enlace. Cada dos o tres meses, cuando se me acaba la cerveza de mantequilla me acerco a Londres y Neville me proporciona unos cuantos barriles.
—Vaya... Nunca lo hubiera esperado...
—Y ahora todo Limerick bebe cerveza de mantequilla al sur del Shannon —lo dijo tan fanfarrón que Granger le miró suspicaz.
—¿Tan bien te va que todo el mundo al sur del río viene a tu bar? —Draco sonrió ampliamente ante su gesto desconfiado. Hubo unos segundos en los que ambos se miraron, ella destilando curiosidad a través de su pregunta sospechosa; él barajando si burlarse o ser sincero.
—No, pero no puedo quejarme. De todas formas no tengo la intención de hacerme rico ni nada parecido.
—Ya veo... Lo tienes todo muy bien montado, eso debo reconocerlo —alzó la jarra en su dirección—. Brindo por tu éxito —Draco sonrió y levantó su vaso para brindar con ella. Al volver a dejar la jarra sobre la mesa, la chica miró el reloj de su muñeca y se alarmó—. ¡Qué tarde es! Debería irme... —murmuró levantándose—. Mañana tengo una reunión a primera hora y... Vaya, el tiempo aquí dentro se pasa volando.
Sonrió en disculpa y Draco también se puso en pie.
—Te acompaño a la puerta —siguió a la chica hasta la entrada del local y una vez allí le tendió la mano—. ¿Volverás? —preguntó con una sonrisa críptica.
—¿Quieres que vuelva? —Granger parecía gratamente sorprendida. Draco se encogió de hombros con media sonrisa.
—Lo digo por si quieres tomarte otra cerveza de mantequilla.
—Ya... —se observaron unos segundos que se hicieron eternos—. Adiós, Malfoy.
—Granger —correspondió él con un gesto de cabeza.Se quedó quieto observando como ella salía y la puerta se cerraba a sus espaldas. Draco suspiró y sintió que el abdomen le temblaba. ¿Había pasado lo que había pasado?
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Dramione One Shots 2
FanfictionBreves historias sobre Dramione. La autoría es completamente de JK Rowling, yo únicamente uso sus personajes y su universo para un fin lúdico. Portada por: captbexx. Créditos a los dueños de las imágenes (especialmente a Upthehillart). Para que no...