Todo por la beneficencia (parte 2)

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Draco escupió literalmente su café, la bebida salió de su boca y dibujó una parábola antes de manchar las baldosas. Se quedó boquiabierto mirando al frente, él no tenía la culpa de haber puesto perdido el suelo del pasillo, no, la culpa la tenía su antigua rival y su actual compañera de trabajo, cuya imagen estaba colgada en la pared frente a las mesas de Brenda y Martin.
Allí estaba, la directora del departamento, con el trasero desnudo, mirando lujuriosamente hacia la cámara varita en mano y con unas gafas que la hacían ver muy atractiva. Un gemido sordo salió de su garganta mientras sentía el comienzo de una presión muy poco apropiada en sus pantalones.
-¡Merlín, ¿qué es eso?! -señaló furiosamente la imagen y Martin levantó la vista con parsimonia.
-El álbum de fotos benéfico del Ministerio -respondió Brenda sin quitar la vista de sus papeles.

Draco se pasó la mano por el pelo, se había olvidado de la nueva locura del Ministro... Había pensado que sería una chapuza como todo lo que hacía Kingsley pero...
-Ya veo que es un álbum de fotos -respondió tajante-. Pero ¿por qué está abierto por el número... Nueve? -Martin miraba sin entender su enfado y ella levantó la vista visiblemente divertida.
-Bueno... -se encogió de hombros y Draco negó con la cabeza. Ya daba igual lo que pasase, de ese momento en adelante Hermione sería la imagen mental que tendría siempre del número nueve. Miró la foto una vez más y sintió que la presión en sus pantalones se intensificaba. Suspiró concentrándose, no quería nada de sangre en ese sitio en ese momento <<bájate>> se ordenó a sí mismo, pero al parecer su cuerpo opinaba diferente y solo logró excitarse más-. Creo que ese número queda bien -continuó diciendo la chica despertándole de su conversación interna.
-Pues creo que deberías quitarlo -sugirió tratando de ejercer algún tipo de control sobre su cuerpo, olvidando por un momento que sus compañera también era compañera y amiga de Hermione.
-¿Qué pasa, Draco? ¿Hermione está demasiado sexy en esa foto? -preguntó sonriendo cómplice. Martin dio una sonora carcajada.
Draco intentó eliminar de su mente la imagen de la chica mirando por encima de las gafas y compuso su mejor apariencia estoica.
-Simplemente me parece inadecuado para la oficina -respondió disimulando.
-Oh, bueno, el Ministro ha especificado que lo colguemos -rebatió con una sonrisa divertida mientras él seguía mirando a Hermione. Draco estaba seguro de que Kingsley no había pedido que fuese concretamente Herm... El número nueve el exhibido en su pared tan descaradamente. Brenda seguía hablando con él y con un esfuerzo inmenso logró volver a escucharle-... Al fin y al cabo es una cuestión de beneficencia.

Sabiéndose derrotado Draco limpió el café de su traje y del suelo y regresó a su despacho cerrando la puerta detrás de él y enfocándose en sus informes como si fuesen un salvavidas. Cualquier cosa para evitar recordar en la imagen de Hermione desnuda y con esa piel bronceada, no podía pensar en los diminutos lunares en su hombro esos que podría dedicarse a besar y... No, no, no, eso no serviría.
Draco trató de enfocarse en otra cosa, cualquiera, todo valía, y recordó el simposio de pociones al que había ido en Liverpool, impartido por un señor tan aburrido como el profesor Binns. La idea del profesor Binns siempre ayudaba a disminuir su libido, nada como su voz monótona para suprimir cualquier indicio de erección...
Pero daba igual, solo imaginarla sin ropa hacía que su ingle se tensase.
Dichosa Hermione, ya había superado la etapa adolescente y allí estaba, teniendo una enorme erección por estar ridículamente excitado. Llevaba años sin pasarle, recordaba como desde su cuarto hasta su octavo año en Hogwarts todos los días amanecía tras una noche de sueños muy movida con su compañera y requería una buena ducha helada.

Tras beberse la taza de café, y esforzándose mucho, la sangre fue abandonando su entrepierna y él pudo abrir la carpeta de su último caso con un suspiro de alivio. Ya no tenía quince años, tenía veintidós, y había luchado mucho por ganarse un hueco en el Ministerio, las erecciones incontrolables tenían que desaparecer.

Dramione One Shots 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora