Dramione One Shots 2

Una proposición demasiado indecente para rechazarla (parte 1)

  Hermione volvió a leer la carta mientras la emoción se agolpaba en su garganta.

  Granger, este es el trato: los dos seguimos igual, tú sigues con tu vida perfecta con Weasley y yo con mis asuntos. Si tenemos que seguir discutiendo y peleando frente al resto lo haremos, seguiremos siendo los enemigos que fuimos en Hogwarts, seguiremos trabajando juntos como si nada pero cuando estemos juntos nada más interferirá, solo seremos tú, yo y este acuerdo. Tú serás mía y yo seré tuyo y esto será simplemente sexo, sin ninguna clase de sentimiento, si empezamos a sentir algo pararemos de inmediato. Si aceptas ven a mi despacho.

  Aquellas palabras eran surrealistas, era una proposición tan indecente... El problema residía en que era demasiado indecente para rechazarla, algo dentro de su cabeza gritaba, exigía y ordenaba que no lo hiciera, pero su cuerpo ansiaba volver a perderse en el placer que sabía que Draco le daría. Ese secretismo, verse a escondidas en su apartamento y la excitación de lo prohibido le daban un morbo, uno que desgraciadamente ansiaba, su vida era demasiado aburrida y él suponía ese riesgo, esa especia que condimentaba un plato insípido.

  No quería parecer una pervertida y no es que estuviese necesitada, porque no era así, pero él suponía ese fruto prohibido, esa manzana de la discordia que sus deseos anhelaban. Y había inconvenientes, por supuesto que los había, y muy gordos. Para empezar ella estaba en esa relación estable que tantísimo le había costado conseguir con Ron, y ella le quería, le quería de verdad, pero apenas tenían contacto porque siempre estaba en misiones de auror y el hecho de estar siempre sola pesaba demasiado. Ron era cariñoso y amable y aunque realmente no se preocupase mucho por ella sabía que la quería.
  Tenía que negarse, debía mostrar fidelidad a Ron, pero la tentación era mayor. Malfoy no tenía esa preocupación porque estaba soltero pero ella sí, ella no podía traicionar a Ron.

  La segunda cuestión importante era precisamente el hecho de que fuese él. Habían pasado casi cuatro años pero por mucho que se esforzase en tenerlo oculto en algún rincón de su mente, la relación que Draco y ella habían tenido había sido real, tan real como los sentimientos que ella había desarrollado por él, a pesar de no haber sido correspondido. Sabía que Draco había disfrutado del breve tiempo que habían estado juntos pero también sabía que cuando se habían tenido que separar en sexto año, él solo había cosiderado su relación como un romance juvenil, uno de esos que se tienen con quince años y que en el futuro recuerdas con cariño, nostalgia e incluso diversión. Para Hermione la cosa había sido distinta, ella se había enamorado de él hasta unos niveles más altos de los que estaba dispuesta admitir.
  Hasta ese momento siempre había estado Ron, él había sido el único chico que le había interesado, e incluso cuando conoció a Viktor Krum simplemente había sentido una leve atracción. Sin embargo, en el momento en el que Draco y ella empezaron a salir a finales de cuarto año, la cosa cambió totalmente. Estar con él era todo lo que su cuerpo quería, todo lo que pedía y necesitaba, un abrazo o un beso del Slytherin bastaban para tranquilizarla así como para encenderla. Separarse de él en sexto año había sido una de las cosas más terribles de su vida y si volvía a estar con él no estaba segura de no volver a abrir esas heridas que tanto le había costado cicatrizar.

  Suspiró, estaba segura de que Draco podía tener tantas amantes como quisiera, seguramente podría hasta hacer un catálogo. Por muy mala reputación que tuviese después de la guerra, ser guapo y rico seguía siendo atrayente para casi todo el mundo. Y entonces, ¿por qué la escogía? ¿Por qué a ella? Quizás era excitante para él corromper a la heroína de guerra amiga de El Elegido, convertirla en algo que siempre había odiado y arrastrarla a esa espiral de inmoralidad y vergüenza de la que sabía que seguro se arrepentiría.
  Realmente todo eran contras, solo había un pro: que le deseaba mucho, más que a nada ni nadie.