A la segunda fue la vencida

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  Lo único beneficioso que había aprendido de su tía Bellatrix y de Snape era cómo controlar y ocultar sus emociones. Y aunque en su momento la razón para enseñarle era evitar que Dumbledore descubriera su misión, y así mismo a él le beneficiaba que Voldemort no supiera qué pensaba, en ese momento sus habilidades le estaban sirviendo para poder controlar sus sentimientos, concretamente aquellos relacionados con Hermione Granger.
  Cuando entró a trabajar en el Ministerio pensaba que le mandarían a algún rincón del departamento a rellenar informes y encargarse de los trabajos más aburridos por ser un exmortífago. No podría ni haberse imaginado la realidad: compartía sección con Hermione Granger, quien, a pesar de su solicitud de que la considerara simplemente una compañera de trabajo, era su superior y solía trabajar con él todos los días, compartiendo despacho para mayor comodidad.

  A los tres días de trabajar con ella tuvo que empezar a recordar la tecnica de la Oclumancia para evitar que la chica se diese cuenta de lo mucho que le gustaba. Estaba seguro de que si se enteraba no solo le despediría sino que además probablemente le hechizaría, y conociendo sus encuentros pasados no quería experimentar qué iba después del tortazo.
  A veces pensaba que lo hacía aposta, no le parecía normal que alguien estuviera tan sexy con absolutamente toda la ropa que se ponía, pero cuando elegía prendas que dejaban menos a la imaginación... Realmente no sabía como no se había muerto todavía. Y ella se reía, y hablaba e incluso escribía de manera atractiva; le hacía reír, le gustaba escucharle hablar y adoraba verla sonreír. De hecho, a veces se sorprendía a sí mismo embobado mirándola, aunque ella nunca lo notara.

  Lo peor era el estrés al que se había visto sometido, teniendo que estar constantemente en guardia para que no se supiera. A los tres meses de estar en esa terrible y agotadora situación decidió hablar con alguien y se lo contó a su amigo Theo. Él, además de burlarse y llamarle cobarde, le aconsejó que si tanto le gustaba Hermione, que le pidiera una cita, idea que Draco descartó automáticamente. Ella era Hermione Granger, heroína de guerra, la mejor estudiante de su año y miembro del Trío dorado. Literalmente era una de las mujeres más codiciadas del momento y que constantemente rechazaba invitaciones de trabajadores del Ministerio británico e incluso de los ministerios de otros países, así como de jugadores de quidditch o periodistas. Día tras día Draco se comía la envidia y los celos que le provocaban todos aquellos individuos que se atrevían a pedirle una cita a la mujer con la que llevaba soñando meses, aquella que ni borracha aceptaría salir con él, que había sido su enemigo durante toda la etapa escolar.

  Cuando ya llevaban medio año trabajando juntos el desfile de prentendientes había sido tal que Draco había empezado a olvidar el nombre de los primeros. Sin embargo, durante ese tiempo Hermione solo había salido con Ron Weasley, al cual dejó al poco de empezar a trabajar Draco con ella, por lo que apenas había tenido que verle. Estaba agradecido por ello, nunca se había llevado bien con él y no estaba preparado para dejar de comportarse de manera borde.
  Hermione también tuvo un par de citas con Cormac McLaggen, que Draco recordaba de Hogwarts y al que ya tenía tirria entonces. Después de cómo se comportó con ella podía afirmar que directamente le odiaba.

  Dos citas, tan solo dos hombres habían gozado del privilegio de ser la cita de Hermione Granger hasta aquel viernes por la tarde, cuando ella levantó la vista de el informe que estaba leyendo y le convirtió en el tercero.
  —Oye, Draco, ¿quieres tomar una copa conmigo esta noche? —iba a rechazar la invitación pero se detuvo a sí mismo. ¿Qué demonios le pasaba? ¿La chica que le gustaba le estaba pidiendo salir a tomar una copa y él iba a rechazarla? No, no era tan tonto—. ¿Draco? —llamó ella al ver que no contestaba.
  Sacudiendo la cabeza Draco volvió a enfocarse Hermione y asintió.
  —Claro, me encantaría —respondió intentando controlar los nervios.
  —Excelente —dijo con una sonrisa—. Quedamos en el Philip's club a las ocho, ¿de acuerdo? —Draco frunció el ceño, nunca había estado en ese club porque era relativamente nuevo pero había oído rumores de que era un sitio... Distinto.
  —Está bien —contestó, al fin y al cabo iba a una cita con Hermione Granger, el lugar no le importaba.

Dramione One Shots 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora