Un mal plan es mejor que no tener nada

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  A mi tía abuela.

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  Lo miró y las lágrimas quisieron salir. Las retuvo. Pero la presión era real, no podía evitarlo, cada segundo que pasaba tenía más ganas de parpadear, de que un río salado saliera por sus ojos. Los cerró y puso todo su empeño en que ni una gota se escapara.
  Pero estaba muy tenso y empezó a temblarle la mano. Bueno, a decir verdad todo él temblaba. Y entonces su esfuerzo fue en vano y las lágrimas corrieron libres por sus mejillas. Y no pudo hacer nada por detenerlas mientras lentamente iba arrugando en su mano aquel carné.

  Aquel estúpido carné ilegal en el que ella había puesto tanto esfuerzo. Recordó el dinero que costó, con los malabares que había que hacer para conseguir dinero en aquel momento, y lo difícil que fue conseguir a alguien que lo hiciera. Y todo para nada porque él no pensaba escapar de la guerra montando en escoba, no necesitaba un permiso internacional para volar fuera. Pero su madre era el ser más cabezón del planeta, y si su madre decidía algo él no podía hacer nada por cambiarlo.

  Abrió los ojos y trató de enfocar al pedazo de papel que tenía en la mano. Le costó ver a través de las lágrimas pero pudo vislumbrar el dibujo que tenía. Estaba ridículo, no parecía él, con esa barbilla puntiaguda, esas cejas oscuras y ese cuello alto. Definitivamente la ropa era horrible... Aun recordaba el dibujo rápido que les habían hecho a los tres, aquella noche, cuando el final de la guerra estaba tremendamente cerca y ni siquiera ellos lo sabían. El mortífago encargado de hacer el dibujo había afirmado saber dibujar pero aquello parecía un cuadro cubista más que un retrato suyo.
  Miró el número de referencia, totalmente inventado, literalmente era una fecha al azar. Pero habían pasado exactamente cinco años, aquel aciago día era el 30 de julio de 2002. Y hacía exactamente una semana había muerto su madre.

  Su vida era bonita y sencilla desde que se había acabado la guerra, tranquila, apacible, de no haber sido por su renovada vida social habría sido incluso aburrida. Esa mañana él estaba trabajando, estaba enfrascado en una enorme pila de informes, comprando casos de aurores sin parar cuando la red flu se había activado. Apenas había tenido tiempo de levantar la vista de su informe cuando su tía Andrómeda salió de la chimenea.
  —Draco, es tu madre —dijo ella mirándole gravemente, algo agitada—. Narcisa ha muerto.

  La noticia le había cogido por sorpresa, su madre estaba enferma, llevaba muchos años enferma y era algo que ya esperaba. Pero sin embargo...
  —¿Mi madre? —fue todo lo que le salió responder, al tiempo que se ponía de pie. Andrómeda asintió con la cabeza.
  —Lo siento mucho, hijo, esta noche no ha dormido bien, le di la poción para dormir y al parecer se quedó tranquila pero esta mañana ya no ha despertado —las lágrimas en los ojos de la mujer conjuntaban con el temblor de su garganta. Draco no dijo nada siguió mirándola impactado y lentamente volvió a sentarse—. Necesito volver a casa porque está allí el sanador. Habrá que organizar el entierro —dijo la mujer, pero su voz había empezado a sonar como de fondo para él—. Te espero luego, Draco —y volvió a meterse en la chimenea antes de salir.

  Draco volvió a mirar su informe y siguió leyendo pero de repente sus ojos se llenaron completamente de lágrimas y dejó de ver.
  Narcisa Malfoy había muerto.
  Trató de contener las lágrimas y de seguir leyendo pero estas comenzaron a deslizarse por sus mejillas. Cuando la quinta lágrima había caído sobre el papel, se levantó y salió de su despacho. Cruzó el pasillo y sin llamar a la puerta entró al de enfrente. Hermione estaba de pie, revisando los archivos de su estantería, y se sobresaltó por la intromisión. Le miró a través de sus gafas para leer, sorprendida.
  —Draco, ¿qué demonios...? —pero él simplemente cerró la puerta, fue hacia ella y la abrazó. O mejor dicho, se aferró a ella como un niño perdido.

Dramione One Shots 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora